Thursday, July 12, 2012

Pañuelos rojos

Pañuelos rojos
Carlos Oteyza
Jueves, 12 de julio de 2012

Estos llamados colectivos, que disponen de ametralladoras y armas de
asalto según narra la prensa, nos remiten con estupor a otros tiempos y
a otras violencias. Nos referimos a los de la guerra civil española,
donde españoles armados, en ambos lados, cometieron numerosos crímenes
por cuenta propia.

Hace sólo unos días pudimos ver, tanto en El Nacional como en El
Universal, sendas fotografías de integrantes de los llamados colectivos
de la parroquia 23 de Enero, operando, en el medio de la calle y a pleno
día, como alcabalas paramilitares. Sus integrantes llevan pañuelos rojos
cubriendo el rostro ychaquetas de camuflaje.

Por donde se le quiera entrar al tema, cualquier razón para que esto
suceda está fuera de los límites de la racionalidad y colinda con la
barbarie del noEstado y de la anarquía.

Esta presencia no puede ser sino un peligrosísimo síntoma de la crisis
institucional en que hemos venido sumergiéndonos. Nada bueno puede
augurar el hecho de que el control de algunas calles, "de los
territorios liberados", en pleno medio de la capital estén en manos de
grupos armados que se autoproclaman defensores delproceso.

Estos llamados colectivos, que disponen de ametralladoras y armas de
asalto según narra la prensa, nos remiten con estupor a otros tiempos y
a otras violencias. Nos referimos a los de la guerra civil española,
donde españoles armados, en ambos lados, cometieron numerosos crímenes
por cuenta propia. La acción de estos grupos, en momentos de conflictos
agudos, como fue aquella guerra, no dejó sino rencor, desolación y dolor
en la poblaciónque decían defender.

Los testimonios abundan sobre el río de sangre que dejaron y del poder
que se adjudicaban anárquicamente. Las checas, como se les conocieron en
el bando Republicano, lo podían todo.

Santos Martínez Saura era, para 1936, secretario personal del presidente
Manuel Azaña. Corría el mes de agosto, recién iniciada la guerra en la
Madrid asediada; cuenta Martínez en sus memorias, que una noche después
desemanas de trabajo intenso en Palacio, decidió salir a tomar un café
con los amigos a la Gran Vía. Y estando en plena conversa, llegó una de
aquellas patrullas armadas y sin control del gobierno que solían
recorrer la ciudad de noche pidiendo papeles de identidad a los
transeúntes, llevándose de "paseo" a quienes sospechaban dederechistas y
haciendo de la guerra una ocasión para imponerse sobre los madrileños
gracias a sus armas.

Cuando le pidieron su identificación respondió que lamentablemente la
había olvidado, pero explicó quién era, nada menos que el secretario
privado del Presidente de la República Española, lo que corroboraron los
contertulios. Los milicianos, con armas al cinto y con el pañuelo rojo
al cuello que los identificaba, se rieron pues no le creyeron y lo
obligaron a subir al coche con la promesa de llevarlo a un supuesto comité.

Martínez sabía bien que esos paseos podían terminar con un tiro en la
nuca, sucedía a menudo. Insistió y logró convencerlos de pasar primero
por el Palacio de Gobierno, donde los guardias reconocieron de inmediato
al secretario del Presidente y pudo salir airoso de aquel aprieto en que
los milicianos armados y sin control lo habían metido. Fueron otros
tiempos, sí, y otra situación, pero siempre será útil aprender de la
historia.

Aunque sea un poco.

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/4327117.asp

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