Thursday, October 31, 2013

Maduro y su Mundo Feliz

Maduro y su Mundo Feliz
Pedro Corzo
octubre 29, 2013

La decisión del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro de crear una
instancia gubernamental dedicada a la búsqueda y consecución de la
Suprema Felicidad, conduce al libro 1984, de George Orwell, en el que
el Gran Hermano contaba con ministerios claves como el de la Verdad y el
Amor, y el régimen se sostenía sobre consignas como "la guerra es la
paz, la libertad es la esclavitud y la ignorancia la fuerza".

Estas consignas se ajustan perfectamente al modelo político que Hugo
Chávez impuso en Venezuela, que hasta el momento reproduce algunos
aspectos del régimen cubano, y según promesas del desaparecido
mandatario tiene como objetivo llegar al mar de la felicidad de los
hermanos Castro, del que el presidente Maduro ha demostrado ser un
apasionado devoto.

De que la Guerra es la Paz para el mandatario venezolano se aprecia con
la cantidad de armas que su país ha adquirido en los últimos años; que
la Libertad es la Esclavitud se evidencia, entre otros condicionantes en
las restricciones y sanciones impuestas a los medios de comunicación; y
la Ignorancia, la Fuerza, la personifica el propio presidente con las
visiones que dice haber tenido, o por la barrabasadas que no cesa de
pronunciar como cuando dijo "Cristo redentor se hizo carne, se hizo
nervio, se hizo verdad en Chávez".

En consecuencia en la búsqueda de la felicidad para todos, Maduro que
creó un vice ministerio para lograr la felicidad de cada ciudadano, no
duda en amenazar con llevar a prisión a los periodistas que denuncian la
escasez, confiscar los bienes de quienes considera acaparadores o
simplemente amenazar o encarcelar, a los dirigentes políticos de la
oposición.

La ficción política de Orwell, como el Mundo Feliz del también británico
Aldous Huxley, o Tierra de Extraños del escritor cubano José Antonio
Albertini, al igual que otras obras de diferentes autores que abordan
este género, describen un mundo en el que los poderes del Estado tienen
la autoridad para determinar la conducta del ciudadano, sus sentimientos
y hasta sus relaciones sexuales.

Ese poder absoluto es la aspiración de todo dictador. El pasado siglo
XX contó con déspotas que con el objetivo de hacer feliz al género
humano, destruyeron cientos de millones de vidas y afectaron el
desarrollo de los pueblos que llegaron a dirigir.

Huxley, Orwell y Albertini describen una sociedad en la que el líder
justifica el uso de la fuerza con el subterfugio de que la humanidad
para sobrevivir debe ser sometida a las restricciones y regulaciones que
el Conductor considere necesarias.

Hay que admitir que Maduro no está solo. Han sido muchos los dirigentes
políticos y religiosos, que han prometido el paraíso en la tierra y
simplemente han adelantado el infierno para aquellos que están bajo su
influencia.

Casos como los de James Warren Jones, alias Jim Jones, que fundó la
secta Templo del Pueblo y provocó un suicidio masivo en Jonestown,
Guyana, causando la muerte de 913 personas, incluidos 270 niños, o el de
Waco, donde David Koresh, contribuyó a la muerte de 168 personas, hasta
los ataques suicidas de los extremistas islámicos a los que se les
promete un mundo de leche y miel con tal de que asesinen inocentes.

Hay muchos más ejemplos y no está de más recordarlos. La pureza de la
raza de Adolfo Hitler, el Paraíso de los Trabajadores de Lenin y Stalin,
la Revolución Cultural de Mao Tse Tung, el edén que conquistó el pueblo
camboyano como consecuencia del pensamiento mágico de los Kmer Rouge,
hasta el Pan con Libertad de Fidel Castro, sin olvidar el hombre nuevo
de Ernesto Guevara.

La mayoría de los líderes usan las promesas para alcanzar el poder y
conservarlo sin perder el sentido común, pero cuando imaginan que han
tocado el cielo con las manos, el delirio se acentúa y la destrucción
total del país está asegurada.

Maduro pudo haber empezado a jugar con palabras y promesas como
estrategia, pero tal parece que ha sido encantado por su propia
hechicería, por lo que la situación es muy seria ya que cuenta con la
capacidad represiva para imponer su voluntad.

Sin embargo el iluminismo del mandatario venezolano no es lo peor y es
que tanto a él como a sus homólogos mencionados y omitidos, no les han
faltado seguidores. Aparentemente hay un sector de la humanidad que
gusta del cuento, compra las promesas más absurdas y mata o se deja
matar por ellas.

Ahí está el problema, sino quedaran ciudadanos con mentalidad de
siervos, estos esclavistas serian rápidamente desenmascarados y
expulsados del poder.

http://www.martinoticias.com/content/opiniones-pedro-corzo-maduro-mundo-feliz/28754.html

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