Publicado el lunes, 03.24.14
Una verdadera solidaridad con Venezuela
OSCAR PEÑA
Es muy difícil para cualquier hijo de América Latina no ver con tristeza
la situación de Venezuela. No se puede ser indiferente, ni dar la
espalda a ese drama social que escala por día. No estamos ante normales
luchas cívicas entre las llamadas tendencias de derechas o izquierdas
que se observan en la mayoría de los países civilizados, se trata del
asesinato de jóvenes venezolanos por diferencias de ideas.
Es inconcebible la actuación de los países que componen la OEA ante la
crisis de Venezuela al analizar el problema de manera irresponsable. Es
algo muy lamentable porque América Latina precisa de una autoridad
regional con la moral e imparcialidad requerida donde sus miembros no
estén supeditados –a quien le abastece de petróleo– para juzgar y
denunciar crímenes políticos como los sucedidos en Venezuela por los
paramilitares colectivos. Fue aborrecible la última sesión de la OEA
sobre Venezuela. Tenían hasta la posibilidad de abstenerse. Esa cómplice
acción ante un crimen iguala a esos gobernantes con aquel indecoroso
episodio de 1968 cuando Fidel Castro –cuidando el subsidio– apoyó a la
ex Unión Soviética en la invasión a Checoslovaquia.
La palabra solidaridad ha sido muy maltratada por La Habana. En el caso
venezolano un verdadero acto de solidaridad y amistad del gobierno de
Cuba con el de Venezuela sería ser muy franco con ellos y decirles que
no transiten por los caminos de los errores cubanos después de 1959.
Pedirles que abandonen los extremismos sociales, políticos y económicos
que están practicando, las prohibiciones, intervenciones, el tener
presos políticos, cometer violaciones de derechos humanos, y estar
alimentando el odio entre las diferentes capas sociales con las brigadas
paramilitares de respuesta rápida (colectivos y grupos motorizados en
Venezuela) o haciendo constituciones y leyes para sembrarse en un poder
absoluto.
¿Por qué la acción anterior sería genuina solidaridad y ayuda al pueblo
venezolano?
Para no engañarlos adulterando y ocultando la verdad al gobierno y
pueblo venezolano: practicar esos métodos y acciones en Cuba fue un
fracaso. Cuba retrocedió en su desarrollo y en sus derechos civiles.
Incluso hoy ellos mismos, las propias vitalicias autoridades cubanas que
ejecutaron las atrocidades de la sociedad cubana están por diferentes
vías y métodos intentando volver a reconstruir lo que se destruyó
después de perder la nación cubana más de medio siglo de su existencia.
Es importante que Nicolás Maduro y Diosdado Cabello entiendan que la
implantación de un poder largo y totalitario como el de Cuba ya no se
puede repetir en nuestro hemisferio porque la época actual no es la
ingenua de los 60 en que los pueblos de América Latina nos creíamos el
cuento del lobo imperialista norteamericano. La droga política que
utilizó Fidel Castro para engatusar al pueblo cubano ya hoy no funciona
con el desarrollo de los medios y le deben ahorrar a su pueblo
sacrificios innecesarios.
Maduro y Cabello deberían hacer su papel de rectores en el periodo
actual entendiendo que se gobierna buscando el consenso de la sociedad y
que Venezuela es de todos los venezolanos y no solo de los que piensan
como ellos. Siente uno pena ajena cuando ve a estos dos rectores de la
sociedad venezolana queriéndose imponer con gritos.
Venezuela está a tiempo de rectificar su camino.
http://www.elnuevoherald.com/2014/03/24/1709792/oscar-pena-una-verdadera-solidaridad.html
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