El Espectador: La buena televisión chavista
Todo fascismo está obsesionado con la seguridad nacional, vive
escogiendo enemigos, controla los medios de comunicación, no tolera
versiones de la realidad distintas a las que autoriza el gobierno
viernes, febrero 28, 2014 | CubaNet
Por Juan Gabriel Vásquez
BOGOTA, Colombia . – El canciller venezolano, Elías Jaua, dice, rodeado
de micrófonos, que Álvaro Uribe Vélez —y repite el nombre varias veces,
para que quede claro— es el "jefe de la agresión contra
Venezuela".Cuando ya se comienza a ir, un periodista le hace una
pregunta que es de rutina en el periodismo: "¿Tiene las pruebas,
canciller?". Y el espectáculo, aunque breve, es fascinante: Elías Jaua
se da la vuelta y se le va encima al periodista como un vulgar matón de
escuela, como los matones de todo el mundo se han ido siempre encima de
los matoneados de todo el mundo, y le pregunta: "¿Tú eres venezolano o
colombiano?".
Admitamos que el canciller ha superado incluso a Uribe Vélez, que
también solía tratar a los periodistas con desdén, cuando no con
altanería y mal camuflado desprecio. Pero, aunque uno puede comentar esa
escena grotesca de varias formas, la que me interesa ahora tiene que ver
con el ataque rutinario (y desgastado y aburrido, además de inexacto)
que el chavismo ha lanzado siempre y sigue lanzando a los opositores, ya
se trate de los estudiantes, de Capriles, López y Machado, o de
cualquiera, dentro o fuera de Venezuela, que no guste de lo que el
socialismo del siglo XXI le ha hecho a Latinoamérica. A todos ellos, el
chavismo los señala con el dedo y los llama fascistas. Y para mí es un
misterio que los fascistas de todo el mundo no se hayan unido ya para
corregirlo.
Pues la Venezuela de la Revolución bolivariana es ya, y ha sido desde
hace mucho tiempo, un Estado fascista. Pero no en el sentido falseado en
que Maduro y los suyos han abusado del vocablo, sino en el sentido
original y todavía válido: un régimen ultranacionalista, autoritario
cuando no totalitario, que une el militarismo con el culto a la
personalidad. Hace unos días, Héctor Abad señaló algunas características
que el gobierno de Maduro comparte con el fascismo tradicional; habló
del sistema electoral y de la división de la sociedad (que tanto gustaba
también a Uribe) entre amigos y enemigos. Pero el ejercicio da mucho más
de sí.
Hace un tiempo, el politólogo norteamericano Lawrence Britt se entretuvo
comparando los fascismos del mundo entero, y llegó a definir 14 puntos
que todos tienen en común. Además de los que ya he señalado, todo
fascismo está obsesionado con la seguridad nacional, vive escogiendo
enemigos o chivos expiatorios para unir a la ciudadanía alrededor de un
sentimiento patriótico e invierte sus energías en el control de los
medios de comunicación o, en todo caso, de la propaganda política, que
nunca debe tolerar versiones de la realidad distintas de la que autoriza
el gobierno.
Son apenas tres características que comparten los fascismos, desde
Mussolini en Italia hasta Videla en Argentina. Pero las tres, acaso en
su forma más pura, están en esos 26 segundos de televisión que el
canciller Elías Jaua nos ha regalado. Ah, sí: hay otra seña de identidad
del fascismo, quizás una de las más notorias, que el canciller Jaua
comparte y asimila y representa: el uso de la violencia.
El nacionalismo, la identificación del enemigo, la intimidación
violenta, el control obsesivo del mensaje y la obsesión con la seguridad
nacional. Todo eso en 26 segundos de buena televisión educativa: ¿no es
eso maravilloso?
http://www.cubanet.org/blogs/el-espectador-la-buena-television-chavista/
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