Saturday, April 14, 2012

Por qué importa ese día de abril

Por qué importa ese día de abril
Colette Capriles
Viernes, 13 de abril de 2012

Primero, porque es un día de duelo. No sólo por los muertos, rehenes de
una violencia dibujada desde arriba, sino porque es el día de la
fractura tectónica que dividió al país brutal y catastróficamente.

Me imagino que muchos lectores evitarán este artículo: sé lo que es no
querer seguir oyendo interpretaciones sobre episodios que, por oscuros y
terribles, forman a su alrededor como una especie de costra mineral y
sobre los que uno ya no quiere cambiar de opinión. Casi que así se
define un trauma, en lenguaje psicoanalítico. Ese es el punto: como en
todo trauma, importan muy poco los hechos y lo que sí importa, lo que es
radicalmente relevante, es cómo a partir de la nebulosa de los hechos se
diseña la ruptura fatal, la división de los venezolanos que servirá,
esencialmente, a consolidar la identidad del chavismo a la medida del
proyecto militar y personalista, es decir, como una identidad agonista,
como la pesada línea roja de la lucha de clases (ya no sociales sino
identitarias, simbólicas).

Ese día, digo, también es de duelo porque se perdió la inocencia
política, en el sentido de que conocimos el mal. Todos la perdimos,
cualquiera que sean la definición o los referentes que queramos darle a
ese mal.

Entonces, también importa porque cambió el paisaje. Dejamos de tener un
lenguaje común y nacieron los idiolectos que nos parten en dos.

Como digo en un texto que debería publicarse pronto bajo el cuidado de
los Lugarcomunistas (http://lugarcomunistas.wordpress.com), y me excuso
por el autoplagio y la autocita, "lo importante es que las negociaciones
que condujeron al desenlace que conocemos fueron llevadas a cabo con una
gramática estrictamente militar, y me refiero al tratamiento dado a la
persona de Chávez y al modo en que, entre militares, se dirimió su destino.

El esquema del `pronunciamiento' con el cual aparecían (y desaparecían)
distintos miembros de los altos mandos militares para manifestarse
frente a la situación planteada por la masacre de civiles que había
tenido lugar, formaba parte a la vez de un complejo código de
comunicación que revelaba apenas lo que sólo mediante testimonios
posteriores se sabrá: que el núcleo de la confrontación, ese día
nefasto, fue entre facciones militares, y que aquella `política de
calle' nunca tuvo la eficacia pretendida. Ni la de una oposición
insurrecta, ni la de quienes se movilizaron en defensa del Gobierno.

"Lo visible y lo invisible van a juntarse en un resultado grotesco: un
escenario vacío que terminó tomado por unos aventureros que
impresionaban por la falta absoluta de autoconciencia, por así decirlo.
Lo dramático de la hora venía acompañado de un aire de farsa, como de
guiñol de pueblo francés. Durante los estertores del poder soviético con
sus `revoluciones de terciopelo', durante la década de los noventa y
ahora, en esta década de `primaveras' políticas, el mundo ha presenciado
situaciones similares a las de aquel día de abril. Pero no creo que
ninguna haya ofrecido imágenes tan extravagantes y al mismo tiempo
densas de significado político como las que transmitió la televisión
durante aquellos cinco minutos en los que, desafiando el mandato del
Gobierno de transmitir en cadena nacional la trivial alocución que el
Presidente daba, los canales decidieron `partir' la pantalla en dos para
mostrar también los acontecimientos terribles que ocurrían en los
alrededores de esa misma sede desde donde hablaba Chávez. Las imágenes
de dos mundos, el de adentro y el de afuera, el del poder y el del
contrapoder, el de los civiles en la calle y los militares en el
cuartel, aparecían yuxtapuestas sin conectarse una a la otra.

"Una imagen que nos perseguirá por años y que a la vez metaforiza la
otra división, la que hará falta años para curar, la que nos mostró que
podemos albergar odios y resentimientos impensables y la que nos obliga
a mirarnos muy de cerca".

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/3331389.asp

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