Polarización y poder
Francisco José Virtuoso SJ
Viernes, 6 de julio de 2012
Todo esto tiene una explicación básica: somos una sociedad rentista, que
vive de la distribución que hace el Estado de los ingresos petroleros a
través del gasto fiscal y no del trabajo productivo. Esa dinámica nos
pone a todos por igual a depender de quienes tienen el poder de decisión
sobre el destino de la renta petrolera.
Ojalá que emprendan el camino correcto para sanear la competencia
política en Venezuela
La polarización en Venezuela se expresa en el ámbito estrictamente
político a-fectivo. Los sondeos de opinión revelan que nuestra
confrontación no es ideológica ni social. No estamos enfrentados entre
pobres y ricos o entre capitalistas y socialistas. Electoralmente, la
población se divide entre chavistas y no chavistas. Y cuando les
preguntan a ambos grupos qué piensan de la propiedad privada, la
injerencia cubana, la participación, la igualdad, cómo evalúan las
misiones o qué piensan sobre el Estado, sus respuestas son muy similares.
Todo esto tiene una explicación básica: somos una sociedad rentista, que
vive de la distribución que hace el Estado de los ingresos petroleros a
través del gasto fiscal y no del trabajo productivo. Esa dinámica nos
pone a todos por igual a depender de quienes tienen el poder de decisión
sobre el destino de la renta petrolera. Por eso nuestra principal
confrontación es sobre quiénes controlan el Estado, cuáles son sus
grandes fines, qué modelo de distribución deciden emplear, cómo se
controla esa repartición, etc.
Lo que caracteriza el ciclo político que se inicia en 1998 es
precisamente la sustitución de una elite política por otra, que bajo un
discurso -por cierto nada nuevo- que promete distribuir la renta dando
prioridad a las necesidades del pueblo, centraliza todas la decisiones
del Estado en el poder omnímodo del gran líder Presidente, que
paulatinamente va haciendo suya aquella frase el "Estado soy yo".
Esta centralidad del Presidente ha ocupado no solo el espacio
institucional del Estado sino el clima político en general, las
emociones y los afectos, logrando efectivamente dividir a la población
en dos grandes bandos: a favor y en contra. Pero la perversión va más
allá. Quienes han ocupado el Estado en la última década, pretenden
seguir promoviendo deliberadamente el clima de polarización como
estrategia para fortalecer más la confrontación y la desunión, para
distanciarse de los competidores. Para ellos los otros no son rivales
políticos sino enemigos, incapaces e inmorales. La idea es cerrar filas
entre los adeptos, garantizando que no se contaminen con afectos y
emociones extrañas.
Por primera vez en los últimos años, el candidato de oposición está
promoviendo una fórmula distinta de entender la política, superando la
confrontación como estrategia proselitista y ofreciendo una imagen
alternativa del significado de la gestión de la administración y la
jefatura nacional del Estado.
Ojalá quienes aspiran a ser nuestros legítimos representantes, por
respeto al pueblo que está cansado de la discrepancia, emprendan el
camino correcto para sanear la competencia política en Venezuela.
fjvirtuoso@ucab.edu.ve
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5587723.asp
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