Las consecuencias de la enfermedad del poder
ALEJANDRO A. TAGLIAVINI | EL UNIVERSAL
domingo 27 de mayo de 2012 04:54 PM
"Miente, miente que algo queda", decía el nazi Joseph Goebbels y, así,
el populismo miente para disimular que es todo lo que dice condenar,
como atribuir a otros las características propias del estatismo.
Efectivamente, mientras que el mercado es la sumatoria del accionar
económico de las millones de personas que lo conforman, son las
personas, el populismo dice que los grandes grupos económicos lo manejan
compulsivamente cuando es el Estado el que tiene el monopolio de la
violencia.
Si los grandes grupos económicos se imponen sobre las personas es
porque el Estado, negociados de por medio, los respalda como, por
ejemplo, cuando les garantiza monopolios o les anula la competencia con
el poder de policía aduanero. Y estas son decisiones que toma el
gobernante que se cree más apto que las personas (el mercado) para
dirigir al país. Políticos que se creen más que las personas, algunos
mesiánicos como Chávez y Kirchner que se imaginan imprescindibles, sin
dudas, tienen cierto grado de enfermedad (que, además, enferma),
sicológica o siquiátrica.
Ya en 2006 el BID, avalado por la Universidad de Harvard, ubicó en las
categorías "alta", "media" y "baja" a las naciones latinoamericanas
según la calidad de sus políticas. Argentina y Venezuela quedaron en
"baja", en "alta" Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala,
México y Uruguay, mientras que Chile en "muy alta". Además, Argentina
presenta un nivel "alto" de corrupción, frente al "bajo" nivel de Chile
o el "medio" de Brasil, Colombia y México. Es que la corrupción empieza
ya al subvertir la naturaleza de las cosas y creerse por encima del
resto de las personas.
Hace unos años, los profesores Pablo Spiller y Mariano Tommasi
realizaron un estudio y concluyeron que Argentina tiene un Congreso "no
profesional" y una Justicia poco independiente incapaz de arbitrar entre
los otros poderes. Mientras que el gobierno de Kirchner, el que tiene
más denuncias presentadas ante el CIADI por empresas e inversores de
todo tipo, tras la suspensión de pagos (récord histórico), se dedicó a
insultar a los acreedores mostrando su insania.
Hoy, según la encuesta de expectativas de los economistas de la región
que elaboran la Fundación Getulio Vargas y el Instituto para la
Investigación Económica (IFO, en alemán), el Índice de la Situación
Actual (ISA) que confeccionan cayó de 5,8 puntos (sobre 10) a 5,6 entre
enero y abril de 2012, todavía en positivo y por encima de la media de
los últimos 10 años (cinco puntos). Mientras que los registros más altos
del ISA son los de Colombia, Chile y Uruguay, los más bajos son los de
Paraguay, Venezuela, Argentina (que viene cayendo desde un máximo de 7,5
puntos en julio pasado a 6,3 en enero y cinco puntos en abril) y Bolivia.
La inversión total (IED) dirigida hacia América Latina y el Caribe
creció 31% en 2011, un récord de US$153.448 millones. Las economías
menos digitadas por sus líderes mesiánicos acapararon el grueso de la
inversión: Brasil (43% del total, US$66.660 millones), seguida de México
(13%, 19.440 millones), Chile (11%, 17.299 millones) y Colombia (9%,
13.234 millones). A la Argentina, de la que se fugan más de US$22.000
millones por año, llegó el 5% de los fondos (US$ 7.243 millones), a
Venezuela el 3,5% y a Bolivia, menos del 1%. En proporción al tamaño, la
lista la encabeza Chile, seguido de Perú, Colombia.
Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland,
California
alextagliavini@gmail.com
http://www.eluniversal.com/opinion/120527/las-consecuencias-de-la-enfermedad-del-poder
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