Correa contra El Universo
Gina Montaner
Son conscientes los ecuatorianos del rumbo totalitario que ha tomado el
gobierno de Rafael Correa? Quizás no lo suficiente, pues después de la
sentencia que ha condenado a cuatro directivos del diario El Universo a
tres años de cárcel y al pago de una multa millonaria, en las calles del
país no se han producido protestas multitudinarias a favor de la
libertad de prensa. Como mucho, "tuiteos" indignados en las redes
sociales y la concentración de cientos de simpatizantes frente a la sede
del periódico en Guayaquil el miércoles pasado.
La sentencia dictada por el juez Juan Paredes sienta un nefasto
precedente que no es sino un síntoma más de los abusos de poder de
Correa, un personaje cuya impronta evidente es la rabia mal contenida y
ademanes bravucones. Sólo así se explica que en septiembre de 2010,
cuando los sindicatos de la policía se movilizaron en Quito, el propio
presidente se enfrentó a los manifestantes, exacerbando el caos entre
las fuerzas del ejército y los piquetes callejeros. Lo lógico es que un
gobernante aborde el problema social con una comparecencia oficial o una
reunión extraordinaria en busca de soluciones negociadas. Pero Correa,
de la cuerda mesiánica de los Castro y los Chávez de este mundo, saltó
como un toro de Mihura dispuesto "dar la vida" en el ruedo.
Precisamente el sorprendente fallo del juez Paredes tiene que ver con la
información que en su día publicó El Universo respecto a aquellos
incidentes. El entonces Jefe de Opinión, Emilio Palacio, escribió que
había indicios de que el mandatario pudo haber dado órdenes al ejército
de disparar a discreción contra el hospital donde permaneció retenido
unas horas. Una decisión que, como en efecto ocurrió, puso en peligro a
los pacientes que allí se encontraban cuando se produjo el cruce de
fuego. Dicha información, que ponía en entredicho el manejo que hizo el
Ejecutivo de la crisis, es el pan nuestro de cada día en las sociedades
abiertas, donde los medios de comunicación informan con lupa de las
actividades de los políticos y las columnas son santuario de todo tipo
de opiniones. En eso consiste la libertad de prensa y no lo que está
sucediendo en Ecuador, donde el jefe de Estado, con la complicidad del
poder judicial, está amordazando impunemente el derecho a la libre
expresión.
En cuestión de horas el juez Paredes leyó el sumario y dictó una
draconiana sentencia, obedeciendo órdenes que vienen de más arriba. El
objetivo es atemorizar al gremio periodístico y me temo que lo han
conseguido, porque las movilizaciones masivas han brillado por su
ausencia y los acusados se han visto obligados a doblegarse. Muy
probablemente El Universo tendrá que cerrar después del pago de 40
millones de dólares que se embolsará Correa. Sencillamente la sociedad
ecuatoriana ha mirado para otro lado, como si el estrangulamiento del
Estado de derecho no tuviese que ver con ellos. Tarde o temprano
sufrirán las consecuencias del conformismo colectivo.
A nadie debe sorprenderle el último y más reciente espasmo autoritario
de Correa. En el mes de mayo ganó por un estrecho margen un referéndum
que ha dado luz verde a la creación de un comité de vigilancia para
controlar los contenidos de los medios. Y hace tan solo unas semanas
ofreció una rueda de prensa con su homólogo peruano, el recientemente
elegido Ollanta Humala, en la que ambos se despacharon a gusto contra la
prensa, ese blanco fácil y vulnerable para políticos con tentaciones
absolutistas. En los próximos días Humala tomará las riendas del poder y
está por ver si controlará el deseo de acallar las críticas. El
mandatario ecuatoriano, en cambio, hace mucho que enseñó sus garras y su
alineamiento con el socialismo descabellado de Cuba, Venezuela y
Bolivia. Esos son los derroteros en los que se embarcó este graduado de
Harvard que nada aprendió de la grandeza de la democracia durante su
estancia en Estados Unidos, o en los años en los que fue un oscuro
profesor de economía en una universidad de derechas de Quito. Finalmente
se despojó de la piel de cordero académico, para abrazar la dañina
Biblia de Eduardo Galeano y sus eternamente sangrantes venas de una
América Latina abocada al fracaso de los experimentos revolucionarios.
Hará mal el pueblo ecuatoriano en no tomar cartas en un asunto donde lo
que está en juego es la libertad de los individuos. Por si les sirve de
lección: hace más de medio siglo, en Cuba un grupo de aventureros que
bajó triunfante de la Sierra Maestra tardó sólo 18 meses en tragarse un
país completo hasta convertirlo en un cementerio de silencio y terror.
En aquel entonces, me cuentan quienes lo vivieron, los jóvenes
universitarios desfilaban jubilosos con ataúdes que representaban el
cierre de los periódicos desafectos a los revolucionarios castristas. Lo
demás ya es triste historia. Ojalá que los ecuatorianos sepan ser dueños
de su destino. Todavía están a tiempo.
http://www.elnuevoherald.com/2011/07/25/988959/gina-montaner-correa-contra-el.html
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