Guillermo A. Zurga
Jueves, 3 de noviembre de 2011
Como consecuencia del reciente aumento del 50% a los miembros de las
Fuerza Armada Nacional, cuando el año pasado se aumentó el 40%, los
Venezolanos ganados a la democracia, tenemos que indignarnos y protestar
ese trato preferencial a esta institución, ya que no es justo aceptar
dócilmente, que ese trato sea muy inferior al que el presiente Hugo
Chávez les da, a los gremios de: PDVSA, la salud, educadores,
profesionales universitarios, empleados especializados del sector
público, trabajadores de las empresas básicas en general, etc.
En estos momentos críticos, en el que los arriba mencionados gremios,
entre otros, hacen huelgas de hambre y protestan a diario en diferentes
formas, para mendingarle al presidente Hugo Chávez, que firme los
contratos colectivos que les amparan en sus reivindicaciones salariales
y básicas, es injusto que a éste, se le ocurra dar tan excéntrico
aumento a un sector, que está mucho más protegido y favorecido que los
otros gremios civiles arriba indicados.
Es harto difícil de creer, que los trabajadores petroleros jubilados,
quienes fuimos soporte fundamental de la principal industria del país,
tengamos pensiones entre 2.400 y 5.000, bolívares fuertes, mientras que
altos funcionarios del gobierno, tales como: ejecutivos de alto nivel,
jueces, militares de alto rango, diputados, militares jubilados, estén
devengando pensiones y sueldos muy superiores a los 15.000 bolívares
fuertes, sin incluir bonificaciones especiales, por el solo hecho de ser
chavistas y/o de disfrutar del poder político de la nación.
Por tales motivos, existe un malestar generalizado en toda Venezuela,
incluyendo al mismo sector chavista, quienes vemos con preocupación, que
se use la discrecionalidad presidencial en materia de sueldos y salarios
como herramienta política – vista la proximidad de las elecciones
presidenciales - para supuestamente tener a los militares venezolanos,
"contentos, entusiasmados, y leales" con el proyecto político pro
comunista del chavismo.
Estas medidas sistemáticas, fríamente calculadas por la alta dirigencia
chavista, evidencian las constantes prácticas sombrías e inmorales del
presidente de la república en la conducción del país. Las mismas además
de provocar malestar en un denso sector de la población - el cual ha
aguantado hasta lo inaguantable – nos dejan entrever con bastante
claridad, que el gobierno estaría coqueteando con los militares
institucionalistas, con miras a no entregar el poder al perder las
elecciones del octubre próximo, y al parecer, estaría aspirando un
respaldo masivo del sector militar, para intentar mantenerse a todo
costa en el poder.
Ante esta grave y crítica situación, no es descabellado suponer que este
es un "trapo rojo", lanzado con la más perversa intensión, de propiciar
manifestaciones populares masivas de descontento, que justifiquen
decretar el estado de derecho, para posponer o cancelar las elecciones
presidenciales, dadas las indicaciones pre electorales adversas para el
chavismo, que se perciben en las encuestas y en las calles, pueblos y
ciudades de toda Venezuela.
Este insólito e inesperado aumento, no tanto porque los militares no se
lo merezcan, sino por el desprecio que demuestra el presidente por los
otros sectores de trabajadores, quienes son igualmente merecedores del
mismo, plantea un debate, el cual es difícil de eludir.
Venezolanos pensantes de todas las tendencias políticas del país,
incluyendo al mismo chavismo democrático, vienen debatiendo con seriedad
y preocupación, que hacer en el futuro con la Fuerza Armada Nacional,
una vez que el chavismo sea derrotado electoralmente, y éstas últimas
permitan por ley, que la oposición asuma el poder.
Algunos plantean que LAN se debe eliminar. Otros están en desacuerdo y
piensan, que lo que hay que hacer, es recobrar las instituciones del
estado venezolano, reconstruirlas, mejorarlas y modernizarlas, para que
estas funcionen adecuadamente, según su rol establecido, tal como está
contemplado en la constitución.
Los militares institucionalistas, actualmente bajo el mando y dominio de
los militares chavistas, pudieran estar preocupados por su futuro y el
de la carrera que escogieron, como medio de sustento. Mis respeto y
reconocimiento a los militares que siguen creyendo en la democracia.
No es para menos, dado que de ganar Hugo Chávez las elecciones, sus
opciones democráticas e institucionalistas se desvanecerían, y solo
tendrían la alternativa de apoyar decididamente al régimen, so pena de
tener que darse de baja y/o cambiar su carrera por otra, lo cual en
Venezuela no es tan fácil, en la situación actual.
Por el contrario, de ganar la oposición las elecciones, como se espera
que así suceda, tendrían la oportunidad de vivir con libertad en plena
democracia, sin las angustias e inhibiciones que actualmente sienten, y
viven en carne propia.
Para el alto mando militar chavista, es asunto de vida o muerte que Hugo
Chávez gane las elecciones, única forma de seguir disfrutando de las
bondades del poder, ya que de perder las elecciones, algunos de ellos
tendrán que darse de baja, y otros enfrentarse a la nueva justicia.
La disolución de la FAN es inconveniente y la descartaría de plano; dado
que a pesar de toda nuestra historia militarista, son una necesidad para
Venezuela. Estoy ganado a la tesis de recuperar las instituciones y
mejorarlas, para que funcionen adecuadamente, y evitar así, los
desafueros de algunos militares inadaptados, golpistas, con ambiciones
desmedidas.
En una verdadera democracia, los militares conocen su rol perfectamente,
y las instituciones del estado y la constitución de la republica, les
impiden salirse de su curso, so pena de ser castigados o retirados del
servicio.
A propósito, del tema, le recomiendo al amigo lector, leer la
bibliografía, o ver la película sobre el general estadounidense Douglas
MacArthur, el mayor y más laureado héroe nacional de USA, durante la
guerra con Japón, en el marco de la segunda guerra mundial, donde se
expone el gran conflicto que se produjo entre el poder civil y este
insigne General de cinco estrellas, y la solución que los políticos
dieron al mismo, antes que el problema se les fuera de las manos.
Por el contrario, en gobiernos totalitarios, el rol de los militares de
alto rango, como el existente en Venezuela, cambia radicalmente, dado
que sus actos, ya no se rigen por la constitución, debido a que ésta es
sustituida por el presidente, a quienes los militares les deben mayor
obediencia y devoción, que a la misma, la cual pasa a un segundo plano.
Basta con oír sus arengas a subalternos y declaraciones a la prensa,
para confirmar lo anterior.
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