Friday, October 11, 2013

Burocracia y corrupción

Burocracia y corrupción
MARCOS CARRILLO | EL UNIVERSAL
viernes 11 de octubre de 2013 12:00 AM

¿Cómo pretende el tal Maduro combatir la corrupción en un Estado tan
estrafalario que, además de tener un presupuesto paralelo al oficial que
se maneja sin ningún tipo de controles, está sometido a los caprichos de
dos presidentes extranjeros (Raúl Castro y Maduro), uno moribundo
(Fidel), uno difunto (Chávez) -todos en ejercicio-, además de un
presidente del Poder Legislativo cuya cuota de poder lo hace el refresco
que le faltaba al combo?

El disparate burocrático, coronado por esos cinco querubines, va
adornado por un clan de vicepresidentes que se van nombrando según las
urgencias de cupos que se vayan necesitando para mantener el precario
equilibro gubernamental. Casi todos estos vicepresidentes se ocupan a su
vez de otras bagatelas: unos son también ministros, otro es canciller y
gobernador paralelo de Miranda, otro emplea su tiempo libre en ser
presidente de Pdvsa y vicepresidente regional del PSUV y otro tiene el
inmenso mérito de ejercer su función ejecutiva en el tiempito que le
dejan los quehaceres domésticos que implica vivir en La Casona junto a
una de las herederas del comandante cuya eternidad se esfumó con su muerte.

Más abajo, allá en el oscuro foso del anonimato, hay una treintena de
ministros –nadie sabe a ciencia cierta cuántos son– que deben adular a
los cubanos que les dan órdenes, a la media docena de vicepresidentes y
a los cinco presidentes. En el tiempo que les queda se pisan la manguera
entre sí y urden intrigas contra sus pares para ascender en la
intrincada maleza administrativa.

En lo más bajo de este arrabal convive una burocracia formal compuesta
por millones de venezolanos sometidos a las órdenes de otra burocracia
de sombra, constituida por miles de cubanos. Todos dedicados a su fin
último: crear controles para someter al ciudadano y encender el motor de
la corrupción.

Presidentes, cubanos, chinos, rusos, iraníes, ministros, militares,
gobernadores, alcaldes, todos a una gritan órdenes que se pierden en el
laberinto absurdo que han construido con la principal finalidad de hacer
imposible la exigencia de transparencia y rendición de cuentas inherente
a toda democracia.

Lejos quedaron los tiempos en que aquel llanerito derrotado, vestido con
liqui-lique verde oliva, despotricaba de la democracia diciendo que la
administración pública era demasiado grande y que había que reducirla a
siete ministerios. En el olvido quedaron las colitas de Pdvsa por las
que se rasgaban las vestiduras quienes hoy conforman el séquito de
inútiles –"yernas" incluidas– que viajan en el avión que se le alquila a
Cuba para los paseos al Lejano Oriente. Infructuoso recordar que hubo un
país en el que, hasta hace quince años, el Ejecutivo estructuraba sus
presupuestos rígidamente y quedaba sometido a una escrupulosa revisión
parlamentaria antes de ser aprobado y a un seguimiento exhaustivo
durante su ejecución.

El castro-chavismo diseñó una estructura delictual inauditable y
virtualmente invulnerable. De allí que el fin de la ley habilitante es
evidente: un instrumento para la permanencia en el poder y para la
persecución de todo aquel que exija democracia y transparencia. El
totalitarismo llegó para quedarse de la mano de la corrupción, como
siempre ha sido.

mrcarrillop@gmail.com

@carrillomarcos

http://www.eluniversal.com/opinion/131011/burocracia-y-corrupcion

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