Luis Betancourt Oteyza
Lunes, 2 de enero de 2012
En el simulacro de salutación a las FAN, limitado a un acto teatral más
y, por su padecimiento, sólo en Fuerte Tiuna y no en las demás
guarniciones del país, como es tradición obligada, Chávez lanzó su nueva
gracia: Insinuó que el cáncer que sufre y lo está acabando es obra de
USA; hasta ahí no deja de ser una manifestación más de su psicopatía,
agravada, como explican fuentes médicas serias, por el avance de su
incurable enfermedad y los efectos del tratamiento a que lo someten sus
médicos cubanos. Pero es que en esta nueva oportunidad llegó a más y
aseveró que el cáncer que sufren otros políticos socialistas, y
compinches, también es producto de una maniobra gringa selectiva. La
declaración ha sido recogida por la prensa del mundo entero, para
vergüenza nacional, aunque para él, acostumbrado al narcisismo y a las
payasadas, la hilaridad mundial por tan grotesca conclusión, lo nutre de
orgullo y lo considera otra de sus genialidades. No ha entendido que ya
nadie lo toma en serio sino para aprovecharse de sus préstamos,
inversiones y regalos, con recursos de todos los venezolanos. En una
ocasión memorable, el Rey Juan Carlos de España se vio en la ineludible
necesidad de mandarlo a callar, y se calló, cuando desbarraba sin ton ni
son sobre cualquier cosa pero, como es usual, sin medir las
consecuencias de su verborrea. Tuvo que regresar de la historia el
Soberano de España a conducir al redil a un nativo insolente y fuera de
sí, como si los 200 años que median entre su última orden real y nuestro
19 de abril de 1810 no hubieran ocurrido y nos merecíamos otra vez la
conducción madura de un corrector de conducta.
Ahora bien, no sólo ha hecho el ridículo con la acusación a Norte
América de propiciar su enfermedad, sino que a metido en el saco de la
burla a otros mandatarios y líderes de su afinidad, sin medir el efecto
que tal inclusión causó en las familias y amigos de verdad de los
afectados que sí se han tomado con la seriedad, debida por su cargo e
influencia en sus países, el mal que los aqueja. Usarlos en su broma de
mal gusto no le ha debido gustar a Lula, Lugo, Dilma o Cristina. Me los
imagino, con la mueca del disgusto en sus caras, tratando de separarse
de Chávez y sustraerse se la estrambótica versión; tratando de esquivar
a cualquier medio de comunicación, nacional o extranjero, que les
pidiera una opinión sobre este último chiste chavista. Y no podemos
descartar a los embajadores de Brasil, Paraguay y Argentina haciendo
piruetas en nuestra cancillería autobusera, portátil, y hasta en el
despacho de Soto Rojas, para que la flamante mayoría de la Asamblea
Nacional no incurriera en el desaguisado de siempre, de corear una
condena al Imperio por haber fraguado y consumado el nuevo y genial
magnicidio colectivo de cómplices socialistas. De seguro los apuros de
la diplomacia superan las vergüenzas locales de los invitados a
comparsa. Hasta el pobre Fidel, achacoso y agónico, llevó lo suyo al ser
citado como el promotor del disparate que, si no fuera por lo criminal
de su historial, diríamos que es otro cómico divertido; como aquellas
parejas del cine americano de nuestra infancia, Laurel y Hardy o Abbot y
Costello ¡Qué pena Raúl! Eso te pasa por sacarle el jugo a Chávez sin
dejarlo reposar en su gravedad...
No se conoce todavía la reacción del gobierno de Obama ni si la habrá,
porque dentro de todo están obligados a mantener la cordura y el estilo
de gran nación, acostumbrados a sufrir embates de todo tipo y ya hartos
de las ocurrencias de nuestro Idi Amin Dada sabanetero, pero se nos
ocurre que la inteligente señora Clinton, que tanta paciencia demostró
en las andanzas poco serias de su marido, ante el acoso de los
periodistas experimentados de la prensa americana, pudiera exclamar que
nuestro Dictador es un "Funny Guy", o mejor, atendiendo
irrespetuosamente a racismo que se quiere inocular inutilmente a nuestra
mestiza y bella Venezuela, lo calificara de tan sólo un ocurrente
"Funny Boy".
Caracas, 29 de diciembre de 2011
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