Andrés Simón Moreno Arreche
Jueves, 1 de diciembre de 2011
El ambiente político venezolano es, lamentablemente, electorero. Y
afirmo que lo es y que lo lamento, porque tanto el Poder Ejecutivo
Nacional -el gobierno del Estado- como el resto de la ciudadanía
tendríamos que estar enfocados en la solución de los muchos y graves
problemas, de todo tipo y complejidad, que nos aquejan, sin desgastar
energías y talentos en la discusión ¿Bizantina? De si ellos son
'heredados' del siglo pasado o son 'generados' por la actual
administración, que de todas maneras habrá que precisar como parte del
diagnóstico y no como enfoque central.
Pero cargamos con la mácula de ser una población de inmediatistas
carentes de conciencia histórica, peligrosamente olvidadizos y
políticamente presidencialistas, una rémora del caudillismo de la
'cosiata' o 'revolución de los morrocoyes' que desde el 30 de abril de
1826 traemos incrustado los venezolanos en el genoma político. Y siendo
ese y no otro el comportamiento nuestro y el escenario, toca a quienes
nos reputamos como demócratas la necesaria tarea de ubicarnos
ideológicamente antes de manifestar preferencia por cualquiera de las
alternativas que se nos presentan desde la acera de la libertad y el
respeto al disenso. Y así como cada uno de los pre-candidatos tiene el
compromiso de presentarnos un programa político, social y económico a
corto plazo (1 año para sentar las bases de la reversión del comunismo
por la democracia) un plan a mediano plazo (los 5 años de su gestión
para retomar el rumbo del progreso y crecimiento sustentable) y un
proyecto a largo plazo (una visión de país a ser proseguida en el
futuro), nosotros los electores también tenemos la obligación de
auscultar nuestra orientación política, para luego seleccionar de entre
aquellos que se postulan para las 'primarias', aquel que interprete
mejor nuestra visión de país.
Esta es una labor nada fácil para cualquiera de nosotros, acostumbrados
a resumir al máximo la vida en función de los obstáculos y las
dificultades que se nos presentan en los diferentes entornos que nos
toca vivir, y que utilizamos esos 'atajos intelectuales' para hallar las
muletillas con las que nos construimos mentalmente nuestro particular
universo, con imágenes ancestrales autónomas, constituyentes básicos de
lo inconsciente colectivo y que nos simplifican la toma de decisiones:
Es decir, que estamos acostumbrados a 'arquetipar', siendo los
arquetipos sociales aquello que Carl Gustav Jung definiera como las
posibilidades heredadas de representaciones del inconsciente colectivo.
¡Es que somos adictos al consumo de esos procesos organizados bajo la
estructura de esquemas a priori, que castran la circulación de la
energía social y nos confiscan las posibilidades de captación e
interpretación de la realidad!
Para hallar mi ubicación ideológica consulté el 'Diagrama de Nolan'
(<http://www.testpolitico.com/>), me respondí con honestidad las 20
preguntas referenciales que integran el cuestionario y hallé la
definición de mi ubicación ideológica: Soy centro-liberal. Y compruebo
con la realidad que sí lo soy, pues comparto con otras ideologías
algunas de sus mejores y más sobresalientes características políticas.
Yo prefiero un sano equilibrio entre Estado y libertad individual; estoy
convencido que el Gobierno del Estado debe tener unas funciones
limitadas, siempre anteponiendo la libertad individual, así en lo
económico como en lo político y social. Sí, soy en esencia un liberal.
Uno de los que cree en que el Estado debe tener un gobierno con
funciones limitadas al cobro de los impuestos, a traducir esos dineros
exclusivamente en bienestar público, con un agresivo programa de
infraestructura nacional, máxima seguridad social y ciudadana, excelente
educación básica pública y el aseguramiento de la integridad territorial
y la paz social.
En materia de libertad de expresión, comunicación y opinión, sostengo
que en ningún caso o circunstancia, debe existir censura de opiniones
por parte del Estado, aunque algunos individuos y medios de comunicación
difundan con facilidad opiniones equivocadas con objetivos
cuestionables. Son las Leyes y los Tribunales de la República los
encargados de determinar, a petición de la parte afectada, la pena en lo
civil, mercantil y judicial para quienes valiéndose de la libertad de
expresión y opinión afecte al colectivo o a particulares con sus
afirmaciones. El Gobierno, representado en el Poder Ejecutivo, nada
tiene que hacer más que cumplir el mandato de ejecutar el corpus legal
de la nación y permitir que el otro Poder, el Judicial, se encargue de
dictar justicia, sujetando a las partes involucradas al imperio de las
leyes, por mandato de la voluntad popular.
