Saturday, April 14, 2012

Presidente, usted ha cometido muchas y graves injusticias

Obispo Emérito de Carora:
Presidente, usted ha cometido muchas y graves injusticias
Eduardo Herrera Riera
Viernes, 13 de abril de 2012

Se dirige a usted este anciano obispo emérito de Carora, con 84 años
acuesta, que además padece las graves consecuencias de un fuerte
tratamiento de quimioterapia y de radioterapia, que me han dejado
extremadamente débil por haber rebajado 16 kilos de peso.

El honorable y convaleciente prelado asume que la prédica del odio y la
violencia tiene que ver con la sangre que diariamente corre por nuestras
calles y exhorta al Presidente a corregir las fallas en su gestión
gubernamentalEn una seria, contundente, extensa, valiente y profética
misiva pública, el primer y ahora obispo emérito dela Diócesisde Carora,
monseñor Eduardo Herrera Riera, hace una serie de cuestionamientos a la
gestión del jefe de Estado venezolano.

El convaleciente pastor cree que la autoridad nacional se ha dejado
llevar por su soberbia y es responsable de la desatada y peligrosa
violencia que vive el país.

A continuación la carta enviada a la redacción de este medio .

Carora 09 de abril

Señor comandante

Hugo Chávez Frías.

Presidente de la República.

Se dirige a usted este anciano obispo emérito de Carora, con 84 años
acuesta, que además padece las graves consecuencias de un fuerte
tratamiento de quimioterapia y de radioterapia, que me han dejado
extremadamente débil por haber rebajado 16 kilos de peso.

Soy como un esqueleto ambulante, que no se puede movilizar por sí solo,
llevándome siempre en silla de ruedas. Todo eso me da la seguridad de
que mi muerte está muy cercana. De todo esto podrá deducir la sinceridad
y el sano deseo que me mueven para hablarle con la mayor claridad...

Hay una frase de Jesús en el Evangelio, que por cierto la acaba de citar
el Cardenal Urosa en Televisión, que dice: "No todo el que dice Señor,
Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad
de mi Padre Celestial".

Usted ha dado diversas demostraciones de fe y de confianza en Dios,
llamándolo "Diosito mío", abrazando y besando crucifijos, visitando el
santuario del Santo Cristo de La Grita y muchas otras cosas por el
estilo. Si todo eso se hace con sinceridad, es muy laudable y se lo
aplaudo; pero, lamentablemente, eso no basta para recibir el perdón de
Dios y entrar en el reino de los cielos.

Es estrictamente necesario, además, reparar el mal y las injusticias que
se le han causado a las personas y a las instituciones, y que usted
llevado por su soberbia, las ha cometido en innumerables ocasiones. "El
gran pecado" llama la sagrada escritura a la soberbia, y eso fue lo que
llevó al bellísimo y poderoso arcángel Luzbel a rebelarse y querer
emular el poder de Dios, alzándose contra Él, junto con un grupo de
ángeles que le siguieron en su loca empresa.

Pero Dios envió contra ellos al poderoso arcángel San Miguel, que les
presentó batalla y los venció enviándolos a los terribles y eternos
sufrimientos del infierno.

Desde entonces Luzbel, que ahora se llama satanás y que no ha perdido
sus dotes de inteligencia y poder, no cesa de trabajar por llevar a su
reino a todos los humanos que desprecian el infinito amor y misericordia
de nuestro padre Dios. Como le decía, señor Presidente, usted ha
cometido muchas y muy graves injusticias.

Sólo para recodarle algunos casos más emblemáticos: La injusta prisión
de María de Lourdes Afiuni y la de los tres comandantes de la policía; y
así como ellos, innumerables casos más que han hecho sufrir muy
gravemente a ellos y a sus familias.

Todo eso debe y puede ser reparado con una orden suya, que estoy cierto
se cumpliría de inmediato de abrir las puertas de las prisiones a todos
los presos políticos y, además, las puertas del país a todos los
exiliados que se han visto obligados de abandonar su patria huyendo de
las casi seguras represalias.

Prédica de violencia Hay, además, Presidente, otro mal tremendo que le
ha causado al país: Su inexplicable prédica de odio y de violencia que
le han proporcionado a casi todas las ciudades de nuestra patria ese
doloroso río de sangre que diariamente corre por nuestras calles.

Usted como Jefe del Estado, es el que tiene la gravísima obligación, en
primerísimo lugar, de procurar la paz y la seguridad de los venezolanos,
empezando por todo aquel que posea un arma ilegalmente; atacando con
firmeza y decisión a todos los grupos violentos, después de un estudio
serio realizado y llevado a cabo por técnicos en la materia que los hay
muy buenos en el país.

Lamentablemente usted ha sido muy débil y descuidado en enfrentar ese
gravísimo problema. Si no se enfrenta con decisión y valentía a
solucionar ese terrible mal, también Dios le pedirá cuentas de su
negligencia.

Habría, señor Presidente, algunos otros pecados sobre los cuales debería
llamarle la atención, pero no quiero terminar sin hacerle ver su culpa
en su inexplicable negligencia de enfrentar con decisión la horrorosa
corrupción que asola a Venezuela, tanto es así que muchos piensan en su
complicidad en esos -hechos.

De allí se deriva la venalidad de la mayoría de los jueces que dictan
sentencias injustas, las decisiones tomadas por los altos poderes del
Estado que maneja a su leal saber y entender sin control ni respeto ala
Constitucióny a las leyes.

De todo eso le tomará cuenta Dios, si Ud. no corrige de inmediato esas
graves faltas. Le dirijo esta ya larga carta, públicamente, porque
quiero que la lean también sus seguidores.

También ellos, si quieren salvar sus almas, tienen la gravísima
obligación de pedir con la mayor sinceridad de sus corazones el perdón
de Dios y de reparar todas las tropelías e injusticias cometidas.

Como podrá apreciar, mi estimado Presidente, le he hablado, quizás con
mucha rudeza, pero con el mejor y más santo deseo de que algún día nos
encontremos gozando de la felicidad eterna en el Reino de nuestro Dios y
Señor.

Atentamente,

Obispo Emérito de Carora

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/9117216.asp

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