Saturday, March 29, 2014

El crimen de María Corina Machado

REPRESIÓN EN VENEZUELA

El crimen de María Corina Machado
ELIZABETH BURGOS | París | 28 Mar 2014 - 10:03 pm.

La diputada venezolana dirigió una carta pública a Fidel Castro que abre
una senda para sobrepasar el chantaje ideológico del castrismo. Razón
principal para que la dictadura cubana procure acabar con ella.

La rebelión ciudadana que desde febrero ha tomado las calles de
Venezuela ha desplazado radicalmente las piezas del tablero y ha
demostrado un hecho de suma importancia histórica: ha surgido una
oposición venezolana que ya no es rehén del castrismo. Eximida de esa
influencia que ha permeado durante decenios el modo de pensar y el
sentir político de los venezolanos (todas las tendencias políticas
confundidas, lo que explica al carácter ambiguo, y muchas veces
incoherente de la oposición), ha logrado la libertad de rebelarse y
expresar el sentimiento nacional más elemental que anima a los
ciudadanos ante la invasión de otro país que venga a imponer su ley.

La Habana no podía permanecer indiferente. El mantenimiento en el poder
de Nicolás Maduro es un asunto de sobrevivencia. No basta con la
aceleración de negociaciones de Cuba con la Unión Europea llamadas a
poner término a la Posición Común que condicionaba el otorgamiento de
créditos y la apertura de una política de cooperación con la Isla, al
respeto de los derechos humanos y a una apertura democrática. Tampoco
con la actividad diplomática desplegada por los gobiernos
latinoamericanos en pro del reconocimiento sin condiciones de la
dictadura castrista (al igual que lo ha hecho por parte de la OEA su
secretario general José Miguel Insulza), que ha dado sus frutos
diplomáticos, aunque los frutos que le den a comer a los cubanos
tardarán algún tiempo.

Cuba seguirá dependiendo de Venezuela. La dictadura cubana está obligada
a proteger el equipo que ha puesto en el poder en Caracas. Pero sería
ingenuo pensar que los Castro juegan una sola carta. Nunca lo han hecho.
En todas las circunstancias conflictivas, Fidel Castro, que es un
verdadero genio en el arte del detalle táctico, siempre tiene de reserva
varias cartas bajo la manga. Es indudable, que a los Castro les conviene
más mantener en el poder a un incondicional como Maduro. Han hecho todo
lo posible. Creyeron que la rebelión cesaría tras los certeros disparos
en la cabeza.

Para el aparato cubano, es innegable que se está ante un escenario
inédito. La Habana tiene que prepararse, porque llegado el caso en que
la situación se haga insostenible y exija de manera ineludible un cambio
de escenario, Cuba puede perfectamente sacrificar a Maduro. Por supuesto
que el hecho no la tomará desprevenida: tendrá preparadas una, dos o más
cartas de recambio que ya debe estar barajando. De ahí que no sea de
excluir en un futuro inmediato ver en el escenario político venezolano
actitudes titubeantes e incomprensibles, posturas sorprendentes,
alianzas contra natura: en todos esas expresiones bizarras, lo más
seguro es que esté la mano hábil del aparato cubano; sin excluir que
quienes son objeto de la manipulación no se percaten de ello.

No sería la primera vez que lo haga, ni la última, porque
desafortunadamente al castrismo todavía le queda vida por delante en
América Latina. El castrismo ya es parte de la estructura mental del
comportamiento político del latinoamericano, de allí el milagro que
significa el surgimiento en Venezuela de una generación de jóvenes
libres de esa tara congénita.

María Corina Machado le contesta a Fidel Castro

La arremetida contra María Corina Machado es parte de ese escenario. En
un terreno como el de la oposición, bastante pobre en ideas y sin un
programa político digno de ese nombre, a la que de hecho el poder muchas
veces le ha marcado la agenda, el surgimiento de una voz que exprese los
valores que forjaron el sentimiento de pertenencia a la nación; que al
expresarse toque esas fibras profundas que mueven a los pueblos a
defender el espacio que habitan, perturba el escenario y se hace
necesario excluirla, neutralizarla.

Fidel Castro es paciente en el odio, y siempre termina tomándose
revancha. Difícilmente ha olvidado la osadía de la carta pública que le
envió María Corina Machado, en respuesta a una "Reflexión" de enero 2012
del cubano en donde alababa la "genialidad de Chávez" y reprochaba a la
parlamentaria "la dureza extrema" con que lo increpó con frases que
"pusieron a prueba su caballerosidad y sangre fría" ante el "insultante
calificativo de ladrón". La reflexión de Fidel Castro fue una muestra de
"guataquería", como llaman los cubanos a la adulancia más vergonzosa.
Consideró que la frase "águila no caza mosca" era una frase "elegante y
sosegada", a lo que María Corina Machado le responde que se trata de una
grosera manifestación de desprecio hacia sus interlocutores, y solo "un
déspota considera que un parlamentario elegido por el pueblo no tiene
credenciales para discutir con el presidente de su país".

