Oswaldo Álvarez Paz
Martes, 1 de noviembre de 2011
Todo funciona mal o no funciona. No existe área de la actividad nacional
que camine para mejor. Todo va hacia peor. Las crisis sectoriales se
multiplican generando una gran crisis nacional con signos irreversibles
que tienen como telón de fondo la ineficacia y la enorme dosis de
corrupción que hacen metástasis en el cuerpo enfermo de la República
Todo le está saliendo mal al régimen. Acaba de fracasar estrepitosamente
la Cumbre Iberoamericana convocada para el pasado fin de semana en
Asunción, Paraguay. A ella asisten España y Portugal. Faltaron unos diez
jefes de estado de los veintidós que la integran. Paralelamente debía
reunirse la Cumbre de la Unión de Naciones del Sur, UNASUR. Ambas
pasaron por debajo de la mesa. Agendas mediocres que evaden la rendición
de cuentas por tantos acuerdos violados y promesas incumplidas. Se nota
una creciente fatiga continental con relación a estos eventos y falta de
credibilidad en la cantidad de instancias que se han construido en los
últimos años.
Hay Cumbres presidenciales para todo. Generales como la Iberoamericana y
también sectoriales como la del Grupo de Río, UNASUR, el ALBA (Alianza
Bolivariana de las Américas), MERCOSUR y otras experiencias mas
localizadas en Centroamérica y el Caribe. Se trata de mantener múltiples
equilibrios inestables generadores de complicidades entre los gobiernos
de muchos países que trabajan en línea directa contra los intereses de
sus pueblos, pero con garantías de solidaridades que le faciliten a
quienes los dirigen continuar usando y abusando del poder político y
económico que concentran en sus manos. Es el caso de Venezuela.
Esto puede parecer anecdótico frente al fracaso venezolano. Todo
funciona mal o no funciona. No existe área de la actividad nacional que
camine para mejor. Todo va hacia peor. Las crisis sectoriales se
multiplican generando una gran crisis nacional con signos irreversibles
que tienen como telón de fondo la ineficacia y la enorme dosis de
corrupción que hacen metástasis en el cuerpo enfermo de la República.
Como si esto fuera poco, no hay Presidente disponible a tiempo completo
para enfrentar la desbandada política y militar en su entorno. Los
demonios desatados, la visión del "chavismo sin Chávez" y la certeza
derivada de una cuenta final en etapa regresiva, generan factores de
desestabilización que trascienden cualquier esquema estrictamente electoral.
Llegamos al punto. ¿Cuánto tiempo más aguanta la situación actual? Hemos
planteado hasta el cansancio que la real naturaleza del problema de
Venezuela no es electoral sino existencial. De principios y valores que
están siendo destruidos con el objeto de liquidar la República
democrática para sustituirla por un estado socialista a la cubana,
comunistoide, que la inmensa mayoría rechaza, pero que se ha tratado de
imponer. Ojala los aspirantes presidenciales tengan claro este aspecto
crucial. Aquí puede pasar cualquier cosa. Las primarias de febrero
empiezan a verse demasiado lejos, aunque desprevenidamente pueda parecer
lo contrario. Más lejos aún octubre de 2012. Tenemos la obligación de
visualizar todos los escenarios posibles, especialmente los más
peligrosos. Si no se presentan daremos gracias a Dios. Pero si se
presentan que no nos sorprendan. Los sorprendidos deberán ser los
adversarios.
No comments:
Post a Comment