JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ | EL UNIVERSAL
martes 11 de octubre de 2011 03:50 PM
"Y cuál es el objeto que merezca una más seria atención... que la
instrucción del pueblo en un gobierno popular. Yo no conozco ninguno"
Andrés Bello
No puede concebirse el ejercicio pleno de la democracia sin el
reconocimiento de todas las libertades y derechos individuales y
colectivos, en los que se fundamentan la vida del hombre y de la
sociedad. La democracia es libertad, con la cual el pueblo se gobierna y
alcanza el desarrollo de sus derechos políticos en expresión legítima de
su soberanía, para determinar conscientemente su destino. La democracia
es derecho, en su expresión cabal, cuando la ley es capaz de servir y
proteger efectivamente al hombre y desarrollar los principios que la
informan, así como alcanzar su alto fin que es la justicia. La
democracia es sociedad, cuando en ella están representados y actúan
libremente todos los ciudadanos, lo cual constituye uno de sus aspectos
esenciales, bien para opinar, bien para participar, bien para gobernar y
desenvolverse en todo lo que implica la política como forma de
organización civilizada del ser colectivo.
Pero así como la democracia es libertad, es derecho y es sociedad,
democracia es también gobierno y es Estado sujetos al pueblo y a la ley,
a los cuales aquellos deben acatar y ante los que son responsables en
todos sus niveles, obligados a constituirse y actuar como garantes
efectivos de la paz, del progreso, del bienestar, de los derechos
humanos de todos los ciudadanos.
La democracia también significa y debe significar un concepto
esencial: educar para la libertad, para la convivencia ciudadana, para
el respeto y para la solidaridad, para la aceptación de la voluntad
mayoritaria y para el diálogo, que permita el entendimiento, el
equilibrio y el consenso, que propicie la integración en torno a los
objetivos principales de la nación.
Educar para la democracia y para la libertad no es solamente una
obligación que corresponde a entes, organismos y asociaciones, donde la
convivencia y la tolerancia debe ser instruida y aplicada, sino una
enseñanza familiar, una enseñanza y un aprendizaje social, en virtud de
las cuales no se persiga, no se someta, no se margine, ni se discrimine
en razón de las ideas, ni se vulneren los derechos de otros a vivir, a
formarse, a trabajar, a participar como mejor corresponda a sus
actitudes y a su conciencia ciudadana.
Recién finalizada la última dictadura que sufrió Venezuela en el año
1958, un eminente ciudadano, gran jurista, insigne educador
universitario, por todos respetado como referencia ejemplar para el
país, nuestro recordado profesor Dr. Rafael Pizani, le señalaba a la
República que debíamos: "Educar para la libertad. Educar para la vida
del pueblo. ... Si el despotismo educa para el sometimiento y la
adulación, nosotros debemos educar para la libertad y la altivez; si el
despotismo actúa para desunir y enfrentar a unos contra otros a los
venezolanos, la democracia no puede educar sino para la unión y el
respeto de todos. Si la tiranía actuaba para obtener el sometimiento a
una disciplina de miedo mantenida por la persecución, la democracia no
puede educar sino para la disciplina que resulta de la adhesión
entusiasta para la idea de la dignidad y del respeto del hombre..."
(Discurso pronunciado ante la V Convención Nacional del Magisterio,
Ciudad Universitaria, Universidad Central de Venezuela, el 23 de agosto
de 1958).
No cabe duda que una democracia debe inspirarse y desarrollarse en el
marco pleno de la libertad, como se corresponde a los fundamentos
humanistas y jurídicos proclamados universalmente y, en nuestro caso,
por la Constitución de la República, en el artículo 2º, y a favor de los
cuales: "La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para
alcanzar dichos fines", medios, ámbitos donde se afirmen esos valores,
tal como lo establece el artículo 3º de la misma, entre otras disposiciones.
La mejor tradición republicana en América Latina, desde Camilo
Henríquez en Chile, Andrés Bello -de quien el próximo 15 de octubre se
cumple otro aniversario de su muerte- y Simón Rodríguez en Venezuela,
hasta José Martí en Cuba, nos invita -tal y como lo expresó el maestro
predilecto de Bolívar en su obra las "Sociedades Americanas"- a: "fundar
una sociedad de hombres libres", como finalidad esencial de nuestras
patrias independientes a partir del año 1811. Desde entonces, se hace
pues imperativo conservarla, -no solamente como mandato de la libertad
teórica sino de la práctica-, existente en la realidad de las
instituciones y de los ciudadanos como ejemplo de cabal ejercicio
democrático, en un país y en un continente que reivindica con orgullo y
fidelidad patriótica, los actos y principios que determinaron su
existencia política y que fijaron su aspiración y su derecho
irrenunciable a un destino civilizado y libre, desde hace ya 200 años en
su vida republicana.
Biógrafo del Mariscal Sucre.
http://www.eluniversal.com/opinion/111011/educacion-y-democracia-para-la-libertad
No comments:
Post a Comment