Monday, March 31, 2014

La demagogia como amenaza constante

La demagogia como amenaza constante
[31-03-2014 10:13:14]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- No se resuelven los problemas de la vida
real, rodeándose de halagadores profesionales, ni tampoco estimulando
crueles practicas manipuladoras.
Las soluciones suelen venir de la mano del creativo intercambio de
ideas, del plural aporte de muchos a la construcción de la mejor
alternativa. Sin embargo, la sociedad prefiere votar a los que halagan a
la gente. Terminan recibiendo más apoyos los oradores carismáticos, los
que sostienen miradas políticamente correctas y plantean un escenario de
total ficción pero compatible con lo esperado por los más.

Es posible que a los seres humanos no les guste demasiado que se les
muestre la realidad, es probable que la mentira sea más piadosa que la
verdad. Tal vez por eso los políticos que pretenden ganar elecciones se
manifiestan en la misma dirección que la mayoría.

Si ese es el esquema exitoso, si los ciudadanos validan este
procedimiento porque se ajusta a sus deseos, no se puede esperar
entonces otra cosa que candidatos que mientan, que seduzcan al
electorado diciéndoles siempre solo lo que ellos quieren escuchar.

En todo el planeta, con diferentes matices, abundan personajes como
estos, que ocupando altos cargos, consiguen sostenerse en el poder
gracias a la dedicada impronta que le imprimen a sus permanentes discursos.

La estrategia es muy simple, casi básica, solo consiste en averiguar lo
que la gente quiere y luego decirlo, repitiéndolo hasta el cansancio.
Por eso el candidato, el personaje de turno, consigue sumar adeptos sin
que necesariamente lo expresado tenga que ver con su particular visión.

Bajo esta mecánica, el candidato, los partidos y todo aquel que actúa en
público, se ha vaciado de ideas y convicciones. Solo importa insistir en
lo que la gente quiere y aplaudir "sus" creencias, aunque sean inexactas.

Es difícil que el mundo sea mejor si solo se admira a los aduladores. No
se puede soñar con algo superador si se hace lo de siempre. Una sociedad
que no busca la verdad, que no crítica, ni comprende que lo bueno
implica sacrificios, que los logros son la consecuencia del esfuerzo y
no de un acto de magia, seguirá transitando invariablemente este
patético camino.

La demagogia ha llegado a lugares absolutamente impensados. Ya no solo
es territorio exclusivo de los políticos y su discurso de rutina, en ese
juego por conseguir el voto de de los ciudadanos para acceder al poder.

Esta dinámica cada vez más desmesurada y menos disimulada, viene
penetrando otros espacios. Alcanza a los dirigentes de cualquier ámbito.
Los hay sindicalistas, directivos de organizaciones de la sociedad
civil, de clubes deportivos, representantes de comisiones barriales o
del consorcio de un edificio. Ni la religión ha logrado escapar a la
regla. Líderes espirituales que ven en peligro su masa crítica por el
éxodo de sus fieles, han optado por recurrir a esta perversa táctica de
apelar a la retórica fácil, que asegura adhesión automática. Todo sirve
para sumar poder, pero muy especialmente decir lo que los demás quieren
escuchar, aunque no se corresponda con las convicciones personales.

Los ciudadanos del mundo tienen por delante el gran desafío, de intentar
evitar a estos personajes, reconocer rápidamente a los mentirosos
seriales, esos que han hecho del engaño una forma de vida, solo porque
pretenden llegar al poder para luego empeñarse en conservarlo eternamente.

Proliferan sujetos así, están por todas partes. No aparecen solo en la
política, sino en casi cualquier actividad. Es tiempo de revisar las
actitudes cívicas. Si los individuos pudieran premiar a la sinceridad
por sobre la hipocresía, se tendrían oportunidades de encontrar
soluciones inteligentes.

Mientras se aplauda a los que dicen lo necesario para agradar a los más,
pues no existe salida posible. Si se quiere progresar habrá que empezar
a recompensar a los que dicen lo que piensan, aunque eso no coincida con
lo que cada uno defiende. Solo de ese modo aparecerán ideas brillantes,
múltiples opciones para elegir y posibilidades realmente diferentes.

Si solo se aplauden ideas compatibles y se castiga a los que dicen lo
que no encaja con la visión individual, se terminará haciendo lo que
todos piden y se sabe que esa fórmula ha hecho que la humanidad cometa
muchos errores, demasiados tal vez.

La democracia es un sistema imperfecto. Sobran pruebas de que la gente
no siempre acierta. Empujar masivamente a la sociedad hacia el abismo,
solo porque una percepción se multiplica y consigue aprobación popular,
para desde allí condenar al resto a seguirlos, no parece ser el espíritu
de un sistema que solo debería seleccionar administradores transitorios
y no monarcas que conduzcan la vida de todos con el opinable criterio
que imponen ciertas mayorías eventuales.

Mientras no se revise esta idea y se asuma con tanta naturalidad que los
más pueden darle órdenes a los menos, esta fallida interpretación de la
democracia seguirá generando líderes meramente electoralistas y la
demagogia será una amenaza constante.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5339239a3a682e127020be57#.UzlcbfmSwx4

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