Creo en un Estado esencialmente laico que permita la libertad de cultos
e incluso que apoye con subsidios y otras modalidades de respaldo
indirecto, las labores de carácter social que adelantan las iglesias de
diferentes orientaciones y cultos, sin que medien concordatos o acuerdos
Estado-Iglesia que favorezcan a una congregación o religión por encima
de las demás. En mi visión de una Venezuela próspera, libre y soportada
sobre la independencia de los Poderes del Estado y el imperio de la Ley,
la defensa del país corresponde exclusivamente a las distintas ramas de
un ejército nacional y estrictamente profesional, al que acude la
ciudadanía de manera voluntaria, bien para formarse como profesional en
los diferentes niveles de cada una de las fuerzas, o para prestar como
apoyo a los profesionistas un servicio por un lapso limitado,
equivalente a cualquier otro servicio público voluntario. Es a la fuerza
policial preventiva del Estado, mas no a las Fuerzas Armadas, a quien
corresponde controlar la inmigración, siguiendo los controles
establecidos y respetando los derechos humanos de los ciudadanos
infractores, y junto con la integridad territorial y la vigilancia
activa de la inmigración por las fronteras, debe ser prioridad para el
próximo Gobierno que el Estado proteja y promueva las expresiones
culturales, el idioma, las lenguas y las identidades que identifican a
los pueblos y sus moradores autóctonos y recientes, y que desde estas
regiones perfilan el rostro multicultural, multiétnico y polifacético de
la Nación.
En lo que toca a la moralidad, soy de los que concibe las relaciones
sexuales entre adultos como un asunto de la esfera privada e íntima de
las personas, aunque personalmente creo que las manifestaciones públicas
y notorias de la homosexualidad, la poligamia y la prostitución deben
estar fuertemente controladas y ante cualquier evento de exposición
pública, deben primar los valores morales de las familias afectadas por
encima de la libertad de 'exposición pública' de aquellos que ofenden el
recato y la moralidad de los menores de edad. La libertad que tiene una
persona para manifestar o exhibir una determinada conducta u orientación
sexual llega hasta donde los otros lo consideren ofensivo y para ello
tal ejercicio de libertad y manifestación de la sexualidad individual
pasa por el ejercicio del respeto a los demás.
Sin menoscabo de que las libertades religiosas y sexuales poseen
limitaciones propias que deberán regirse por las leyes en un Estado de
Derecho, el Ejecutivo Nacional que yo quisiera para mi país tendría que
impedir cualquier imposición o beneficio sustentado en criterios
discriminatorios por el sexo, la edad, la condición social, la religión
o cualquier otra afinidad política o social, pues ello viola el
principio de igualdad ante la Ley y establece precondiciones
anticonstitucionales. Los futuros integrantes del Poder Ejecutivo
tendrán que ser particularmente estrictos con quienes promuevan la
segregación social con listas como la tristemente célebre 'Lista Tascón'
o la fallida 'Lista Maisanta'.
En lo relativo a las drogas, los narcóticos y los estupefacientes, deseo
la llegada de un Gobierno democrático y liberal que legalice el uso de
algunas de estas substancias, de manera vigilada y controlada, con el
objetivo puesto en la curación y la reinserción a la sociedad productiva
de los adictos, tratándoles en primera instancia como enfermos, y
atacando el aspecto perverso de su dependencia: la distribución ilegal y
descontrolada de las substancias que le subsumen en ese mundo de narco
dependencia. Alcanzar este objetivo presupone un esfuerzo muy grande, no
exclusivo del Gobierno, mas sí liderado por él. La despenalización del
consumo, que se evidencia con el compromiso por parte del adicto al
sometimiento a planes de desintoxicación, consumo moderado y vigilado y
reinserción productiva, debe sumarse a una política de persecución,
aprehensión y enjuiciamiento de traficantes a todo nivel. Solo así podrá
atacar un Gobierno liberal el flagelo actual de la drogadicción y sus
secuelas.
Mencioné anteriormente que la seguridad ciudadana es una de las
obligaciones fundamentales de próximo gobierno democrático que reemplace
al actual desgobierno socialista. Las nuevas autoridades policiales
tendrán que lidiar con una delincuencia organizada, desatada y muy bien
armada, y aunque las medidas preventivas que se tomen presupongan una
mejoría de la seguridad de los ciudadanos, habrán de respetarse
estrictamente los derechos individuales. Para alcanzar este propósito,
un próximo Gobierno centro-liberal habrá de apoyarse en la ejecución de
las Leyes y en un Poder Judicial reconstituido, independiente, con
jueces estables y probos, para dictaminar cuándo la justicia colectiva
ha de anteponerse, preventiva y momentáneamente, a ciertos derechos
individuales. Serán los tribunales y las leyes quienes le determinen al
Poder Ejecutivo cómo llevar a cabo, y en cuáles condiciones legales,
cualquier medida de fuerza policial.
Una de las mayores amenazas para la civilización es el deterioro del
Medio Ambiente. No obstante que seamos un país petrolero, para
garantizar un mejor nivel de vida para las próximas generaciones el
venidero Gobierno centro liberal tendrá que promover la energía limpia
mediante incentivos a aquellos que contaminen menos y cargas a los que
contaminen más, incluyendo a la industria petrolera 'aguas abajo'.
