Hugo Chávez – ¿"El Mulo" Venezolano?
DANIEL LANSBERG RODRÍGUEZ | EL UNIVERSAL
viernes 11 de octubre de 2013 12:00 AM
Los mediados del siglo XX, son considerados, por muchos, la edad de oro
para la ciencia ficción. Con los traumas de las guerras mundiales ya en
el pasado, la humanidad volteó sus ojos hacia las incontables
posibilidades de su futuro, y el público ansiaba historias que
reflejaran este sentimiento. Entre los mejores representantes de dicho
género, encontramos nombres inmortales tales como Tolkien, Bradbury y
Clarke, aunque tal vez, ninguno logró capturar la imaginación de toda
una generación de jóvenes como lo hizo Isaac Asimov. Asimov, acuñado
creador de la palabra "robótica", fue un profesor de bioquímica en EEUU,
nacido en Rusia. A través de cuatro décadas, escribió más de 400 libros
y fue celebrado tanto como científico y humanista, como por ser autor de
ciencia ficción. Su obra más famosa, la Trilogía de La Fundación (1951),
es la crónica de la caída (y renacimiento) de un Imperio Galáctico
guiado desde "arriba" por una secta benigna de científicos sociales. A
través de su comprensión de la "psicohistoria" (una ciencia ficticia que
combinaba sociología y estadística matemática para hacer predicciones
generales sobre el comportamiento de grandes grupos de personas) estos
tratan de dirigir el destino de la humanidad a un futuro pacífico, en
medio de un milenio de conflicto y caos.
El fundamento básico de la psicohistoria es el siguiente: Mientras que
un solo individuo es inherentemente impredecible, las acciones de grupos
muy grandes se vuelven predecibles a través de sus probables dinámicas
internas y la Ley de los Grandes Números. Dado que ningún individuo
singular es por sí mismo lo suficientemente decisivo para cambiar
fundamentalmente la sociedad (a menos que las propias fuerzas sociales
impulsen a esa persona al primer plano), los científicos podían
discernir el futuro político, con una sorprendente claridad. En el
clímax de la narración, el plan "psicohistórico" se descarrila, cuando
aparece "El Mulo", un mutante poderoso y siniestro, nacido con el
extraordinario poder de leer y controlar las mentes de los que le rodean
(una posibilidad no considerada por la psicohistoria). Usando estas
habilidades, "El Mulo " logra surgir de ser un don nadie en un planeta
periférico, a ser el gobernante de una parte considerable de la galaxia
en apenas dos años.
Sin embargo, al finalmente ser derrotado (debido a su propia arrogancia
e inseguridades) el plan psicohistórico vuelve en poco tiempo a su forma
original. "El Mulo" resultaba ser poco más que la excepción que
confirmaba la regla, y la psicohistoria prevalece. Mi breve relato no le
hace justicia a la riqueza de la historia, pero llaman mi atención los
paralelismos que encuentro con el pensamiento del movimiento de
oposición democrática en Venezuela respecto Hugo Chávez. Hace un año,
"El Comandante" fue reelecto Presidente por tercera y última vez, a
pesar de su cáncer, un sector público ineficiente y corrupto, y una de
las peores tasas de crímenes violentos en el planeta. Al final, fue la
muerte quien logró derrotarlo (independiente de arrogancia e
inseguridades) y aun así, pocos meses más tarde los venezolanos
eligieron (se supone) como sucesor a un tosco desconocido, guiados por
tan solo la recomendación del ahora fallecido. Con frecuencia, en
círculos de oposición, se oye hablar de Chávez, de la forma en que uno
podría escuchar a los caracteres en el universo de Asimov discutir sobre
"El Mulo" después de su caída. Una especie de mutante súper carismático,
que controlaba las mentes del pueblo venezolano por métodos mágicos,
irresistibles y –afortunadamente– imposibles de replicar.
Así vivimos todos bajo la suposición de que –despojada de su líder
superpotente– la administración que éste dejó atrás caerá por su propio
peso y es sólo cuestión de tiempo. Pero excepciones no prueban reglas.
Excepciones refutan hipótesis. Y nuestras suposiciones han sido
descarriladas, lo necesario es reemplazarlas.
Hugo Chávez Frías no era un súperhombre, y nuestra disposición hacia
reconciliar la paradoja de su éxito electoral con la lamentable gestión
de su gobierno por solo invocar su "carisma" es tan absurdo como
atribuirle –al igual que hace su sucesor– el ser una encarnación divina
de fervor revolucionario.
Peor aún, pensar de esta manera es intelectualmente perezoso, y permite
que la oposición democrática evite tener que rendir cuentas, o
sencillamente reflexionar, respecto la gran cantidad de fracasos y
errores estratégicos que ellos han cometido durante la última década y
media.
Chávez sí fue carismático, y también sortario. Tuvo a su favor años de
petróleo sobrevalorado y un presidente estadounidense particularmente
impopular, entre muchas otras cosas. Pero dejarnos seducir por la cómoda
ilusión que con eso, y sólo con eso, se explica la sobrevivencia actual
de la quinta república, es vivir en un mundo de fantasía. Y yo prefiero
el de Asimov.
@Dlansberg
http://www.eluniversal.com/opinion/131011/hugo-chavez-el-mulo-venezolano
No comments:
Post a Comment