Venezuela: la victoria de la juventud no debe ser malograda
[22-04-2014 12:41:58]
Huber Matos
(www.miscelaneasdecuba.net).- En Venezuela no hay democracia porque no
hay independencia de poderes, ni medios de comunicación libres y porque
la influencia de la dictadura castrista es determinante en las
decisiones que toma el régimen que representa Nicolás Maduro. Estos son
los problemas a resolver y la intervención castrista es la raíz del mal.
El diálogo aparentemente propuesto por Nicolás Maduro eludirá estos
temas porque el propósito real es el de reponerse de la derrota que le
ha propinado la juventud venezolana. El diálogo es un respiro para
retomar el camino dictatorial, continuar sosteniendo a la dictadura en
Cuba y continuar robando mientras se amparan en la demagogia populista
en Latinoamérica.
Los castrochavistas fueron derrotados porque decidieron responderle con
violencia a los estudiantes venezolanos. Creyeron que acusando a los
manifestantes de ser parte de una conspiración fascista y asesinando y
arrestando a unos cuantos muchachos y muchachas los aterrorizarían a
todos. Confiaron en los métodos que el castrismo copió del comunismo
soviético y en el silencio de los gobernantes latinoamericanos. Se
equivocaron con la solución represiva y expusieron al ridículo a sus
socios de la CELAC.
El régimen apuntó al miedo y en lugar de sembrar el pánico despertó el
heroísmo en una juventud que en menos de dos meses ha conquistado la
admiración de millones de personas en el mundo, entre ellos a la mayoría
de los latinoamericanos. Con su audacia, sus heridos, sus presos y sus
muertos, los estudiantes han inyectado fe y visibilidad a la oposición
democrática venezolana. Una hazaña difícil de imaginar hace algunas
semanas. La victoria ganada por los estudiantes les pertenece a todos
los demócratas pero no debe ser malograda. El que se cansa pierde y
el que se equivoca también.
El régimen se ha debilitado porque los indecisos han visto con claridad
la cara cínica y brutal del chavismo, sumado a la desilusión de quienes
han dejado de creer que el gobierno actual los representa. La mayoría
de los venezolanos rechaza las acciones criminales de los "colectivos" y
de la "guardia" y responsabiliza a Nicolás Maduro de estos excesos y de
la incompetencia del gobierno. Maduro está más débil hoy que nunca.
Está manchado de sangre y ha demostrado que para él los intereses del
castrismo son más prioritarios que los de Venezuela. La realidad de la
intromisión castrista en Venezuela se ha convertido en un estigma
difícil de manejar para burócratas y militares.
En el campo internacional el descrédito ha sido igualmente considerable.
En la medida en que los jóvenes continúen siendo víctimas de la
violencia se les hará más difícil a los políticos de la CELAC guardar
silencio o seguir repitiendo que Maduro es un presidente legítimo al que
se trata de destituir en las calles con una supuesta conspiración
antidemocrática. Canadá, los Estados Unidos, Panamá y la Unión Europea
han condenado los atropellos contra la oposición y aproximadamente 200
parlamentarios han denunciado a Nicolás Maduro en la Corte Penal
Internacional.
Ante este panorama interno y externo, Maduro y sus secuaces han invitado
a un sector de la oposición a un diálogo para maquillar su imagen. En
estas reuniones no aceptarán nada que ponga en peligro la consolidación
del régimen. No lo va a permitir la dictadura castrista ni tampoco el
chavismo minoritario y radical.
El sector de la oposición que ha querido aprovechar "el diálogo"
ofrecido por el gobierno no puede arriesgarse a fracturar la unidad de
la oposición, ni mucho menos a desplazar del escenario a una juventud
que todavía tiene al régimen a la defensiva. Esto sería dar un paso
atrás muy grave y posiblemente irrecuperable. Tampoco se le debe
facilitar la oportunidad a Nicolás Maduro y a sus aliados de presentarse
ante los chavistas moderados, ante los militares y ante la comunidad
internacional como gente capaz, flexible y con buenas intenciones.
Para evitar esto debe quedar claro, público y notorio que Venezuela no
podrá tomar el camino democrático mientras no sean expulsados de su
territorio todos los agentes de inteligencia, oficiales de las fuerzas
armadas, represores y asesores cubanos y mientras no se elimine la
multimillonaria subvención al castrismo.
No hay democracia sin un gobierno que respete y dé libertad a la prensa,
a la radio y a la televisión, sin un sistema judicial independiente y
sin un poder legislativo verdaderamente representativo. Un gobierno
provisional que sustituyera al de Nicolás Maduro debe apoyar una
autoridad electoral imparcial. Un proceso electoral transparente debe
comenzar con la depuración de las listas de votantes y culminar con
elecciones libres y un escrutinio estricto, todo bajo supervisión
internacional. El sacrificio de los jóvenes venezolanos y la admiración
y la solidaridad ganada dentro y fuera de Venezuela son un tesoro que no
debe ser malogrado… "la lucha continúa".
Dr.Huber Matos Garsault.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/535647763a682e0594be9bd7#.U1ebBPmSwx4
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