Ariel Segal
Viernes, 26 de agosto de 2011
El debate está abierto para saber si la decisión tomada por la OTAN, de
intervenir solo con bombardeos aéreos en Libia fue acertada, o si ya
decido el uso de la fuerza, se hubiesen evitado muchas muertes con la
entrada de tropas por tierra
Los tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados
y ningún hombre de espíritu elevado les adulará.
Aristóteles
El régimen del dictador sirio, Bashar al Assad, ha masacrado a más
dos mil personas de su propio país sin el menor empacho ante las tímidas
advertencias de potencias mundiales que al menos, se apiadaron en Libia
de los opositores del delirante Muamar Gadafi que llamó a liquidarlos
como "a ratas".
El debate está abierto para saber si la decisión tomada por la OTAN, de
intervenir solo con bombardeos aéreos en Libia fue acertada, o si ya
decido el uso de la fuerza, se hubiesen evitado muchas muertes con la
entrada de tropas por tierra. Pronto sabremos si hay un plan de
postguerra para Libia y si los gobernantes europeos encargados de la
misión de derrocar a Gadafi no cometen errores parecidos a los de los
estadounidenses en Irak.
El caso de una intervención militar en Siria es más complicado puesto
que puede ser interpretada por millones de árabes y musulmanes como una
intromisión en su conflicto fronterizo con Israel por las montañas de El
Golán, amén que la vecina Irán podría tomar partido, directa o
indirectamente, a favor de su aliado al Assad. Por eso, hasta el
momento, en el desconcierto de qué hacer para detener las matanzas en
Siria, las potencias occidentales solo han aplicado políticas de embargo
comercial y económico (a diferencia de la total indiferencia rusa y
china, potencias tan admiradas hoy por quienes se regocijan de la crisis
económica estadounidense y europea).
Concedida entonces, la falta de creatividad política ante como detener
la tragedia siria, vale preguntar: ¿y dónde están las voces y las plumas
de aquellos que en otros conflictos proponen debates, escriben
innumerables artículos, critican sistemáticamente, a otros países que
cometen atrocidades o matanzas? ¿Por qué su silencio en este momento, o
en el caso de Libia, su sola crítica a la OTAN, como si Gadafi no fuese
el gran responsable de la tragedia en la que sumergió a su pueblo? ¿Por
qué esa falta de indignación cuando dictadores ordenan el asesinato de
sus propios ciudadanos?
La respuesta es obvia, aunque la haré explicita al final de este
artículo, pero digamos que quienes no se indignan con los tiranos de
Libia y Siria podrían aducir, como solapada excusa, que son conflictos
internos a diferencia de cuando Israel bombardea Gaza en donde vive otro
pueblo, el palestino; o cuando Estados Unidos ataca lugares en Irak; o
cuando la OTAN, con su mala puntería, mata a inocentes en Libia o en
Afganistán. Pues bien, en el caso de Siria la perversidad de su régimen,
para quien quería obviarla, ya no puede ser ocultada demagógicamente
cuando su ejército recibió la orden de bombardear a la ciudad de
Lakatia, en donde hay un campo de refugiados palestinos - a quienes
nunca se les ha querido nacionalizar para mantenerlos en un limbo legal
y emocional - que obviamente, como ciudadanos de segunda clase les hace
soñar con volver a Palestina. La masacre de Lakatia ocasionó decenas de
muertes y más de 10 mil residentes han huido, por lo cual el presidente
de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, la calificó de inaceptable.
(Por cierto, los islamistas de Hamas, aliados sirios, guardan un
silencio emblemático ante el asesinado de sus "hermanos").
He sido un duro crítico del actual gobierno de Israel que entorpece
cualquier aproximación a serias negociaciones de paz con los palestinos
moderados del grupo Fatah en Cisjordania, y lamento las oportunidades
pérdidas por Netanyahu y su coalición de "halcones" para buscar una
solución negociada al conflicto, pero debemos reconocer que las cosas
son complejas para un país en cuya frontera norte se encuentra un grupo
islamista violento como Hezbolah – apoyado por Irán y Siria, qué ya
sabemos de lo que son capaces – y Hamas, al sur, ahora aprovechando un
cierto de vacío de poder en el Egipto post-Mubarak.
Pero en el caso de "los no indignados" con Gadafi y al Assad y otros
tiranos no me hago falsas expectativas de encontrar una actitud crítica
pues está en su estructura mental y emocional sublevarse solo con países
o gobiernos de acuerdo a una visión ideológica o estereotipada del
mundo. A fin de cuenta, para algunos, la indignación, es selectiva y
visceral.
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http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/8884953.asp
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