Friday, July 6, 2012

El semidiós y el señor "la nada"

El semidiós y el señor "la nada"
Miguel Bahachille M
Viernes, 6 de julio de 2012

El semidiós. El latoso y extenso discurso del súper en su inscripción
como aspirante, otra vez, a la presidencia de la República, reveló una
faceta desconocida cual es su ascendente para, por ahora, salvar al
planeta tierra.

Después, ¡ya veremos! No es grave que lo exprese sino que esté
persuadido de ello. Todo niño sueña hacerse héroe para amparar a los
buenos y combatir los malos. Fantasía que palidece a medida que la
ineludible cronología lo dota de sapiencia y criterio para asimilar
parte de las derivaciones de la intrincada razón humana.

Hay que apoyar pues a nuestro titán. Si los gringos tiránicos,
codiciosos, indoctos, imperialistas, pudieron crear un superhombre en el
contexto de la gran depresión de los años treinta que los sacó de la
anomia colectiva que hasta suicidios había provocado, él, mejor dotado,
podría hacerlo desde el Palacio de Miraflores ungido por su infalible
profecía. El designio de los creadores de Superman, Jerry Shuter y Joe
Siegel, ambos de tendencia izquierdista, era que su ídolo asumiera el
papel de activista social para combatir, entre otros, a políticos
corruptos y trafagadores usureros. Analistas como Roger Sabin lo definió
como reflejo del ideal liberal (New Deal) ejecutado por Franklin Roosevelt.

Pero el acerado superhéroe gringo, a diferencia del nuestro, sí realizó
tareas sociales. Combatió al Ku Klux Klan, la corrupción gubernativa, la
delincuencia fuera del alcance de la policía a la vez que rescataba
algún gato atascado en un árbol, etc. Bienhechores como Hércules y
Sansón lo habían precedido pero, ¡claro!, sin la cobertura mediática que
inspiró su creación. Hoy nuestro héroe parroquial anuncia el rescate del
planeta secundado por sus legionarios y súper amigos Evo, Ortega,
Correa, Cristina, Castro, Mugabe, Lukashenko, Ahmadineyad, entre otros.
Atrás quedan las lides heroicas honradas por Sadam y Gadafi que con sus
espadas de Bolívar conferidas por nuestro líder, se inmolaron por la
libertad, justicia y la paz.

El pueblo estaría eternamente agradecido que la salvación del planeta se
iniciara por nuestro país en vista de tener la suerte de contar, por
fin, con un redentor capaz de cristalizar tan codiciada epopeya bíblica.
Bastaría que su aura prodigiosa se enfocara en rescatarnos de: la
delincuencia que asedia hasta nuestros hogares; el caos del transporte
colectivo y el peligro para quienes transitan por las despedazadas rutas
urbanas y suburbanas; el drama de damnificados que llevan años esperando
la adjudicación de viviendas dignas; un sistema judicial que ultraja la
legalidad movido por intereses difusos; los Aponte Aponte; la pertinaz
corrupción que corroe las instancias del Estado desde burócratas de
menor rango hasta laureados revolucionarios; grupos anárquicos armados
que bajo la figura de colectivos disponen de rangos y normas exclusivas
contraviniendo toda ley y la jerarquía del Estado.

Ahora le toca al señor "la nada". Esta parte es la más difícil. ¿Cómo
referirse a alguien que no existe? Bastan pocas líneas para despacharlo
aunque esa nada de rango universitario haya presidido la Cámara de
Diputados, la alcaldía de uno de los municipios más importantes del país
y la gobernación del estado más poblado después del Zulia.

Ahora se le ha metido en la cabeza que sus giras son reales; que lo
siguen cientos de miles personas de carne y hueso para tocarlo y
abrazarlo sin reparar que en el fondo no son más que ánimas. ¡Cosas
entre fantasmas! Bien merece ese señor nada una felpa desde el más allá
para que olvide esa fantasía de querer confrontar al inscripto semidiós
de acá. Ojalá se convenza que está padeciendo de un soplo alucinante
propio de su edad y que nada tiene que buscar en este mundo real fuera
de su alcance.

La realidad. Vale la pena develar la cadena de consignas insensatas que
el Presidente aspira racionalizar mediante arengas fraudulentas. No son
inquietantes los augurios aislados que esboza a cada rato, ni el arreglo
falseado del medio, ni la sobrevaloración de su propio ego, ni del
carácter preservativo que anhela para las instituciones, sino el
malestar general que se crea en la población por la combinación esos
factores.

Octubre es la gran ocasión para iniciar el rescate de la
institucionalidad perdida y la restitución de los signos democráticos.
El creído manumisor insiste en invalidar a Capriles conceptuándolo como
"la nada"; siendo todo lo contrario: lo valida con temor.

miguelbm@movistar.net.ve

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5981266.asp

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