Carlos Machado Allison
Miércoles, 28 de septiembre de 2011
Tan majunches que hacen causa común con Gadafi, Mugabe y otros bates
quebrados
Por mucho tiempo busqué el término más adecuado para describir a parte
del actual gobierno y ahora, gracias al señor Presidente, lo he
encontrado. En efecto, como todo el mundo sabe, nuestro primer
magistrado y muchos de sus seguidores tienen tanta capacidad para el
insulto, como incompetencia para gobernar. Los opositores han sido
calificados de mil modos, como escuálidos, derechistas, pitiyanquis,
ratas, vendepatrias, excrementos (en varias versiones) y lacayos.
También ha mandado a más de uno a "lavarse ese paltó", o a enrollar el
periódico y "metérselo en el bolsillo". Al difunto monseñor Castillo lo
llamó fariseo, hipócrita, bandido y alcahuete; apodos a los candidatos
de la oposición e insultos personales a varios presidentes. En materia
de insultos sólo ha tenido un competidor, el conductor de La Hojilla.
Ahora llama majunches a los precandidatos de la oposición.
Defectos de calidad
Ahora bien, majunche significa de calidad inferior, deslucido o
mediocre. Es un venezolanismo que se utiliza tanto para describir
defectos en la calidad como pobreza en el desempeño. Yo la recuerdo del
beisbol: "ese es un pitcher tanmajunche" que es incapaz de ponchar a un
ciego, o a la calidad o cantidad de la comida: "me sirvieron un plato
majunche". Pues entonces, qué mejor término que el mencionado para
describir la gestión de un gobierno que ha logrado acabar con la mitad
del ganado del país, tener al 70% de los planteles públicos en
condiciones deplorables y una proporción similar de las carreteras
plagadas de huecos. La verdad es que deben ser bien majunches para tener
más de 40.000 presos en ínfimas condiciones, haber duplicado la
burocracia para ejecutar la mitad de las obras públicas y generar tanta
inseguridad que más venezolanos mueren en manos del hampa que en alguna
guerra reciente.
Majunches en lo cultural y aún más en lo que a economía, ciencia y
tecnología se refiere. Tan majunches que hacen causa común con Gadafi,
Mugabe y otros bates quebrados. El término majunche también viene a la
mente cuando escuchamos a funcionarios trajeados de rojo, con vistosas
chaquetas o camisolas que evocan a merolicos de feria o anunciantes de
la llegada del circo. Demasiados majunches juntos, deslucidos y
mediocres, de allí que le tengan tanto odio a las universidades,
profesores y estudiantes, a las clínicas y bancos, a los músicos y
artistas que no se arrodillan ante ellos, a los productores del campo. A
todo aquel que desea ver calles y parques limpios y a un pueblo sin
miseria y enfermedades. El majunche empoderado desea que el resto del
país sea más majunche para dominarlo a su antojo. La Majunchamentazón,
acompañada de piches, chimbos, chiripas, luqueados y furruqueados hacen
que falte electricidad, leche en polvo o aceite, a pesar del hinchado
presupuesto y la deuda creciente.
Habrá quien piense, al votar, que más vale majunche en mano que ciento
volando, pero otros dirán que escoba nueva barre mejor y lo bueno es que
hay para escoger.
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