Wednesday, March 20, 2013

Basta de corrección política

Basta de corrección política
Carlos Fernández Cuesta
Martes, 19 de marzo de 2013

Seguir asumiendo lo políticamente correcto con el propósito de no
ofender a sus feligreses, por quienes han conducido al país al escarnio,
al ultraje y la humillación, resulta ya a estas alturas de la muerte del
caudillo, insoportable.

No es cuestión de regocijarse, ello entraría en el terreno de una
degradación indigna del propio yo que en la condición humana no suele
prevalecer aun ante nuestros peores adversarios. Pero lo que no puede
justificarse, es dejar que el chantaje de nuestros sentimientos nos
ciegue el entendimiento, arrastrándonos a atribuirle a su conducta
reprochable, los perfiles contrarios a los que mantuvo en su accionar
público. Sus ejecutorias afectaron de forma radical la vida de los
otros, es ineludible hacer los juicios correspondientes, nada de esperar
a que el futuro se encargue de poner en su lugar esa vida. Es tarea
nuestra como testigos históricos, la irrenunciable tarea de darle ese
material a los historiadores.

Los faraónicos funerales, el dolor de sus seguidores, como la disecación
anunciada para su eterna memoria, no borrarán jamás el colosal daño que
le hizo a Venezuela.

La enajenación de su soberanía a la tiranía castrista, el ensañamiento
con sus perseguidos políticos, el despojo masivo de propiedades y el
aliento de invasiones en el contexto de su megalomanía narcisista de
vengador de los pobres, son entera obra suya.

Como lo es todo el despilfarro de sus innumerables experimentos
económicos fallidos, la represión policial en la calle auspiciada en su
inclemente odio a quien desafiara democráticamente su gobierno
autocrático con "gas del bueno" y la implementación y cobijo de grupos
paramilitares y de motorizados armados para castigar e intimidar a la
disidencia. Si algo se destaca, es su ausencia de magnanimidad como
signo distintivo de la abyección moral de su personalidad, impregnada
del más tradicional gorilismo militar fascistoide. Fabricó un mito en
vida con un deliberado culto a la personalidad, por eso sus
colaboradores más le temían que le admiraban, logrando con sus destrezas
histriónicas terminar por echarles la culpa, con éxito, de sus
catastróficos errores.

Estos y sus militares corruptos medraron a su sombra para enriquecerse,
incluyendo la enorme red de narcotráfico enquistada en sus círculos más
íntimos, y que encubrió impunemente, manteniendo al pueblo desinformado
de los desmanes de su camarilla, ese que ahora desfila llorando sobre
sus restos. Se forjó su popularidad, personalizando con transferencias
directas del inmenso caudal del ingreso petrolero, al favorecer un
enorme sector empobrecido, buena parte de él parasitario, estimulando la
dependencia estatal, el ausentismo laboral y la holgazanería sobre el
trabajo, destruyendo con ello la productividad, las finanzas públicas,
los equilibrios presupuestarios y la disciplina fiscal, dando como
resultado un líder muy popular y amado en contraste con un país en
ruinas, dividido y subordinado al fracasado modelo cubano. La
deificación que estamos viendo, fue uno de sus objetivos primarios, se
lo fabricó en vida, fueron sus deseos explícitos el ser reconocido como
un antiguo prócer de la Independencia, por lo que no tiene más autores
que el propio Chávez.

La momificación de este seudo héroe se erigirá, en la percepción
popular, en el peor enemigo de la colosal torta que pondrán sus
incapaces herederos.

clfcuesta@gmail.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/2611208.asp

No comments:

Post a Comment