Chávez, Nicolás Maduro
Habemus Sanctus
La ignorancia es el campo preferido por los hagiógrafos
Rebeca Montero, La Habana | 08/03/2013 10:21 am
Aunque Karl Marx haya escrito (y haya sido multicitado fuera de
contexto) que "la religión es el opio de los pueblos", tal parece que
los hagiógrafos revolucionarios, a falta de una Tierra que sea "el
Paraíso/ Imperio de la Humanidad"[1], se han visto necesitados de
construir un Panteón Utópico, de dioses socialistas quienes, al ser
venerados, facilitarán el paso por este Valle de Lágrimas capitalista
hasta lograr la Redención de los sempiternos Humildes.[2]
Luego del desastroso desembarco del Granma, Fidel Castro aglutinó a doce
supervivientes para dar inicio a la lucha guerrillera. Eran doce, como
los apóstoles, y si hubiera habido de menos o de más, se hubiera tenido
que borrar. Entró a La Habana en enero de 1959, con treinta y tres años,
la misma edad que tenía Jesús al morir, recibió las palmas del pueblo y
circuló la famosa portada de la revista Bohemia, con Fidel ajesusado y,
al pie, las palabras: "¡Gloria al Héroe Nacional!" Así comienza su
culto, marcado por la infalibilidad ("si Fidel supiera esto… pero todo
se lo esconden"), sobrevivió a cientos de atentados contra su persona,
como Daniel resistió y amansó a los leones, se restauró el feudo en que
nació como lugar sagrado de la Patria, culminación de peregrinajes. Se
convirtió en esencia forestal, de tierra del caiguarán y una poción
mágica, bendita, lo hizo invencible: "Fidel, Fidel, ¿qué tiene Fidel/
Que los americanos no pueden con él?". Los devotos revolucionarios
bajaron de sus paredes los cuadros del Sagrado Corazón y colocaron su
imagen.
El tema no es nuevo. A la muerte de Lenin, se embalsamó y colocó su
restaurable cuerpo en un monumento, en la Plaza Roja, a pesar de que él
quería estar al lado de su madre. A Stalin, el Padrecito Stalin también,
pero duró solo hasta el XX Congreso del PCUS, cuando lo enterraron en el
Kremlin, donde siguen sus devotos colocando flores. Los "hermanos del
Este" siguieron la moda y ¡qué decir de la variante asiática! El delirio
perpetuo que rodea a Mao, a Kim Il Sung, a Ho Chi Minh.
La ignorancia es el campo preferido por los hagiógrafos. Ante la miseria
que se erige sobre tierras bendecidas por la abundancia de recursos,
miseria que no se puede eliminar a causa de la ineficacia, la
corrupción, la politiquería, el nepotismo, el clientelismo, el
asistencialismo, la dilapidación de riquezas, la educación acotada, la
mentira repetida, queda sólo un camino: el de la fe esperanzadora.
Hugo Rafael Chávez Frías ha muerto. Su cadáver —presumiblemente
embalsamado por Massimo Signoracci, quien ha poco estuvo en periplo
caribeño y sudamericano— será expuesto por dos semanas para que el
pueblo lo vea, lo sueñe, le rece. Dicen que luego descansará en un
Mausoleo y no en el patio de su abuela, como quería. Es ya héroe de la
Patria y mártir de la Revolución Bolivariana porque falleció por exceso
de trabajo dedicado a su pueblo o por las malas mañas del Imperio o de
la Derecha (no se sabe aún). El cáncer que lo aquejó no fue cáncer, solo
fue otro disfraz del Maligno. Nicolás Maduro es el discípulo designado,
la piedra sobre la que se erigirá su iglesia.
Habemus Sanctus.
[1] Fragmento del himno "La Internacional".
[2] Disculpen la profusión de mayúsculas, pero la solemnidad lo requiere.
http://www.cubaencuentro.com/internacional/articulos/habemus-sanctus-283397
No comments:
Post a Comment