Argelia Ríos
Sábado, 15 de octubre de 2011
Corresponde observar con atención a cada aspirante y calcular cuán
sustentable son sus posturas actuales. Ambas campañas, poseen sus
propias particularidades
Quienes han apoyado al proceso bolivariano también temen a un futuro sin
Chávez
La campaña interna de la oposición ya se ha iniciado. Durante los
próximos 4 meses veremos a los aspirantes esforzados en obtener el
respaldo de la mayoría de los electores. El país distinguirá cuál de
ellos resulta más conveniente para enfrentarse al presidente Chávez en
octubre de 2012 y para conducir los tiempos duros que sucederían a la
revolución bolivariana.
La tarea de los nominados no es sencilla: todos necesitan demostrar que
no sólo son capaces de aglutinar apoyos en el campo estrictamente
opositor, sino también en los demás auditorios nacionales. Ya sabemos
que no basta la conquista del electorado cautivo de la llamada
"alternativa democrática" para convertirse en una opción con potencial
para ganar las presidenciales.
La madurez de los votantes es un requisito indispensable para que se
produzca la mejor escogencia. En ellos recae la responsabilidad de
identificar cuál es el tipo de confrontación que más conviene para
seducir a la más amplia variedad de sectores del país.
En el cuadro actual, no todos los precandidatos representan lo mismo:
algunos están planteando un rudo cuerpo a cuerpo con el mandatario,
mientras otros se inclinan a favor de desarrollar una campaña más
elaborada, cuyo acento se concentre en el propósito de ampliarle los
radios de influencia a la alternativa democrática.
Es ostensible que los diferentes comandos intentan resaltar los
contrastes entre los distintos nominados y que, en ciertos casos, tal
esfuerzo contraría los intereses que, con seguridad, tendrá la oposición
el día después de las primarias. La mayor parte de los precandidatos se
está concentrando en febrero, sin preocuparse de los desafíos que
octubre les impondrá en materia de propuestas y de discurso.
Al electorado le corresponde observar con atención a cada aspirante y
calcular cuán sustentable en el tiempo son sus posturas actuales. Ambas
campañas, la de febrero y la de octubre, poseen sus propias
particularidades: la primera busca conseguir el respaldo de un único
electorado (el opositor), en tanto que la segunda necesitará atraer a
todos los electorados del amplísimo y complejo país no chavista.
El tema del miedo es crucial. La oposición debe comprender que el
problema no involucra exclusivamente a los venezolanos que respaldan a
la alternativa democrática, y que han estado expuestos todo este tiempo
a la violencia de la exclusión. Quienes han apoyado al proceso
bolivariano también temen a un futuro sin Chávez. La decisión de
confrontar con rudeza al jefe del Estado, o de buscar otras formas más
sutiles de contrastación, impactará en los miedos e incertidumbres del
campo revolucionario. Vistas así, las primarias servirán para acercar a
los dos países, o para ensanchar las distancias que los separan...
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