Oswaldo Páez-Pumar
Miércoles, 12 de octubre de 2011
Ha sido removido de su cargo el director general de "soberanía, límites
y asuntos fronterizos" del Ministerio de Relaciones Exteriores. Su
nombre Marcos Aurelio Fernández Hernández. Su persona, su labor, su
carrera, sus aciertos y desaciertos me son desconocidos. Pero el
procedimiento no. El mismo que las mantuanas de la Caracas colonial
usaban para que recayera en una criada la responsabilidad de las
flatulencias que la mantuana expelía. Se la llamaba "la pagapeo" y la
revolución bolivariana, quizá porque la familia Bolívar las tuvo a su
disposición, ha renovado la institución para que quede claro que ella no
ofrece el futuro del siglo XXI, sino el pasado del siglo XIX.
Los desaciertos en política exterior del comandante que confunde sus
intereses personales con los de la nación; y los de su canciller que
confunde la función de ministro con la de lacayo, hicieron necesaria la
búsqueda de alguien a quien culpar.
El presidente no sabía. El ministro tampoco. Mentira si sabían y eludían
la respuesta porque su único objetivo de confrontación, como expuse hace
unos días, es en lo externo "el imperio" e internamente nosotros "la
disidencia".
El comunicado conjunto, limitado a la proyección marítima de la frontera
venezolana, parece haber logrado un efecto tranquilizador de la reacción
que el país pensante asumió unánimemente y recibió como respuesta la
procacidad usual en el jefe del estado.
Nunca he pensado que las cuestiones internacionales y particularmente
las relativas a la soberanía y el territorio deben ser objeto de una
abierta e ilimitada polémica pública, capaz de despertar los más
insensatos desafueros patrioteros, que como ya sabemos, es el último
refugio de la canalla.
Pero cuando la canalla en funciones de gobierno pretende hacer purgar a
un funcionario de menor jerarquía por las culpas de su propia inacción;
y aspira lograr que un manto de olvido cubra un problema presente,
mediante un comunicado a todas luces insuficiente y el despliegue por
mil medios de comunicación social de un anatema para quien disienta y
mantenga la voz de alerta, se hace necesario, como lo expresó Quevedo
"decir lo que se siente" que es lo que caracteriza "a un espíritu valiente".
La remoción del director de "soberanía, límites y asuntos fronterizos"
deja al descubierto el abandono del gobierno robolucionario de "la
soberanía, los límites y los asuntos fronterizos".
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