La cara magra del "bolivarianismo"
Enrique Prieto Silva
Martes, 29 de mayo de 2012
Vivimos en una revolución que no cuaja a pesar de haber empezado hace
trece años, supuestamente para y por el pueblo, pero que depende de un
solo hombre.
Tomamos de la prensa de hoy, una sentencia que no nos agrada, pero que
pareciera acertar en el tono que han tomado las candidaturas
presidenciales en boga, únicas e irreversibles para el presente y el
futuro de la patria. "Vivimos en una revolución que no cuaja a pesar de
haber empezado hace trece años, supuestamente para y por el pueblo, pero
que depende de un solo hombre. Mientras tanto, la esperanza de los
demócratas es un candidato que ha caído en el foso del personalismo".
La sentencia es por demás grave, pero que nos alerta sobre y contra una
idea precaria, surgida desde los tiempos de su inicio del partido base
de Henrique Capriles, cuando sin pensarse en la Unidad sugirió que era
el ideal patriótico necesario para una "nueva generación", como si de
eso se tratara. Parecía entonces, hace la monserga de catorce años,
cuando con el mismo ideal de cambiar a Venezuela, surgieron los
"revolucionarios" auto insumidos en su llamado "bolivarianismo",
liderados por un personaje, que si a ver vamos, pertenece a la misma
generación, con la sola diferencia de presentar la misma diatriba de los
inicios de la República, cuando comenzó la lucha entere "militarismo y
civilidad"
Lo cierto es, que Venezuela vive un trance indescriptible, donde dos
visiones de país se enfrentan por lograr continuar o cambiar el sistema
de gobierno impuesto por un personaje, querido, temido y odiado por
bandos enfrentados, como nunca antes vivió el venezolano. Donde, quienes
hemos vivido, luchado y estudiado los fragmentos históricos de al menos
siete décadas, nos sentimos con el derecho adquirido necesario para la
crítica formal, tendente a pensar en los últimos momentos, que no en
vano vivimos con la mente puesta en luchar por nuestras vidas, y por
encontrar un mejor camino para nuestros herederos. Entendiendo, que no
es la visión de un antepasado, que se creyó el enviado de Dios, el
compás que indica el quehacer, solo guiado por un ideal percibido como
patriota.
El 4 de febrero de 1992, marcó el hito en la historia de Venezuela que
estremeció sus entrañas y dio a luz el fruto de la maledicencia, cuando,
aceptémoslo o no, surgió de la mente de aventureros venezolanos
infiltrados en la institución militar, este grupo de mentecatos,
quienes, valiéndose de una malformada doctrina que los tildaba de
"líderes de la patria", aprovecharon la grieta dejada por el liderazgo
político indiferente, que solo buscaba la eternización en el poder y no
terminaba de consolidar la democracia; para engranarse en la llamada
"revolución", que aparentemente, para ellos, era un cambio paradigmático
de "repúblicas", pero que a la fecha, de la deteriorada economía
existente que existía, ha consolidado la brecha entre los mas
capacitados y los menesterosos, creyendo que democracia era dádiva, pan
y circo, que llamaron "inclusión".
No podemos negar, que el liderazgo de antes del 4F se había
diversificado y dividido, creando un variopinto partidismo, centrado en
un candidato presidencial, que nunca toleró la segunda vuelta electoral,
con la esperanza de elegir sobre la base de una precaria y tolerada
mayoría, base de oportunidades en cada proceso, que conducía a una
alianza basada en el pacto que surgió para el proceso inmediato al 23E.
Esto, lamentablemente, fue desmarcando al electorado, especialmente de
la base humilde, de donde surgió el "chiripero", que eligió a los dos
últimos presidentes y sirvió para la constitución del "pueblo
bolivariano" transformado en "rojo rojito", adoradores de su "comandante
presidente" y apoyo de los magnates "boliburgueses" que se aprovechan de
su ignorancia.
