Juan Carlos Apitz B
Jueves, 1 de septiembre de 2011
Nunca olvidaremos que la jaima que instaló Gadafi en el Hotel Hilton de
Margarita durante su visita. No sólo por la excentricidad, sino también
porque, curiosamente, después de su partida, el Gobierno Nacional
anunció la expropiación
El Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores de la
República Bolivariana de Venezuela, en un acto de madurez, ha dicho no
estar al tanto de un posible traslado a nuestro país del líder libio,
Muamar Gadafi.
Pero, en todo caso, ha aclarado que una gestión de este tipo correría a
cargo del propio moderno Prometeo de Sabaneta.
No olvidemos que hace menos de dos años, en la II Cumbre de América
Latina-África que se realizó en septiembre de 2009, en la isla de
Margarita, rindiendo a éste un solemne homenaje oficial por servicios a
la "gran revolución socialista libia", lo condecoró con el collar y la
espada de la Orden del Libertador Simón Bolívar.
Así que, no nos sorprende pues los gorilatos y satrapías del mundo se
entienden, se admiran, se aman, se soban, y hasta se apapachan.
Tampoco olvidemos que en un arranque de pasión presidencial, en el mismo
sarao dijo: "Compañero presidente, esta es la réplica de la espada que
libertó América hace 200 años.
Es una joya, se la regalaron los pueblos a Bolívar (...). Esta espada
está viva y hoy anda por América Latina (...). En nombre de nuestro
pueblo, de la revolución bolivariana, te la entrego a ti (Gadafi),
soldado revolucionario, líder del pueblo libio, de la revolución libia,
de los pueblos de África y líder también para los pueblos de América
Latina". Luego, haciéndole ojitos, agregó: "Lo que es Bolívar para
nosotros, es Muamar al Gadafi para el pueblo libio".
Una frase que bien pudiera inscribirse en el álbum de barajitas del
"Amor es...".
El hermano líder y guía de la revolución libia, en mimosa retribución,
ofreció al comandante-amo-presidente una silla de montar hecha a mano
con el tradicional atuendo para el caballo y los escudos protectores del
jinete, todo elaborado artesanalmente y tejido en plata. "Hecho
especialmente en su honor, presidente", expresó un amancebado Gadafi.
Nunca olvidaremos que la jaima que instaló Gadafi en el Hotel Hilton de
Margarita durante su visita a la cumbre dio mucho que hablar.
No sólo por la excentricidad, sino también porque, curiosamente, después
de su partida, el Gobierno Nacional anunció la expropiación del
albergue, al parecer por las objeciones que puso la gerencia del hotel
en complacer las insólitas peticiones de la delegación de Trípoli.
Esa misma jaima se quedó en Venezuela como parte de una donación que le
hiciera Gadafi a nuestro Presidente; quien le consiguió utilidad en
diciembre de 2010, para refugiar en el Palacio de Miraflores a un grupo
de damnificados a causa de las lluvias.
Pareciera que en un ataque de nostalgia, ordenó: "Ameliach, tú tienes
que ir preparando hasta el despacho 1, y me pones la carpa que me regaló
Gadafi. Ubícala, me la puedes instalar ahí en un jardín de Miraflores,
instálamela porque yo me mudo para esa carpa".
Hoy los damnificados, indignados, gritan: ¡Para vivir pariendo! No queda
más remedio que recordar la famosa obra de Samuel Beckett, Esperando a
Godot, en la que dos vagabundos, Vladimir (Didí) y Estragon (Gogó),
esperan vanamente a un lado del camino a un tal Godot, con quien
posiblemente están citados.
Pero en verdad nunca se llega a saber quién es Godot, o si existe en
realidad el tal Godot, o qué es lo que Vladimir y Estragón quieren
hablar con él.
Lo único que realmente ocurre en la acción es que se aparece un tal
Pozzo acompañado por su esclavo Lucky y un muchacho, con elmensaje
recurrente de que Godot no va a venir hoy, "pero mañana seguro que sí".
¿Esperando a Godot o a Gadafi?
No comments:
Post a Comment