Alexei Guerra Sotillo
Jueves, 24 de noviembre de 2011
Una de las evidencias de la complejidad de los tiempos que vivimos, es
la persistencia, pese a niveles incrementales en el mundo de democracia,
estabilidad y participación política en esta aldea global en
construcción, de la guerrilla
El aparente romanticismo o simpatía que en el ámbito de las izquierdas
generó el ascenso de Fidel Castro y sus guerrilleros en la Cuba de 1959,
y su posterior efecto en los movimientos de insurgencia y subversión de
los años 60 y 70 en América Latina, luce hoy como uno de esos
anacronismos que subsisten con cada vez más dificultades y de manera
marginal, como expresiones de la violencia devenida acción política.
El longevo movimiento guerrillero en la vecina Colombia, encarnado en la
FARC, se encuentra hoy en una encrucijada, debilitada y con la oposición
de crecientes mayorías sociales, no sólo por el poco eco de su mensaje
político, sino por la naturaleza abiertamente delictual y criminal de
sus acciones (por lo demás, rasgo distintivo de toda guerrilla),
envasadas en un coctel mortífero que incluye secuestros, extorsión,
vacuna, asesinatos, ajusticiamientos y narcotráfico entre otros delitos.
La política de seguridad democrática impulsada por Álvaro Uribe en
Colombia, continuada por Santos, le ha valido al Estado colombiano
importantes triunfos en la desarticulación de los cabecillas de dicha
guerrilla, sustentada en el apoyo tecnológico y militar de Estados
Unidos, y en la firmeza indeclinable de su continuidad por parte del
poder ejecutivo colombiano.
Fujimori encarceló a Abimael Guzmán, dando una estocada a Sendero
Luminoso en el Perú, aunque aún persisten hoy focos residuales de esa
guerrilla. Ya nadie se acuerda del Subcomandante Marcos y su Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en México, suerte de personaje
con más efecto mediático que militar que, sin embargo, creó cierta
conciencia sobre la exclusión de la población indígena en Chiapas y en
los estados depauperados de la nación azteca, hoy preocupada y ocupada
por la violencia de los carteles de la droga en las ciudades fronterizas
con Estados Unidos.
El IRA, en Irlanda del Norte, parece ya encaminada a aceptar la ruta
pacífica y política en Inglaterra, en alianzas de gobiernos, frágiles
pero existentes con los protestantes irlandeses, mientras que los
terroristas y separatistas de ETA, en España, parecen moverse también
hacia el limbo del acorralamiento de los cuerpos de seguridad, y el
rechazo mayoritario y contundente de la sociedad.
Declaraciones de apoyo a la guerrilla de las FARC por parte del
Presidente Chávez, la estatua a Marulanda, sus relaciones con Irán, su
defensa y rasgamiento de vestiduras por el ajusticiado Gadaffi, la
defensa e interés por la suerte de Carlos "El Chacal" en Francia, y
obviamente, la incorporación en la retórica épica oficial roja-rojita de
la guerrilla cubana y toda su simbología comunista, "revolucionaria"
respectiva, conforman un cuadro en el que, haciendo un balance, son más
los apoyos y simpatías que las críticas y censuras a movimientos que han
dejado un largo saldo de muertes, represión, dictaduras y miserias en
cada pueblo o sociedad en la cual emergen.
Toda esta sumaria cronología de la violencia guerrillera, viene a cuento
a propósito de una reciente declaración del Ministro Alí Rodríguez
Araque, recordado "Comandante Fausto" de la guerrilla que, en los 60 y
como manifestaciones efervescentes de la izquierda radical, tomó las
armas para intentar la toma del poder en la naciente democracia venezolana.
El pasado sábado 19-11-11, se reunió en Caracas una "Asamblea
Bolivariana de Guerrilleros", cuyo objetivo es la creación de un
movimiento nacional de guerrilleros.
El Ministro de Electricidad Rodríguez Araque, afirmó en ese cónclave lo
siguiente: "Estas próximas elecciones de octubre, tiene características
particulares, hay que prepararse para una batalla de grandes
proporciones…se va a decidir si esto continua o si vamos a retroceder a
las condiciones que nos llevaron a nosotros a tomar las armas". (Diario
El Mundo, 19-11-11).
La amenaza de Rodríguez Araque, lanzada allí, frente a decenas de ex
combatientes, "camaradas" y seguramente creyentes del hecho de que un
fusil puede ser de más argumento político que los votos o las palabras,
está alineada totalmente al apocalipsis que según el presidente Chávez,
significaría su derrota en Octubre de 2012, y el triunfo de la
oposición. En sintonía además, con algunas declaraciones destempladas de
altos voceros militares, sobre el posible no reconocimiento del triunfo
de la unidad opositora, si ésta llegara a concretarse el año que entrante.
Lo que parece olvidar el comandante Fausto, los canosos guerrilleros y
el propio Presidente Chávez, es que ya sus ejército de combatientes
ministeriales, sus patrullas "burocratizadas", sus batallones de
funcionarios amaestrados en el culto a la personalidad caudillesca, ya
han sido derrotados una y otra vez en la menos épica pero más cotidiana
y sencilla batalla contra enemigos imbatibles como la inflación, el
desempleo, la inseguridad, la falta de viviendas, un sistema educativo
de calidad, la crisis del sector salud, la escasez, la pobreza y la
exclusión social.
Las palabras de Rodríguez Araque, junto a las del conjunto coral que,
desde el gobierno legitima con sus silencios y omisiones la impunidad de
la violencia política en el país, la violencia hamponil y la de grupos
más allá de nuestras fronteras, son expresiones temerosas y nerviosas
con olor a fracaso, a pasado, ante el avance de expresiones democráticas
que pisan seguro en la ruta al 2012.
Es la voz de la guerrilla decrepita, en la acepción que la Real Academia
de la Lengua Española reconoce como tal: "Sumamente viejo. Dicho de una
persona: que por su vejez suele tener muy disminuidas sus facultades.
Dicho de una cosa: que ha llegado a su última decadencia."
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