José Toro Hardy
Miércoles, 2 de noviembre de 2011
A Pdvsa ya no le alcanzan sus ingresos para cubrir sus operaciones. Por
primera vez estamos siendo testigos de una Pdvsa que, en vez de aportar
recursos al Estado, tiene que ser auxiliada por el BCV, para lo cual
este último recurre a emisiones inorgánicas de dinero. ¡Qué locura!
La destrucción a que ha sido sometida Pdvsa será un caso de análisis en
las universidades del mundo. Nunca en tiempos de paz se había
sacrificado a la principal empresa de un Estado en el altar de una
ideología. Esa empresa constituía la más importante fuente de riqueza y
proporcionaba la inmensa mayoría de las divisas fuertes.
A la misma le fueron despedidos más de 20.000 trabajadores, cada uno de
los cuales tenía en promedio 15 años trabajando para la industria, o
sea, que acumulaban más de 300.000 años de experiencia y conocimiento.
Después de eso, fue avasallada por la politiquería y el populismo,
obligándola a llevar a cabo infinidad de actividades que no formaban
parte de su misión y que, por lo tanto, no sabía ejecutar,
corrompiéndola y llevándola a casos tristemente célebres como el de Pdval.
A Pdvsa la endeudaron a niveles increíbles y ahora parece que le están
asignando otra función: la de servir de punta de lanza para que las
riquezas petroleras de Venezuela le sean entregadas a China, a cambio
del compromiso de esta nación de asumir la defensa del régimen. Se trata
de un papel que nos recuerda al de la URSS en Cuba en los años más
candentes de la guerra fría.
Recientemente dos periodistas españoles, Juan Carlos Cardenal y
Heriberto Araújo, realizaron una extraordinaria investigación que los
llevó a recorrer más de 25 países y realizar más de 500 entrevistas en
numerosos países africanos, de Asia Central y de América Latina. El
resultado de su investigación se ha materializado en un libro titulado
"La silenciosa conquista de China" que será publicado en cinco idiomas.
El libro, repleto de historias humanas y datos, pretende explicar con
evidencias descubiertas sobre el terreno cómo China está forjando su
futura hegemonía, apoderándose de las riquezas naturales de los países
que se lo permiten.
El modelo de negocios que viene aplicando China en Angola, República
Democrática del Congo, Turkmenistán, Birmania y otros -sobre todo en
países africanos- se asemeja mucho lo que están haciendo en Venezuela.
Por lo pronto, salta a la vista el denominado "Fondo a Largo Plazo y
Gran Volumen Chino Venezolano" (no es por cierto el único) a través del
cual le prestaron a Venezuela 20.000 millones de dólares, de los cuales
10.000 millones en dólares y 10.000 millones en yuanes. Estos últimos
sólo sirven para comprarle bienes y servicios a China.
Se cree que en pago, Venezuela se ha comprometido a entregarle a China
el 16% de su producción petrolera (430.000 b/d) hasta el año 2023. El
precio de venta resultante de esta negociación es de 40 dólares por
barril. De confirmarse estas cifras, las pérdidas anuales de Pdvsa en la
operación superarían los 15.000 millones de dólares solamente en el año
2011. Si hablásemos en términos de intereses, el costo que estaríamos
pagando por ese financiamiento sería del orden de un 60%.
¿No entenderán los chinos los riesgos que asumen?
Y mientras tanto Pdvsa, asfixiada por las obligaciones que se le imponen
de enviar petróleo a Cuba, de ayudar a países "hermanos" y a la vez de
transformarse en el brazo financiero de la revolución, ya no parece
estar en condiciones de cubrir ni siquiera sus propios gastos.
Para poder mantenerse a flote, Pdvsa está solicitando que se le permita
conservar el remanente en efectivo que aún existen del fondo chino y que
se mantiene en un depósito en el Banco de Desarrollo Chino en Hong Kong.
A Pdvsa ya no le alcanzan sus ingresos para cubrir sus operaciones. Por
primera vez estamos siendo testigos de una Pdvsa que, en vez de aportar
recursos al Estado, tiene que ser auxiliada por el BCV, para lo cual
este último recurre a emisiones inorgánicas de dinero. ¡Qué locura!
Antes, el ISLR, los dividendos y las regalías que pagaba Pdvsa iban a
parar al Tesoro Nacional. Esos recursos eran después utilizados por el
Estado conforme a un Presupuesto Nacional aprobado por el Congreso y, el
20% de ellos (el situado constitucional), era distribuido entre
gobernaciones y las alcaldías
Hoy en día Pdvsa conserva buena parte de los recursos y los gasta sin
control de nadie. Otra parte es enviada al Fonden que tampoco rinde
cuentas, mientras la Contraloría General de la República se mantiene
ciega, sorda y muda. A las gobernaciones y a las alcaldías se les están
escamoteando los recursos que constitucionalmente les corresponden,
mediante el artificio de aprobar un presupuesto en base a un precio del
petróleo substancialmente inferior al real.
¡Qué barbaridad!
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