En lo relativo al comercio exterior, considero que la importación de
bienes del extranjero puede ser parcialmente limitada por el Estado
mediante diversos instrumentos, como los aranceles aduaneros o ciertas
regulaciones, pero el Estado no debe limitar el comercio internacional.
Éste debe ser libre y los aranceles deben reducirse o eliminarse. De
igual forma, los impuestos, necesarios para sufragar los gastos de
mínima buracracia del gobierno del Estado no deberían subir. Deben ser
los justos y necesarios para dotar a la nación de la infraestructura
física necesaria, de una conveniente seguridad ciudadana y de una salud
y educación básica, gratuita y de primer nivel.
Las pensiones para la jubilación que garantizan el bienestar cuando se
llega a la tercera edad, deben estar garantizadas por el Estado, con
algún tipo de modelo mixto que pueda conjugar un sistema público y
planes privados.En todo caso, nunca daban ser inferiores al costo de la
Cesta Básica Nacional, y deberá incluir programas de subvención temporal
(articulado entre Gobierno y empresas públicas) para que los pobres y
necesitados obtengan una verdadera solidaridad social del resto de la
sociedad, mientras se le reinserciona en el aparato productivo nacional.
El Estado debe gestionar estas ayudas y asistencia adecuada a los
necesitados, independientemente de que las instituciones privadas de
caridad puedan complementarla voluntariamente. En esa misma línea, el
Estado debe construir centros médicos de carácter público y financiarlos
mediante contribuciones a un seguro médico público de carácter
obligatorio (Seguridad Social) sin menoscabo de que particulares puedan
extender esa cobertura médica con pólizas y planes de HCM de empresas
aseguradoras privadas.
Entrando en la materia productiva, quisiera que el próximo gobierno
democrático tomara en cuenta que algunas profesiones requieren no sólo
de una cualificación para ejercerlas, sino que esa cualificación inicial
(usualmente técnica y universitaria) debe ratificarse periódicamente.
Toda licenciatura universitaria o técnica debe actualizarse para
garantizarle al que contrata al profesional que el conocimiento y
experticia van de la mano. Los sectores profesionales deben estar
regulados por organismos independientes, como los colegios profesionales
y los profesionales cualificados deben colegiarse en ellos, para que los
usuarios y beneficiarios de sus servicios profesionales sepan que esas
licenciaturas, maestrías y doctorados están actualizados y respaldados
por colegiaciones profesionistas cuya supervisión garantiza la calidad
de sus servicios.
En lo laboral, no hay dudas que los sindicatos representan los intereses
de los trabajadores, pero estos deben regirse por las normas aplicables
a cualquier otra asociación, y no recibir financiación pública o
atribuírseles funciones especiales, pues un sindicato es una agrupación
de iguales que deben autogestionarse con el aporte de sus miembros y
sujetarse estrictamente a las normativas estipuladas en la Ley Orgánica
del Trabajo.
Los contratos laborales vinculan a empresarios y trabajadores en sus
obligaciones, pero los contratos laborales deben gozar de más libertad
de cláusulas entre las partes. La legislación debería interferir menos
en materias puramente contractuales, como su duración o causas de
rescisión, aún cuando se disponga de un aparataje legal, amplio e
incluyente, con el que se legisle imparcialmente los derechos y deberes
de las partes, libremente convenidas bilateralmente siempre que no se
violen derechos constitucionales y supraconstitucionales, asumidos por
el Estado en sus convenios con instituciones internacionales.
Mi visión sobre las finanzas públicas es que el Banco Central y el
sistema bancario, formado por los bancos comerciales, son los que ponen
en circulación el dinero de curso legal. No el Gobierno. El Banco
Central debe tener como función esencial la regulación de la economía,
por lo que debe ser independiente y supervisar a los bancos comerciales.
Los grandes comercios y los Mega Mall tienen ventajas competitivas
frente al pequeño comercio tradicional, pero estos son empresas como
cualquier otra. Tienen derecho a competir libremente en el mercado, sin
restricciones en sus horarios o precios.
La gran incógnita es el Plan de Gobierno y el Proyecto de País de los
precandidatos demócratas que satisfagan estas inquietudes y conjugue con
mi ubicación ideológica. Como muchos otros venezolanos, espero un debate
entre ellos (el anterior fue una 'presentación en sociedad') y además de
los debates (uno solo no alcanzaría) espero tener en mis manos, antes de
la selección del candidato único y demócrata, ese plan, ese proyecto,
porque vamos a estar claros: Yo no le daré a ninguno de ellos mi
preselección y posteriormente mi voto sin que medie 'antes de' su
selección, un compromiso público de cada uno de ellos sobre estos temas.
También a ellos se les acabaron los 'cheques en blanco'.
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