Juan Carlos Zapata
Jueves, 1 de septiembre de 2011
Soldado de la revolución. Claro. Mejor, abogado de la revolución y del 
Gobierno, y el Estado, y el Presidente. En eso no se equivoca el nuevo 
procurador general, Carlos Escarrá. Tampoco Cilia Flores, la jefa de la 
fracción parlamentaria del PSUV.
Ni tampoco el presidente de la República, quien lo postuló. Carlos 
Escarrá tiene un mandato. Arreglar el caos. Preparar el terreno. Limpiar 
los asuntos legales comprometedores. En tanto su papel es vigilar el 
cumplimiento de hasta el mínimo detalle legal.
No sólo lo que se ha dicho: que se necesita un Procurador de elevada 
capacidad técnica por la eventualidad de juicios y demandas contra la 
República y PDVSA. No, hay mucho más. En el Gobierno ya el escenario de 
ganar las elecciones se ve cuesta arriba. Por tanto, urge tomar ciertas 
precauciones en torno al desarreglo administrativo. Y Escarrá, dicen, es 
el indicado para ello.
De allí la explicación de por qué sacrificar a uno de los mejores 
diputados rojos. Especial atención merecen los asuntos legales que 
comprometen a PDVSA. Y de allí que se diga que Carlos Escarrá es una 
designación que se le debe más a Rafael Ramírez, presidente de PDVSA. 
Por los nexos del Escarrá abogado, jurista, con los de la familia 
política de Ramírez, también de abogados. De modo que a Escarrá le 
espera un año de arduo trabajo. Hay mucho por revisar en la 
administración pública.
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