Saturday, March 1, 2014

Táchira, donde arrecia la represión

Táchira, donde arrecia la represión
Sus habitantes sufren lo peores crimenes y desabastecimiento, colocan
barricadas en las calles
viernes, febrero 28, 2014 | CubaNet

Vidrios rotos, un refrigerador destruido y los restos calcinados de un
coche obstruyen las calles del barrio Pirineos de la occidental ciudad
venezolana de San Cristóbal, creando el ambiente de una comunidad sitiada.

Pero de hecho los habitantes de este vecindario de clase media han
puesto la barricada ellos mismos, como parte de una protesta que exige
la renuncia del presidente socialista del país, Nicolás Maduro. Las
rejas de las alcantarillas han sido levantadas, dejando grandes brechas
en la calle. Los residentes son quienes deciden qué coches pueden pasar
la barricada y cuándo.

"Tenemos esta barricada mancomunada, los vecinos hicimos una asamblea y
estamos todos de acuerdo", dijo un corpulento hombre quien no se
identificó, mientras jóvenes con las caras ocultas por capuchas bajaban
sacos de piedras de una camioneta. "Esto se llama resistencia. Aquí no
vamos a aflojar, hable el gobernador, hable el presidente", agregó.

Casi todos los negocios de la ciudad están cerrados y el transporte
público ha sido suspendido. Manifestaciones esporádicas que se iniciaron
hace unos dos meses en San Cristóbal, llamada "La Ciudad de la
Cordialidad" por las fama de buenas maneras de sus habitantes, se
extendieron hasta convertirse en un movimiento de protestas nacional y
han sitiado la ciudad de 250,000 habitantes.

Los habitantes de San Cristóbal, capital del estado Táchira en la
frontera entre Venezuela y Colombia, sobre las estribaciones de la
cordillera de Los Andes, dicen que sufren lo peor del desatado crimen y
de la escasez de productos básicos que atenaza al país.

Autoridades oficialistas rechazan las protestas como la obra de vándalos
que buscan desestabilizar al Gobierno, y dicen que han agravado los
problemas sobre los que se quejaban al restringir la entrega de
alimentos y alterar el orden público en beneficio de delincuentes.

Grupos de motociclistas han saqueado supermercados, tiendas de zapatos y
hasta discotecas en horas de la noche esta semana.

Pero las barricadas se quedarán donde están hasta que el presidente los
escuche, dicen los manifestantes, que incluyen desde profesionales bien
vestidos hasta adolescentes armados de cócteles molotov e improvisadas
máscaras antigás.

"Hay una ciudadanía que tiene una expectativas que el Gobierno no
cumplió, que tiene unas necesidades y que siente que por medio de esta
expresión que hace está contribuyendo con el cambio en el país", dijo el
joven alcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos, quien apoya las protestas.

La frontera occidental de Venezuela sufre desde hace años por altos
niveles de criminalidad, en parte por la cercanía con Colombia, desde
donde cruzan rebeldes armados de una guerra civil de más de 50 años. La
escasez crónica de alimentos se agrava en la región dado que los
colombianos suelen cruzar la frontera para comprar alimentos
generosamente subsidiados por el Gobierno venezolano y venderlos en el
país vecino.

El líder opositor Leopoldo López, actualmente encarcelado acusado de
incitar a la violencia en las protestas, se sumó en enero a las
manifestaciones en Táchira en busca de una plataforma nacional para
denunciar el crimen y la inflación.

Al menos 13 personas han muerto en hechos vinculados con las protestas
desde una manifestación en Caracas el 12 de febrero, encabezada por
López. El presidente ha prometido que restablecerá el orden en la
ciudad, a donde envió a su ministro del Interior, un oficial militar, y
a cientos de soldados como refuerzos.

Y afirma que el alcalde Ceballos está conspirando con políticos
derechistas de Colombia para dar un golpe de Estado. "Es cuestión de
tiempo para que él termine en la misma celda fría donde está su
compinche (López)", dijo Maduro la semana pasada. "No vamos a permitir
que incendien este país".

Desplazarse por la ciudad requiere de ágiles motociclistas capaces de
desplazarse por calles laterales, esquivar llantas en llamas y usar
estrechos espacios entre las barricadas dejados por los propios
vecinos. Los estudiantes del Táchira son celebrados a través de las
redes sociales por simpatizantes de la oposición por su capacidad para
cerrar la ciudad. Las protestas en la capital, Caracas, se han limitado
casi del todo a choques con las autoridades en vecindarios acaudalados,
en horas de la noche.

Algunos sectores de la oposición cuentan con que si las protestas se
mantienen por suficiente tiempo, eventualmente forzarán a un cambio en
el Gobierno. Esa estrategia, que hasta el momento no ha dado señales de
afectar ni al presidente ni a la vital industria petrolera del país,
podría además resultar contraproducente, como ya ocurrió en el pasado
con maratónicas protestas contra el fallecido presidente Hugo Chávez.

Durante sus 14 años en el poder, adversarios de Chávez recurrieron en
varias ocasiones a esa estrategia, pero al final las protestas perdían
intensidad, a veces semanas o meses después, mientras los opositores
desanimados volvían a sus vidas normales.

Esta semana, líderes de la oposición han rechazado en dos oportunidades
llamados oficiales a reuniones políticas sobre las protestas, lo que ha
reforzado la percepción entre simpatizantes del Gobierno de que no les
interesa el diálogo.

Y hasta los funerales de los activistas muertos por la violencia
callejera han devenido en ocasión para más marchas.

El martes, opositores hicieron procesión detrás del féretro de Jimmy
Vargas, de 34 años, quien había muerto el día anterior durante una
protesta, cuando según testigos fue golpeado por un contenedor de gas
lacrimógeno y cayó desde un balcón.

Algunos de los participantes llevaban palas para despejar el camino para
quienes llevaban el ataúd, en su paso por una barricada que incluía los
restos de la estatua de un soldado y un vehículo militar tomado de un
monumento cercano.

En el lugar de su muerte, la madre de Vargas, Carmen González de 58
años, sostenía el casco de motociclista de suhijo junto a una rosa roja
y un crucifijo. Culpando de su muerte a la Guardia Nacional, dijo que
"le pido al señor presidente que deje manifestar a los estudiantes, que
los deje tranquilos, Dios mío, como hermano, como hijo".

http://www.cubanet.org/venezuela/tachira-donde-arrecia-la-represion/

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