Francisco Alarcón
Domingo, 15 de abril de 2012
Leyes que fueron denunciadas oportunamente y las apilaron los camaradas
para ser utilizadas en su momento oportuno.
A veces, a uno mismo le cuesta entender lo que está ocurriendo en
Venezuela, donde se instauró una dictadura "sustentada" en leyes
democráticas. "Verisimilitud" que nos asombra cuando advertimos como
Chávez sin parpadear, mediante una ley habilitante, implanta leyes que
no son afines a la constitución y de corte comunista.
Leyes que fueron denunciadas oportunamente y las apilaron los
camaradas para ser utilizadas en su momento oportuno. Entre éstas, nos
topamos con una incomparable, en adelante para endeudar al país no serán
necesarios los filtros de la Asamblea Nacional ni del Banco Central. Ya
el descaro es tal, que contraer deuda será discrecionalmente potestad
del Presidente, sin ninguna normativa ni prioridad valedera para los
habitantes de Venezuela.
Siempre he pensado cómo recogerá la historia estos trece años y
probablemente los que falten; a lo mejor con un desenlace tan inesperado
y sombrío como ocurre en las películas de ciencia-Ficción. No debe pasar
otra cosa en este inopinado sobrevenir, a pesar de observar todavía
tantas almas esperanzadas en la voluntad de un solo hombre, que no ha
hecho nada durante más de de dos periodos presidenciales.
Cualquier derrochador gobierno de la otrora democracia, hubiese sido un
paraíso al lado éste. En la época de Carlos Andrés Pérez con menores
ingresos petroleros, y en su empeño de hacer ver que aquí había pleno
empleo, advertíamos a los venezolanos henchidos de alegría, y el dinero
y las ilusiones monetarias, eran más que eso para que nos llamaran la
Venezuela Saudita.
Bastaba con decir que estábamos desempleados para que nos pusieran un
paltó e inmediatamente comenzáramos a trabajar, y si la cosa no nos iba
como suponíamos, nos correspondía una doble indemnización por despido
injustificado. Con la riqueza malgastada en estos últimos trece años se
han podido construir varios Dubai, y ninguno de los venezolanos
estaríamos obligados en trabajar sino recibiendo pingues pensiones de
esa generosa "revolución".
Cualquier suceder fue mejor, por ello, no le encuentro un acomodo en la
historia a esta absurda "revolución", pareciera que el país esta
despoblado o bajo el encantamiento de unos ovni. No hay reacción cierta
y las esperanzas de un cambio en momentos se hacen etéreas.
Las fantasías están sujetas a la parte convencional o emocional de los
individuos. Ya la oposición escogió un candidato y el resto de los
participantes que tantas alabanzas hicieron por la unidad están casi
inactivos, los otros ex candidatos ya no portan por las barriadas, ni
los grupos políticos se hacen presentes.
Solamente están pendientes de los informes del doctor Marquina
despachados a distancia, como si esa fuera la ideal solución para la
Venezuela enjuta, o manirrota de los camaradas. La historia no fluye, no
discurre, sino seguimos atados con la cabuya bien corta.
Esperanzados o desamparados ante las incomprensiones, cuando miramos al
mismo presidente dando sus partes médicos sin saber la certidumbre de su
dolencia, y llorando ante los Santos, cuestión extraña para un ateo. No
es justo que esta patria esté padeciendo de un cáncer y que no haya un
tratamiento oportuno, y el gentío en cambote resignados a morir, o a
seguir morando en este país sin vida, sin historia y sin futuro
aparente. Y que muera la opresión dice la letra de nuestro himno nacional.
Cuál opresión, si aquí estamos "democrática y libremente" expresándonos
como si nada estuviera ocurriendo, que hasta he llegado a rumiar es
cierto. Será que este indeterminado periodo se hallará recogido por la
historia como una "dictadura democrática", o a qué cosa lo referirán
cuando ya muchos de los que vivimos, seremos difuntos por razones
naturales, o a causa de la perfecta inseguridad que tanto le gusta a
este pueblo, mirando a los cadáveres intrépidamente como parte del paisaje.
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