La izquierda McDonald's
José Prats Sariol | Arizona | 25 Mar 2013 - 10:04 am.
'Hablan de América Latina para dolerse de las bochornosas desigualdades
económicas y del analfabetismo funcional, de la violencia e inseguridad
ciudadana… El problema es cuando pasan a buscar soluciones.'
La actual gira de Yoani Sánchez precipita este comentario. La valentía e
inteligencia de esta intelectual cubana, su sencillez expositiva y el
detallito de que regresa a proseguir su labor, ha revuelto los hígados
de los enemistados con la realidad.
La izquierda McDonald's coincide con la desaparecida izquierda caviar,
pero tiene sus peculiaridades. Se localiza en los Estados Unidos, en sus
universidades, fundaciones y algunos medios informativos. Su actitud
hacia Yoani —a lo que ella representa y simboliza— confunde, tergiversa.
Se trata de ciertos intelectuales cuya primera preocupación es su buena
conciencia. Lo que entienden —bajo un egoísmo que a veces ni perciben—
como "compromiso". Un compromiso, claro está, de un solo lado: el suyo
de ilusiones sin desengaños.
Ni el caviar soviético ni la hamburguesa yanqui tienen hoy la culpa.
Pero lo cierto es que en 2013 los residuos boxísticos mucho conservan de
Guerra Fría, de comunismo y demás hierbas malas de la modernidad. No es
casual que tales rémoras abunden más entre intelectuales de la tercera edad.
En ellos el marxismo —a veces matizado— sigue funcionando, fanatizando.
Así puede observarse en preguntas a Yoani, como "¿quién paga su viaje?",
"¿quiere que retorne el capitalismo a su patria?", "¿por qué no habla
del bloqueo yanqui y sus enormes daños?".
Sin embargo, la izquierda Mcdonald no solo está poblada por los capaces
de las preguntas anteriores (también formuladas por los diplomáticos de
la dictadura y sus agentes). Quizás ese segmento sea el menos dañino,
por su evidente desfase histórico, por la obsolescencia de su discurso.
Los peores son otros. Entre ellos algunos emigrados de América Latina
que tras una mordida a su hamburguesa —ya disfrutan de ciudadanía
estadounidense— despotrican contra la vida en los Estados Unidos sin ni
siquiera pensar por un momento en regresar a Uruguay, Argentina, México,
Puerto Rico…
Son el grupo Madame Bovary, del wishful thinking o pensamiento
desiderativo sin apoyo real. Ahora conversan sobre el socialismo del
siglo XXI, reciclan la teología de la liberación, creen en el chavismo,
celebran a Correa y las reformas emprendidas por Raúl Castro. Preguntan
a Yoani cómo tender puentes, dialogar con los mismos que dinamitaron los
puentes y solo oyen el eco de sus discursos, sus propias órdenes de mando.
Apuntan a una transición cubana con el mismo gobierno e ideología, que
encontrará El paraíso en la otra esquina; aunque quizás no hayan leído
la caracterizadora novela de Mario Vargas Llosa, que precisamente
desmonta la ilusión populista dirigida desde una élite sectaria, por lo
general corrupta o en vías de corromperse con las prebendas del Estado.
Hablan de América Latina para dolerse —con razón— de las bochornosas
desigualdades económicas y del analfabetismo funcional, de la violencia
e inseguridad ciudadana… El problema es cuando pasan a buscar
soluciones. Ahí la orquesta va por un lado y los bailadores por otro.
Pero se confunden y confunden. Ilusionan. Invitan al Bar Esperanza. Por
eso duermen en paz. El análisis que arman se detiene en la puerta:
¿abrir qué?, ¿con quiénes?, ¿cómo y hacia dónde?
Apenas creen —aunque la disfrutan— en la democracia que, con todos sus
defectos, es sideralmente más perfectible que la Cuba dirigida por los
Castro y su partido leninista. Prefieren subliminalmente a los gobiernos
autoritarios. Y evadir la realidad: no aceptar que la pobreza en Cuba es
mayor que en 1958; que sus derivados son tan terribles que no se puede
buscar en sus culpables las difíciles, complejas soluciones.
Porque no se trata del nuevo montaje escénico —la "Transición"— sino de
que los actores han perdido toda credibilidad, aunque sean más astutos
con los disidentes que en la primavera de 2003, eliminen trabas
migratorias y al aflojar la soga económica retornen a 1968, mucho antes
de que Yoani naciera…
Esas realidades —solo algunas enunciadas aquí— son muy difíciles de
valorar desde prejuicios "progresistas", ilusionados con los
"Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la
Revolución", nuevo truco que pospone los cambios sustanciales.
Nada, Yoani, que haces muy bien en sonreír ante las esperanzas y
preguntas de la izquierda McDonald's. Hay poco que hacer cuando el
enfermo no pone de su parte.
http://www.diariodecuba.com/cuba/1364202284_2326.html
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