Saturday, March 15, 2014

Los hijos renegados de Fidel Castro

Los hijos renegados de Fidel Castro
CARLOS ALBERTO MONTANER | Miami | 14 Mar 2014 - 9:44 pm.

Castro José Mujica Salvador Sánchez Cerén
Salvador Sánchez Cerén, comunista y exguerrillero, ha llegado a la
presidencia de El Salvador. ¿Se abrazará a la realidad y abandonará la
utopía? Otros presidentes latinoamericanos ya lo han hecho.

Oficialmente, Salvador Sánchez Cerén, el candidato del FMLN, ganó las
recientes elecciones salvadoreñas. Así lo declaró el Tribunal Supremo
Electoral del país frente a las impugnaciones de ARENA. La diferencia
entre los dos partidos apenas excedió de 6.000 votos. Una increíble
minucia cuando se sabe que votaron casi tres millones de personas.

ARENA pidió el recuento de todas las boletas y no se lo concedieron. La
ley no estaba de su parte. Norman Quijano tuvo que conformarse con una
victoria moral. Nadie esperaba un resultado de esa naturaleza,
especialmente porque el FMLN le había sacado más de 10 puntos en la
primera vuelta. Parece que el cruel matadero venezolano de estos días
les recordó a los salvadoreños que el radicalismo revolucionario puede
acabar en un baño de sangre.

Ahora Sánchez Cerén, comunista, exguerrillero, se enfrenta a un amargo
dilema. A partir de junio, cuando asuma oficialmente la presidencia, ¿se
dedica a hacer la revolución que le pide su corazoncito
marxista-leninista? ¿O acepta que el suyo es un país muy pobre,
dolarizado, abatido por los mareros, dividido en mitades hostiles, y
cuya principal fuente de ingresos son las remesas de los emigrantes,
panorama que desaconseja agregar una peligrosa fricción política que
puede, otra vez, desencadenar la violencia?

Sería el cuarto de los hijos de Fidel Castro colocado en esa tesitura.
Los otros tres optaron por abrazarse a la realidad y abandonar la utopía.

El uruguayo José (Pepe) Mujica es uno de ellos. La revolución cubana le
sorbió el seso, como a Don Quijote los libros de caballería, y cuando
era joven acabó embarcado en la sangrienta aventura de los tupamaros,
grandes culpables del descalabro de la ejemplar democracia uruguaya.
Mujica, que participó en hechos violentos, pasó 15 años en la cárcel.
Cuando terminó la dictadura militar se integró en la vida política del
país y se colocó bajo la autoridad de la Constitución. Una vez instalado
en la presidencia ha respetado las reglas del juego y ha tenido un
manejo ortodoxo de la economía. Por eso Uruguay, en el 2013, fue la
nación latinoamericana que recibió más inversión extranjera per cápita.
Mujica había aprendido la lección. Fidel Castro y su tiranía eran
antiguallas de un pasado remoto.

Otro es la brasilera Dilma Rousseff. Fue una chiquilla comunista
vinculada a la Vanguardia Armada Revolucionaria (VAR-Palmarés), un grupo
marxista-leninista que asaltó bancos, mató y secuestró aviones. Era hija
de un comunista búlgaro, Pedro Rousseff, emigrado a Brasil. A los 23
años de edad, los militares brasileros, que secuestraban y asesinaban a
sus enemigos, encarcelaron a Dilma y probablemente la torturaron. Salió
de la cárcel tres años más tarde, terminó sus estudios de economía y en
su momento se incorporó al Partido de los Trabajadores de Lula da Silva.
Cuando la eligieron presidenta también optó por olvidarse de sus
fantasías castro-guevaristas de la juventud. La realidad brasilera,
inserta en el mundo del poscomunismo, no le permitía apostar en la
ruleta revolucionaria. No se alejó mucho del modelo dejado por Fernando
Henrique Cardoso, luego continuado por Lula da Silva.

El otro de los hijos "realistas" (o renegados) de Fidel Castro es el
nicaragüense Daniel Ortega. Como Mujica y Rousseff, Ortega formó parte
de la violencia sandinista y estuvo preso 7 años por asaltar un banco
durante la dictadura de Somoza. En la década de los ochenta, tras el
triunfo de la insurrección, le tocó presidir por primera vez a Nicaragua
y aprender sobre la marcha. Fue el curso de gobierno más costoso de la
historia. Destrozó al país, pero tal vez aprendió todo lo que no se debe
hacer. Cuando volvió al poder en el 2007 (gracias a la asombrosa torpeza
de la oposición liberal), Ortega sabía que el 66% de la población estaba
en contra de cualquier proyecto revolucionario. No le importó. Más
pragmático que fanático, ya no tenía la intención de ser como Fidel
Castro. Quería parecerse a Somoza. Perpetuarse en el poder, pero sin
romper con el sector empresarial ni con los Estados Unidos, mientras
saqueaba meticulosamente a Chávez y daba gritos antiimperialistas.

¿Será Sánchez Cerén el cuarto hijo renegado del castrismo? ¿Se perderá
en el trayecto buscando una revolución imposible, o advertirá que ése es
el camino de la turbulencia y la muerte, como sucede en la Venezuela de
Maduro? Falta poco tiempo para saberlo.

http://www.diariodecuba.com/internacional/1394829846_7626.html

No comments:

Post a Comment