Friday, May 25, 2012

¿Por qué no creo en las encuestas?

¿Por qué no creo en las encuestas?
Fernando Mires
Viernes, 25 de mayo de 2012

Las empresas encuestadoras no se diferencian de otras empresas. Y como
ocurre con toda empresa, siguen la orientación de sus empresarios.
Ahora, todo empresario persigue un objetivo: el éxito. ¿O ha conocido
usted algún empresario que persiga el fracaso? Y bien, en una economía
de mercado el éxito es medido de acuerdo a ganancias.

¿Por qué no creo en las encuestas electorales, vengan de donde vengan?

Por la misma razón por la cual no creo en horóscopos. Pero quizás
miento. La verdad es que creo más en horóscopos que en encuestas. Al
menos no están sometidos a presiones e intereses que inevitablemente
influyen a las empresas encuestadoras.

Las empresas encuestadoras no se diferencian de otras empresas. Y como
ocurre con toda empresa, siguen la orientación de sus empresarios.
Ahora, todo empresario persigue un objetivo: el éxito. ¿O ha conocido
usted algún empresario que persiga el fracaso? Y bien, en una economía
de mercado el éxito es medido de acuerdo a ganancias.

Si hablamos de empresas privadas los medios utilizados para la obtención
de ganancias se encuentran sometidos a un sistema de control y
vigilancia pública. Así ocurre con productoras de alimentos o bienes;
supuestamente con los bancos y, sobre todo, con la salud (clínicas,
sanatorios y hospitales privados) No sucede lo mismo, empero, con las
encuestadoras, exentas de todo control ciudadano

Ningún consumidor político, supongamos un partido o un candidato que ha
orientado su línea siguiendo informes de una encuestadora puede, después
de haber fracasado en las elecciones, demandar a la empresa por haber
proporcionado datos falsos. Las encuestadoras son, por lo tanto,
empresas que actúan no al margen de la ley –como las mafias, por
ejemplo- sino, lo que puede ser peor: sin ley.

Ahora bien, si una empresa encuestadora no es confiable en democracia,
mucho menos puede serlo en una nación regida por una autocracia o
dictadura. ¿O cree usted que si un gobierno no vacila en corromper y
someter al poder judicial va a tener escrúpulos en comprar, o por lo
menos presionar a encuestadoras privadas? Vamos a suponer, sin embargo,
que eso no es así.

Vamos a suponer que las encuestadoras están formadas por personas
idóneas, guiadas solo por la ética de una profesión. ¿Confiará usted
entonces en opiniones de encuestados sometidos a presión, dependientes
de la ayuda social, inscritos en planes de vivienda? Eso quiere decir
simplemente que si en un orden político democrático las encuestas no son
confiables, bajo una autocracia son absolutamente desconfiables.

Incluso, allí donde actúan empresas encuestadoras formadas por los más
idóneos expertos -sociólogos, psicólogos, politólogos, estadísticos,
economistas, consultores, opinólogos y otras especies de la inagotable
fauna- no hay ninguna razón para depositar demasiada confianza en las
encuestas políticas. En este caso, las suspicacias no son morales sino,
por decirlo así, intelectuales.

Efectivamente, las empresas encuestadoras, todas sin excepción, laboran
sobre dos supuestos constitutivos a un paradigma ya obsoleto en las
ciencias sociales, aunque vigente en muchos institutos de investigación.

El primero de esos supuestos se basa en la creencia relativa a que la
sociedad es un "objeto" mensurable y cuantificable.

El segundo, en la creencia relativa a la objetividad absoluta del
conocimiento científico.

De acuerdo al primer supuesto, la "sociedad" esta constituida por seres
racionales quienes al ser consultados responden de modo racional. Así
son medidas y cuantificadas las opiniones. Pero las opiniones no son
mónadas, sino eslabones de cadenas interminables. O formulado así: las
opiniones son unidades compartidas de modo que una opinión individual
nunca es la misma que la opinión compartida. Todo encuestado es, en ese
sentido, un ser aislado, quien no argumenta (no opina) y responde,
muchas veces, para "salir del paso".

De acuerdo al segundo supuesto, se parte de la base de que las encuestas
y los encuestadores transportan verdades objetivas. Pero en ese punto, y
ya hace tiempo, las ciencias naturales, aún antes que las sociales,
dieron al traste con la pretensión de objetividad científica.

Fue la física cuántica la que demostró que la observación de ondas y
luces en las partículas elementales depende de la subjetividad del
observador y de sus instrumentos de observación. La formulación del
físico Dieter Zehl es en ese sentido célebre: "la conciencia del
observador forma parte del proceso cuántico".

En el caso de una encuesta, y con mucha más razón, la respuesta del
encuestado tampoco es independiente de la conciencia del encuestador.
Puede suceder incluso que la respuesta ya esté incluida en la pregunta,
si no en su letra, por lo menos en el tono de su formulación.

No son, por lo demás, escasas las situaciones en que la dirección de un
instituto de investigación sustenta una determinada teoría. En ese caso
el personal del instituto estará interesado en probar la veracidad de
esa teoría eliminando, de modo incluso inconciente, todos los puntos que
la contradigan. Así, si una encuestadora sustenta la tesis de que los
electores votan por razones emocionales, y otra cree que lo hacen por
razones económicas, los resultados obtenidos no sólo son distintos; en
muchas ocasiones son opuestos.

Las opiniones –ese es el detalle- no son unidades mensurables ni
cuantificables. Ellas están cambiando en minutos, y no dependen tanto de
razones o argumentos, sino de acontecimientos que, para que lo sean,
deben ser fortuitos. Inundaciones, atentados, enfermedades, guerras,
epidemias, terremotos, pueden definir resultados electorales de modo más
decisivo que cualquiera respuesta ocasional. Hay cientos de ejemplos.

Y no por último, hay, además, un momento al que ningún encuestador puede
alcanzar. Ese es el momento del elector quien, sin tener que dar cuenta
a nadie, ni responder a ninguna pregunta, hace la cruz o pulsa el botón,
asumiendo, solo frente a su conciencia, esa responsabilidad política que
ninguna encuesta está en condiciones de usurpar.

Fernando.Mires@uni-oldenburg.de

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/8477772.asp

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