Sin embargo, al referirse al discurso pronunciado por Chávez ("Informe a
la Nación", enero 2012) en la Asamblea Nacional y que dio origen a la
intervención de María Corina Machado, Fidel Castro, al tratar de
alabarlo, se traiciona e incurre en la manifestación de condescendencia
más patética que pueda imaginarse, al afirmar que "no alcanza a
explicarse cómo un soldado de modesto origen, fuera capaz de mantener
con su mente ágil y su inigualable talento tal despliegue oratorio sin
perder su voz ni disminuir su fuerza".

Para Fidel Castro el origen modesto no concuerda con el talento. Esa
reflexión de Fidel Castro merecería un análisis de texto. No hay
desperdicio, cada palabra tiene su significado, cada frase es un mensaje
desti- nado a manipular. Quien es un dechado de ambos, trata a
Betancourt de vanidoso e hipócrita. A Pablo Neruda, al que insultó y
trató de agente del imperialismo, lo menciona "insigne y laureado poeta".

En un párrafo relativo al colombiano Marulanda, vale la pena citarlo
porque expresa a cabalidad la manera cómo el pensamiento de Castro se
inspira en lo militar: a Marulanda, lo considera "valiente y
revolucionario", pero no coincide con él en su concepción táctica,
porque según Castro dos o tres mil hombres habrían sido suficientes para
derrotar a un ejército regular convencional en Colombia; en cambio
Marulanda organizó un ejército con "casi tantos soldados como el
adversario" y "eso es sumamente costoso y virtualmente imposible de
manejar; se torna imposible".

De lo cual se infiere que para controlar los movimientos de protesta en
un país eminentemente urbano como Venezuela, es más manejable un
ejército integrado por tiradores de elite, desplazándose en
motocicletas. El certero disparo en la cabeza, revela la doctrina
militar que profesa Fidel Castro: lo menos costoso y que sea lo más eficaz.

Habituado a que jamás nadie lo haya cuestionado, la carta pública de
María Corina Machado tiene que haber significado un duro golpe al
monumental narcisismo del cubano. Ella responde punto por punto los
cuestionamientos y la versión de la historia que, como de costumbre,
forja el cubano. La diputada desmonta la versión ficticia que hizo
Chávez en su presentación de "un país de paz y prosperidad que no existe".

Tal vez la frase más dura que debe haber herido profundamente al
dictador cubano es cuando le recuerda que intervino en Venezuela en los
60, pretendiendo imponer un régimen como el cubano por lo que "su ataque
a Rómulo Betancourt no puede ocultar un hecho que está inscrito en la
historia: Betancourt lo derrotó a usted política y militarmente, su
reconcomio por esta fatalidad es evidente". Le recuerda también la carta
que le envió Castro a Carlos Andrés Pérez desmarcándose del golpe de
Chávez de 1992, lo que demuestra la falta de principios del cubano.

La carta de María Corina Machado es un compendio del comportamiento
abusivo de Castro hacia Venezuela, de sus versiones sesgadas de la
historia. Una pieza epistolar de un raro rigor, sin retórica, ni golpes
bajos. Los golpes fuertes son las contundentes verdades que expresa. Una
carta necesaria porque todavía, pese a los acontecimientos recientes,
todavía existen medios, incluso de oposición, que persisten en hablar de
la "supuesta" intervención cubana.

En una entrevista periodística a propósito de las razones que la
incitaron a escribir la carta, María Corina Machado declara que lo hizo
porque creyó que era "el momento de poner las cosas claras y demostrarle
a esos hombres autoritarios al frente de mi país, de Venezuela y también
el de Cuba, que no les tenemos miedo, que no les bajamos la cabeza y que
no vamos a tolerar más mentiras".

"He expresado lo que siente la inmensa mayoría de los venezolanos. Es un
tema de dignidad, es un tema de soberanía y un tema de independencia y
ha llegado el momento de llamar a las cosas por su nombre y que sepan
que no les tenemos miedo", agregó.

Es por ello que esa carta tiene un significado histórico profundo,
porque abre la senda hacia la voluntad de sobrepasar el chantaje
ideológico del castrismo. Algo a lo que hasta ahora ningún responsable
político venezolano se había atrevido con ese rigor, y eso tiene que
haberlo comprendido perfectamente el estamento cubano. Y desde el
momento en que el poder castrista se percata de que el contenido de lo
expresado en la carta ha cobrado cuerpo y ha tomado la forma de una
rebelión civil, es evidente que buscará la manera de callar a María
Corina Machado.

Vale la pena citar en su integridad el párrafo final de la carta de la
diputada: "Comandante Castro, deje de intervenir en los asuntos internos
de Venezuela. Hágalo de buen grado o las fuerzas democráticas de
Venezuela se lo volverán a hacer entender como hace 50 años".

Una demostración de rigor y una conciencia firme de fidelidad a los
principio republicanos: he aquí el "crimen" que busca castigar el
presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.

Este artículo apareció originalmente en la revista Zeta. Se reproduce
con autorización de la autora.

http://www.diariodecuba.com/internacional/1396040595_7869.html

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