El trance que vivimos es inocultable. Nos alegran: la frescura que
ostenta Capriles como candidato, a quien sugerimos considerar la critica
que se hace a su personalismo; y el fiasco que presentan los
"revolucionarios" por el lamentable estado de su líder "vitalicio" y la
carroña que están alzando con su lucha interna, al confundir vitalicio
con vitalidad y substituto con heredero. Pareciera que no se han dado
cuenta, que han usurpado el nombre de Bolívar para gobernar
dictatorialmente, engañando malignamente a un pueblo cuya humildad no
respetan.
Lo que está ocurriendo es triste. Ver un nuevo majadero que se creyó
incólume llegando a aspirar mandar hasta el 2031. Que anunció "completar
la obra de Bolívar", por lo que sus adeptos candidatos y seguidores,
anuncian con bombos y platillos, dilapidando las arcas del pueblo, que
con mas tiempo completarán la "segunda independencia", emulando a su
epónimo. Pero olvidan los trances de El Libertador, quien en sus últimos
alientos dio vuelta atrás a su mente para recordar la causa de su
destierro y el odio de sus seguidores. No por casualidad, quienes se
atrevieron a profanar sus restos, han tenido que vivir los percances de
su maldad, ya que con o sin profecías, la natura cobra lo malo hasta del
pensamiento. La historia hay que revisarla con lo bueno y con lo maléfico.
La torpeza de estos "bolivariano" ha estado en creer y hacer creer, que
un hombre que piensa en muerte, amparado en la maldad, y que no escatima
medios para lograr su fin, puede tener su conciencia tranquila en la
hora de rendir cuentas al magnífico. Bolívar fue nuestro Libertador, sus
actos fueron mayormente con justeza, pero como hombre, hubo momentos
trascendentes en su vida dignos de crítica, para no emular. No basta con
buscar excusas a los actos maléficos con los que jugó Bolívar para
encontrar la gloria y ver su "cara magra". Esta tarea es obligatoria del
"bolivarianismo" candente e intolerante.
En su última proclama, Bolívar clarifica su pensamiento:
"Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde
reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi
fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí
que desconfiabais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de
vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y
mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han
conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono. Al desaparecer de
en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación
de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de
Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los
pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía;
los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los
militares empleando su espada en defender las garantías sociales… Mis
últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye
para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo
al sepulcro".
Sin argucia, analizando la profundidad de sus discursos, podemos
encontrar en ellos el reflejo de una lúcida mente, atosigada en momentos
por los avatares de una guerra, justa sin dudas, iniciada por sus
ideales de obtener para todos una patria libre, con verdadera autonomía
e independencia, que indiscutiblemente debía considerar el statu quo
originado por sus propios ancestros. Era Bolívar heredero de españoles,
oligarcas y proceros, muchos integrantes de un ejército conformado por
la clase dominante y gobernante, a órdenes del imperio español. No puede
olvidarse, que Venezuela era inexistente como país o patria. Era una
simple, como tantas provincias coloniales, que se había conformado a una
dependencia, histórica como toda Latinoamérica. Aquí nace y se empina su
gloria, que con su gesta logra el título de "Libertador" tan apreciado
por él, pero nada de esto impide que descarguemos con nuestra crítica,
los malos momentos y decisiones de su vida, que irremediablemente, como
ser humano, tuvo que explicar en sus actos. Y muchos de ellos enrostran
su benevolencia. Asumimos, que son estos momentos históricos, los que
han conducido al líder Chávez y a sus proceros "revolucionarios", mal
llamados "bolivarianos", a creer que fueron actos justos por proceder de
El Libertador.
Su decreto de Guerra a Muerte, no es para encomios. En él restriega su
temor, tal vez como el miedo de cualquier humano ante una posible
adversidad. En ese momento, tal vez crucial, dejó de lado su
descendencia, su familia, y pudiéramos decir que hasta su patria, para
un ultimátum, que no pudo enorgullecerlo. No puede enorgullecer a nadie,
garantizar la muerte a indiferentes, por el solo hecho de ser oriundos
de una patria, que él ha declarado como enemiga. Vale preguntarse,
¿Quiénes somos "nosotros" y quién no envía?:
"Nosotros somos enviados a destruir a los españoles, a proteger a los
americanos, y a restablecer los gobiernos republicanos que formaban la
Confederación de Venezuela…Todo español que no conspire contra la
tiranía en favor de la justa causa, por los medios más activos y
eficaces, será tenido por enemigo, y castigado como traidor a la patria
y, por consecuencia, será irremisiblemente pasado por las armas…
Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si
no obráis activamente en obsequio de la libertad de América…"
Otra mancha negra, fue el fusilamiento del general Manuel Piar. Bolívar
como expiación declaró: "Ayer ha sido un día de dolor para mi corazón.
