Pedro Luis Echeverria
Jueves, 6 de octubre de 2011
En los albores de 2012 a los venezolanos opositores al régimen actual
nos corresponderá adoptar la, quizás, más importante y trascendente
decisión política para nuestra vida ciudadana y de la Nación en su
conjunto. Se trata de elegir, mediante el voto, a la persona que asumirá
la representación de la unidad ciudadana, en los momentos más críticos y
difíciles en la historia del país, contra un régimen que lo ha asolado y
destruido por casi tres infructuosos lustros. La experiencia que hemos
vivido durante el mandato de Chávez demuestra que no es cuestión de
tiempo de permanencia en el poder lo que determina que una persona sea
un buen gobernante. Se requiere de un importante acervo de otras
condiciones, ausentes, por cierto, en el talante de nuestro actual
mandatario y que lo descalifican moral y políticamente para pretender
darle curso a su desmedida ambición de eternizarse en la conducción del
país. Es claro que de no derrotar política y electoralmente al chavismo
se habrá perdido la oportunidad de recuperar para nuestro pueblo su
libertad y su dignidad; se habrá permitido la desnaturalización del
sistema democrático; se habrá comprometido la oportunidad legítima que
tienen otras personas a gobernar y nos estaremos negando la oportunidad
de acceder a nuevas visiones que orienten y modernicen a la ya vetusta
Venezuela de hoy.
Vista la enorme importancia que revisten las primarias convocadas por la
MUD, la concurrencia asertiva de los que votaremos es determinante para
escoger a quien habrá de conducir al país en estos tiempos
particularmente graves, una vez que Chávez salga del poder y se
convierta en la palpable expresión del mayor fracaso histórico de
nuestra vida republicana. Hay que ir a votar con gran determinación y
conscientes que nuestro destino como individuos y del país como
colectivo, se encuentra en nuestras manos. De allí la enorme
responsabilidad ciudadana que nos corresponderá asumir en el momento de
elegir al abanderado unitario.
La elección presidencial de Octubre de 2012 no es simplemente un acto
comicial para elegir al sucesor de Chávez; es una clara y realista
acción política de una mayoría que no desea continuar aceptando pasiva y
bucólicamente la destrucción de nuestro país. No se trata de una simple
sustitución de personas sino de la transformación de la base y los
términos en que se desenvuelve la convivencia política y democrática en
Venezuela. Es un voto en favor de la civilidad y el respeto al derecho
ajeno en contra de la barbarie imperante. Es un acto de rescate de la
democracia decente y civil, garante del progreso de las sociedades. Se
trata, entonces, de un acto de alto sentido de responsabilidad histórica
para con nosotros mismos y con nuestro destino colectivo como Nación. Es
un decidido paso hacia adelante, una determinación de ruptura con lo que
no sirve y de reafirmación y búsqueda de nuestra autonomía de
pensamiento y ello implica, para el elector, una enorme responsabilidad
política y personal.
El 12F de 2012, elegiremos a la persona que el 07-10, del mismo año,
derrotará al peor gobierno que jamás tuvo Venezuela y creo que dada la
importancia que reviste tal elección debemos recordar, a título de
advertencia, una frase escrita por José Rafael Pocaterra en carta
dirigida Carlos Delgado Chalbaud en 1932 "!Todo porque allá, acá y por
donde quiera no hay pelafustán, ni mocito imberbe, ni viejo nulo, que no
se crea un Metternich, forrado de Napoleón y con la pureza de la
Inmaculada…"
Amable lector, por favor, piense, piense mucho en el destino de
Venezuela al momento de sufragar. Medite y adecúe su conducta a la
gravedad del momento que vivimos e interprete correctamente las
dramáticas circunstancias por las que transita su país. Contribuya con
su voto consciente a escoger con sabiduría y responsabilidad a la
persona en quien usted depositará su confianza para emprender la enorme
y enaltecedora tarea de perfilar y conducir un futuro moderno y
promisorio para Venezuela y todos sus ciudadanos.
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