Intimidación gubernamental a la oposición
JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE | EL UNIVERSAL
miércoles 9 de octubre de 2013 12:00 AM
En el tiempo que lleva el señor Maduro al frente del Gobierno, los
venezolanos han venido sufriendo, en una especie de paquete comprimido,
todos los padecimientos de las medidas socioeconómicas y políticas que
este socialismo del siglo XXI ha venido poniendo en práctica desde 1999.
Solo que Chávez las fue soltando poco a poco, esparciéndolas durante los
últimos catorce años como agua de rocío mientras que Maduro las ha
repetido, en una ración muy condensada, en tan solo nueve meses. Todo el
catálogo castrista y el arsenal chavista en una sola dosis.
Su última creación, porque hay que darle algo de mérito a la imaginación
de este gobierno, es la juramentación, en días pasados, de la
unión-cívico militar para combatir la guerra económica emprendida por la
derecha en el país, ¿quién más pudiera ser? Y como para que no queden
dudas, de que se trata de una auténtica batalla, el acto se llevó a cabo
en el Campo de Carabobo donde nada más y nada menos se selló la guerra
de independencia. Tal puesta en escena, con dos mil asistentes que
fueron testigos de semejante acontecimiento, nos hubiese resultado
"natural" durante cualquiera de los mandatos de Hugo Chávez, pero en el
gobierno de un presidente que no viene de los cuarteles, que es un civil
que se debe a la sociedad civil y que además dice provenir de la clase
trabajadora, nos parece un verdadero esperpento.
Que los militares luchen junto a los civiles es algo que seguramente
celebraría el ideólogo Norberto Ceresole y que podría tener mayor
sentido defendiendo otros propósitos verdaderamente patrióticos, pero en
defensa de la economía interna, que el propio gobierno ha pervertido,
solo tiene carácter de "show mediático" de acto de utilería
proselitista. En verdad, el único juramento que se ha dado aquí, el que
se esconde bajo este otro, es el de Maduro con el sector castrense
venezolano. Un pacto, por lo demás imprescindible para Maduro, quien se
debe sentir, para decirlo en criollo, como "cucaracha entre gallinas"
con tanto militar que lo acompaña en el gobierno. Y para muestra de
ello, está el reciente aumento salarial al estamento militar, de hasta
el 60%, de una sola vez, mientras otros trabajadores del sector público
lo reciben troceado. La justicia salarial no puede tener preferencias.
Que los militares resulten favorecidos con aumentos, como acaba de
ocurrir, y se les de facilidades para obtener los bienes del "buen
vivir" que a otros se le niegan o dificultan, solo sirve para demostrar
el alto grado de demagogia que es capaz de alcanzar el actual gobierno y
los verdaderos objetivos que lo mueven.
Pero si el Gobierno quiere utilizar al ejército en su lucha contra la
economía del racionamiento, al mejor estilo cubano, que se ha impuesto
en el país, así como contra la corrupción que la corroe y la miseria que
nos persigue como un lobo hambriento, por qué no empieza por combatir la
venta a precios exorbitantes por parte de la economía informal, de los
productos de primera necesidad que como harina de maíz, aceite, leche en
polvo o margarina, los supermercados y cadenas de distribución de
alimentos tienen la obligación legal de vender a precios regulados. Un
fenómeno muy frecuente, sobre todo en estados fronterizos como Táchira o
Zulia, que ocurre a la luz del día y en las narices de las autoridades
que como la Guardia Nacional, están llamadas a fiscalizar el
acaparamiento y la venta irregular de esos productos. Por qué no le
hacen la guerra a las mafias que llevan esos alimentos regulados, o la
gasolina, más allá de la frontera para venderlos a precios superiores en
ciudades como Cúcuta o Maicao, aumentando la escasez local. O por qué no
combaten el acaparamiento donde debe ser, en lugar de decomisarle a
quienes llevan, viajando en autobús desde Caracas, esos mismos productos
para sus familiares en el interior del país, donde no se consiguen o
escasean. O porque el "presidente obrero", como gusta llamarse, no les
paga los beneficios que les corresponde a los trabajadores del sector
del hierro en el estado Bolívar, en lugar de amedrentarlos con la
Fiscalía como si fuesen delincuentes, o amenazarlos con la toma de Sidor
por el pueblo, ¿es que acaso los trabajadores no son pueblo? ¿De la
defensa de cual economía estamos hablando?, porque de la del pueblo
ciertamente, no es.
Razón tiene el Senado de EEUU al hablar en su reciente resolución sobre
Venezuela de "intimidación gubernamental contra la oposición en
Venezuela"; debiéndose entender por oposición, todo sector que exige sus
derechos al Gobierno, que no coincide con alguna de sus políticas o que
simplemente dice algo que no le gusta al oficialismo.
Hasta ahora, el carisma de un líder, el populismo de las misiones en los
barrios y el conformismo social, sirvieron de aliados a los catorce
años de gobierno de Chávez; pero cuidado, se puede seguir jugando con la
ignorancia, pero no con el hambre de un pueblo.
Xlmlf1@gmail.com
http://www.eluniversal.com/opinion/131009/intimidacion-gubernamental-a-la-oposicion
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