El General Piar fue ejecutado por sus crímenes de lesa patria,
conspiración y deserción..." Una pregunta ha esta siempre en la
conciencia de patriotas, ¿Era necesario "matar" al mejor prócer de la
independencia como escarmiento?
Muchos otros muertos ocurrieron por diversos atentados contra Bolívar.
Muchas las muertes causadas en su entorno. Veinte ahorcados por el
atentado en 1828 supuesto promovido por Santander, quien fue perdonado.
Para muchos "bolivarianos", su "final en Santa Marta" se ha querido unir
a la serie de atentados que había sufrido, siendo lo mas patético la
duda de su muerte por Chávez y su orden de investigación porque
posiblemente había muerto envenenado. No deja de ser triste la
profanación de sus restos en el Panteón Nacional.
Hace dos años, a decir de seguidores, como los hay hoy en el
"bolivarianismo chavista", "Solo, atormentado por los recuerdos, rodeado
en su mayoría de enemigos, tanto en Colombia como en Venezuela, donde
incluso quieren hacerlo preso, fallece en el desierto de su alma
llamando a la concordia, al final de los partidos y a la unión, como si
aquello pudiera suceder, en ese "nido de alacranes" que se había vuelto
Colombia. Y ante otra mayor desgracia ahora los venezolanos no dejándole
descansar lo sacaron de su tumba para armar una rumba mediática con tal
hecho, mientras resaltan a cada nada cosas que nunca dijo, o que las
dijo al revés, para acomodo de las circunstancias políticas, porque sin
el reposo debido a 180 años de su muerte Bolívar sigue sufriendo la
tremenda desgracia de sus enemigos solapados y de los ignorantes
acomodaticios que lo entornan por un vil interés".
Santa Marta es lugar común en la historia para recordar el más sublime
mensaje de derrota del Libertador. Alguien dirá que como puede ser
derrotado un libertador, cuando necesariamente para serlo, tiene que ser
un victorioso, lo que no dudamos; pero en las guerras, hay momentos de
victorias y de derrotas. Toda batalla se gana o se pierde, pero las
guerras no son las sumatorias de las batallas ganadas, como ocurre en
los juegos, sino que ocurren hechos dentro de ellas, que perfilan el
mejor resultado, y en algunos momentos, una victoria conquista el
triunfo en la guerra, sin que se eliminen los perjuicios sufridos,
generalmente personales, que dan al traste con los deseos personales.
El 17 de diciembre de 1830 fue el día de la confesión, cuando Simón
Bolívar, entregando su alma al supremo, lanzó su proclama digna de
rememorar por todos los que sentimos el bolivarianismo como el mayor
sentimiento patriótico. Hoy, no hay dudas de la desgracia del "proceso
revolucionario bolivariano".
Las contradicciones: "Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la
libertad donde reinaba antes la tiranía…" Hoy quieren los "bolivarianos"
implantar la tiranía donde hubo libertad. "…He abandonado mi fortuna y
aun mi tranquilidad…" Hoy son guerreros para hacerse de fortuna. "…Me
separé del mando cuando me persuadí que desconfiabais de mi
desprendimiento…" Hoy enfrentan a la disidencia para aferrarse al mando.
"…He sido víctima de mis perseguidores..." Hoy son muchas las víctimas
perseguidas. "No aspiro a otra gloria que a la consolidación de
Colombia". "La gloria de Chávez es consolidar su 'revolución'".
Pareciera labrarse un nuevo epitafio: "Si mi muerte contribuye a que
cese la división creada por mi y se consolide la Unidad…" ¡Qué Dios me
perdone¡
eprieto@cantv.net
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/4162190.asp
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