Francisco Layrisse
Martes, 4 de octubre de 2011
Los importantes recursos energéticos que posee nuestro país no son más
que una ventaja en el proceso de formación y educación de su gente. Los
mismos por su naturaleza se agotan bien por su uso bien por su obsolescencia
Las ventajas estratégicas, las ventajas competitivas que un momento
determinado posean una cierta entidad o un país tienden a ser
consideradas como si las mismas lo fuesen de forma permanente. Las
condiciones naturales pudieran en un momento determinado ser
consideradas como una ventaja frente a otro país que por una u otra
razón no dispusiese de esas. Las calidades de los suelos, la abundancia
de agua para su riego permanente, el clima benigno generan un conjunto
de factores propios de esa zona que le permiten competir con mayores
probabilidades de ganar frente a otros países donde este conjunto de
factores no se presenta de la misma manera. Un ejemplo de lo anterior lo
han constituido los famosos suelos de las regiones argentinas donde la
ganadería y el cultivo de cereales hicieron de ese país la envidia de
muchos durante la primera mitad del siglo pasado.
El caso venezolano es de igual manera un ejemplo de ese mismo concepto.
Nuestro país presenta condiciones altamente competitivas en el sector
energético, posee recursos naturales de carbón, de hidrocarburos,
hidroeléctricos, eólicos, que le permiten el desarrollo de una industria
altamente intensiva en energía, como lo es el acero, el aluminio, la
petroquímica, de igual manera los productos que de esta condición se
generan son colocados en el mercado internacional en términos muy
competitivos y que permiten el ingreso de divisas de forma muy favorable.
Estas ventajas comparativas que por obra de la providencia diferencia
unos países de otros se convierten en un estímulo para que aquellos que
no sido beneficiados de estas condiciones busquen los mecanismos para
compensar tales desventajas. Es el caso de países que no disponen de las
ventajas para la producción agropecuaria, o de la producción energética.
Al final del día es el hombre quien hace la diferencia y compensa esas
desventajas, es el hombre quien logra hacer más duradera esas ventajas
con las que la naturaleza favorece a unos y a otros. Pero es también el
hombre, el que anclado en el tiempo desperdicia las oportunidades que se
le presentan.
Los brasileños compensaron su gran desventaja en la producción de
combustible líquidos de origen petrolero obteniéndolo de fuentes no
convencionales, como lo fue la producción de etanol proveniente de la
caña de azúcar para solo citar un ejemplo. De igual manera sin poseer
los fértiles suelos argentinos lograron la producción de carne bovina
por el esfuerzo de desarrollo de razas animales de alta productividad.
Los israelitas lograron prodigios agrícolas venciendo las condiciones
más desfavorables para el desarrollo de esta actividad en uno de los
suelos más pobres del mundo.
Lo vital y lo que hace la diferencia entre una u otra sociedad son sus
habitantes, su educación, sus valores. Creer que los dones de la
naturaleza constituyen una ventaja permanente es el error más grande que
una sociedad puede cometer cara al futuro.
Los importantes recursos energéticos que posee nuestro país no son más
que una ventaja en el proceso de formación y educación de su gente. Los
mismos por su naturaleza se agotan bien por su uso bien por su
obsolescencia. Las generaciones actuales tienen una enorme
responsabilidad con las generaciones futuras, con la historia, en el uso
y aprovechamiento de esos recursos que permitan elevar la calidad de
vida del venezolano en forma estable y permanente, en darles la
educación, las herramientas que le permitan acometer exitosamente el
futuro donde les tocará desempeñarse.
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