MOISÉS NAÍM 31/07/2011
La mitad de la población venezolana tiene menos de 25 años. Esto
significa que la mitad del país no ha conocido un líder distinto de Hugo
Chávez, el jefe de Estado del hemisferio occidental que más tiempo lleva
en el poder -12 años-. Chávez ha dejado claro que será candidato en las
elecciones presidenciales de 2012, que su victoria es inexorable y que
aspira a seguir mandando hasta 2031. Ahora, repentinamente, el cáncer
amenaza estos planes.
La enfermedad del comandante ha desatado una pugna feroz entre las
facciones chavistas
La naturaleza exacta de la enfermedad de Chávez es un secreto, pero él
mismo ha dado a entender que es grave. Esto ha desatado en Venezuela un
conflicto político tan encarnizado como soterrado. No entre sus
partidarios y la oposición, sino entre las distintas facciones del
chavismo que lucharán por sucederlo en caso de que el comandante salga
de la jugada. Estas pugnas son aún silenciosas porque los protagonistas
se cuidan mucho de mostrar sus apetencias: es peligroso que Chávez los
descubra maniobrando para reemplazarlo.
El presidente ha concentrado todo el poder y no deja espacio para ningún
otro liderazgo, por lo cual ni hay sucesores obvios ni instituciones
para manejar una eventual transición.
¿Qué pasará en una Venezuela post-Chávez? Nadie lo sabe, pero lo que es
seguro es que las facciones chavistas, diversas, divididas, muchas de
ellas armadas y todas con mucho dinero, tendrán gran influencia en
cualquier transición.
La más importante de todas ellas son las Fuerzas Armadas, leales a
Chávez pero carcomidas por una fragmentación que él mismo ha promovido.
Uno de sus líderes, y favorito del presidente, es el general en jefe
Henry Rangel Silva. Rangel ha declarado que los militares no tolerarán
un Gobierno de la oposición, aun cuando ganara las elecciones de 2012.
En 2008, el Gobierno estadounidense incluyó a Rangel en la lista de
quienes acusa de prestar "apoyo material al tráfico de narcóticos".
Venezuela se ha convertido en un centro muy importante de lavado de
dinero y tráfico de drogas, armas y personas. El volumen de estas
actividades es tan enorme, que no sería posible sin la complicidad de
algunos militares y civiles allegados al poder. Por lo tanto, una de las
facciones que intentará influir en la sucesión de Chávez será ese grupo
relacionado con organizaciones criminales globales, que hará todo lo
posible por tener un Gobierno tolerante.
Otra facción la forman los militares y políticos venezolanos vinculados
a la inteligencia cubana. Chávez subsidia a Cuba con 5.000 millones de
dólares anuales, incluyendo el 60% del petróleo que la isla consume.
Para sobrevivir, el régimen de La Habana también necesita en Caracas un
aliado, por lo que sus agentes jugarán un papel decisivo en cualquier
proceso de sucesión.
Los militares no son el único grupo armado. Chávez ha creado milicias y
oscuras organizaciones paramilitares que pueden activarse si la lucha
por el poder desemboca en enfrentamientos violentos en las populosas
ciudades del país.
Naturalmente, en todo esto no solo cuentan las armas. También pesa el
dinero. Otra facción pro-Chávez que sin duda desempañará un papel en el
eventual proceso de sucesión es la burguesía bolivariana, o los
boliburgueses, como se les conoce en Venezuela. Son empresarios que han
usado sus vínculos con el Gobierno y las fuerzas armadas para acumular
fortunas inconmensurables durante el boom petrolero de la etapa
chavista. Son los intermediarios indispensables para cualquier
transacción en la que participe el Gobierno venezolano ya sea la compra
de armas a Bielorrusia, de pollos a Brasil, tractores a Irán, o los
préstamos a Argentina.
¿Y la oposición? ¿Qué papel desempeñaría en una transición? Aquí se
incluye el pujante segmento de la sociedad civil contrario a Chávez,
especialmente el movimiento estudiantil y toda una nueva generación de
jóvenes líderes. Su influencia sería probablemente limitada: carece de
armas, matones o dinero. Y Estados Unidos, otro actor hostil al
chavismo, está demasiado ocupado con las crisis en otros lugares.
Finalmente, está la familia Chávez, sobre todo Adán, el hermano mayor
del presidente. Hace poco, Adán Chávez declaró: "Sería imperdonable
limitarse tan solo a lo electoral y no ver los otros métodos de lucha,
incluso la lucha armada".
Por supuesto, es prematuro dar a Chávez por acabado. Si se recupera,
podría asumir de nuevo el control o gobernar delegando las decisiones
del día a día en lugartenientes de confianza. De hecho, Chávez ha
cambiado su obsesivo eslogan "Patria, socialismo o muerte" por
"Viviremos y venceremos". Vivir y vencer son ahora sus prioridades.
También ha introducido una reveladora exhortación: "¡Unidad, unidad,
unidad!". En vista de lo bien que le ha ido polarizando a los
venezolanos, cuesta imaginar que Chávez llame ahora a la unidad de sus
compatriotas. Su ruego va dirigido a los simpatizantes, a los grupos
cuya maltrecha unidad Chávez necesita para seguir mandando en el país
con las mayores reservas petrolíferas del mundo.
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http://www.elpais.com/articulo/internacional/Venezuela/Chavez/elpepiint/20110731elpepiint_4/Tes
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