Wednesday, August 24, 2011

La dignidad ultrajada

La dignidad ultrajada
Pedro Lastra
Miércoles, 24 de agosto de 2011

Y pensar que hay candidatos que juran con la mano en el corazón que nada
de toda esta barbarie les impedirá adelantar, ofrecer y practicar
clemencia. No libran la guerra y ya perdonan al vencido imaginario.
Vivimos la tragedia de habitar un país al revés, en que los criminales
dictan justicia y los policías asaltan. ¡Pobre país pobre!

Luisa Estela Morales se siente ultrajada. Quienes, según ella, la
ultrajan, lo hacen porque – dicen - le recuerdan un deber que no cumple:
administrar justicia sin mirar a quien. La fiscal comparte ese
sentimiento: reclama el ultraje que le propinan. Quien se lo propina lo
hace por recordarle que un fiscal, si es general y de la república,
fiscaliza por sobre partidos y gobiernos. No por órdenes del poder
ejecutivo que la controla y manda. Y a cuyas órdenes se somete. La que
se siente más ultrajada de todas es la defensora del pueblo. Quienes la
ultrajan cometen la felonía de recordarle que antes que defensora del
pueblo es otra de las atacantes del gobierno. Son las damas del teniente
coronel. Están ofendidas y humilladas. Como en el cuento de Fedor
Dostoievski.

Ni siquiera me imagino si cualquiera de ellas se enteró de la muerte de
Franklin Brito. Y el consiguiente pesar de su mujer y sus hijas. Quienes
se habrán sentido ultrajadas y ofendidas por Luisa Estela Morales por
denegación de justicia y las restantes damas de los poderes del Estado
que se sienten ultrajadas por una caricatura: asistieron impávidas y en
silencio al asesinato cívico y real de un modesto agricultor que reclama
la atención del Estado que ellas representan. Un hombre del pueblo de
cuyos problemas ni siquiera se enteró la defensora del pueblo.

Es ocioso mencionar los casos de decenas de miles de mujeres no sólo
heridas en su dignidad, sino desprovistas de sus medios de subsistencias
y echadas al abandono de toda seguridad jurídica: me refiero a las
madres, esposas e hijas de los despedidos de PDVSA y a las mujeres que
allí laboraban y fueron echadas a la calle mediante un gesto del
autócrata transmitido en vivo y en directo por cadena nacional con el
divertido auxilio de un pito.

Más ocioso es mencionar a las madres, esposas e hijas de los ciento
cincuenta mil asesinados, entre los cuales muchísimas mujeres, como la
estudiante de medicina a punto de graduarse, asesinada en la UCV de
Carabobo. Para no mencionar a las mujeres – abuelas, madres, esposas e
hijas – de los comisarios condenados a TREINTA AÑOS DE CÁRCEL por un
delito inexistente, producto del capricho tiránico de un chafarote
brutal y desconsiderado.

El listado de las mujeres violadas debe ser inmenso. Recientemente se
conoció el caso del atropello y el vejamen a que fueran sometidas
mujeres de toda edad en un autobús en el estado Zulia. No contemos con
aquellas que son golpeadas, extorcionadas, castigadas y prostituidas por
sus compañeros, en una exhibición de machisto propio de un país sometido
al régimen de un violador profesional. ¿O es que traicionar un juramento
constitucional, apoderarse de las armas e instrumentos de guerra del
Estado, conspirar y alzarse contra un gobierno constitucional y de
derecho causando centenas de víctimas mortales y daños cuantiosos a los
bienes públicos y privados derivados de los golpes de Estado de 1992 no
es una violación, un ultraje?

Venezuela carece de justicia. Los responsables por aceptar y prohijar
ese estado de cosas tienen nombres y apellidos. Entre ellos la Sra.
Presidente del Tribunal Supremo de Justicia. ¿O podrá negar que el
organismo del cual el tribunal que preside es coronación y templo
procedió con ínclita celeridad ante la supuesta ofensa a ella y sus
compañeras de práctica e ideología políticas y guarda un sacrosanto
silencio ante las burlas, las ofensas, los ultrajes, la procacidad sin
límites y la vulgaridad desaforada y aleve con que dos voceros del
régimen, desde un canal del Estado, se dedican a zaherir y humillar a
quien se les atraviese en el camino y sea necesario hacerlo para servir
a la economía de la degradación universal que alimenta al caudillo?

Es tal la cantidad de crímenes, ofensas, humillaciones, violaciones y
ultrajes que se ha cometido bajo el imperio del autocratismo gobernante,
sin que se haya tomado una sola medida jurídica, policial y cautelar,
que proteja de esos crímenes específicos, todos debidos a la política
oficial del régimen, que provoca escándalo e indignación que por una
portada de un medio, las mujeres del presidente que debían velar por la
defensa de millones y millones de mujeres armen un espectáculo,
encarcelan a una periodista, persigan al jefe del medio y culminen el
prólogo de esta auténtica cacería de brujas que se avecina cerrando al
medio mismo.

Y pensar que hay candidatos que juran con la mano puesta sobre el
corazón que nada de toda esta barbarie les impedirá adelantar, ofrecer y
practicar clemencia. No libran la guerra y ya perdonan al vencido
imaginario. Vivimos la tragedia de habitar un país al revés, en que los
criminales dictan justicia y los policías asaltan. ¡Pobre país pobre!"

La dignidad ultrajada
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/8847227.asp

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