Ineptitud bolivariana
BERTRAND DE LA GRANGE | Madrid | 20 Oct 2013 - 10:22 am. | 0
La Ley Habilitante afecta a la oposición, a los propios diputados del
PSUV y a Diosdado Cabello. Los rumores de golpe de Estado son incesantes.
La lucha por el poder entre los herederos de Hugo Chávez está llevando
al colapso económico a la mayor potencia petrolera de América Latina. Y
mientras tanto, la oposición, avasallada por las malas artes del régimen
bolivariano, se limita a observar el deslizamiento progresivo de
Venezuela hacia el abismo.
En su obsesión por arrinconar a la oposición, el presidente Nicolás
Maduro ha solicitado al Parlamento que le otorgue nuevas prerrogativas
para gobernar por decreto durante un año. El jefe del Ejecutivo
justifica esa petición con el argumento de que necesita legislar por la
vía rápida para cumplir con sus objetivos de "transformar la economía" y
"combatir la corrupción". Sobre estos dos asuntos clave, la oposición no
tendrá derecho a la palabra, a pesar de que su candidato a la
presidencia, Henrique Capriles, obtuvo cerca del 50% del voto popular en
las elecciones del 14 de abril.
El procedimiento legislativo adoptado para otorgar esos poderes
extraordinarios al jefe del Gobierno demuestra la falta absoluta de
respeto de los chavistas por los otros partidos representados en la
Asamblea Nacional (AN). Los 18 miembros de la comisión parlamentaria
designada para estudiar la solicitud de Maduro pertenecen todos al
oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Tal y como
ocurrió en cuatro oportunidades en tiempo de Hugo Chávez, la llamada Ley
Habilitante será aprobada en el pleno del Parlamento por las tres
quintas partes del total de los diputados, a cambio de favores en
algunos casos.
Esta ley no coarta únicamente los derechos de la oposición. También
afecta a los propios diputados del PSUV y al presidente de la AN,
Diosdado Cabello, que delegan parte de sus competencias constitucionales
en el poder ejecutivo. Es otro trago amargo para el exteniente Cabello,
que aspiraba a suceder a su amigo Chávez en la presidencia pero fue
descartado por el propio caudillo pocas semanas antes de morir de un
cáncer en marzo.
¿Por qué se presta ahora el exmilitar a la maniobra de Nicolás Maduro,
su eterno rival? Quizá porque no es el momento de provocar una crisis
política dentro del oficialismo, cuando se acercan las elecciones
municipales de diciembre, que el régimen necesita ganar para afianzar su
legitimidad ante las acusaciones de fraude presentadas por la oposición
en las presidenciales del pasado abril.
Por eso, sorprenden los incesantes rumores de golpe de Estado. En su
edición del 9 de octubre, la excelente revista colombiana Semana
dedicaba un análisis a la situación en Venezuela, con ese titular:
"Crecen más los rumores de que Diosdado Cabello le dará un golpe a
Nicolás Maduro en cuestión de días". Otras publicaciones señalan que 32
diputados han emprendido una campaña para exigir la destitución del
presidente por haber ocultado que había nacido en Colombia, en clara
violación de la Constitución venezolana.
El propio Maduro ha contribuido a alimentar los rumores de golpe cuando
aseguró que Estados Unidos estaba conspirando para provocar una revuelta
popular e imponer una "junta de transición nacional" presidida por una
mujer "con apellido de alcurnia". En cambio, otros, como el general
retirado Fernando Ochoa Antich, acusan al presidente de golpista por
querer "utilizar la Ley Habilitante para destruir el sistema capitalista
vigente en [el] país con la finalidad de establecer un régimen
socialista", sin someter ese cambio a un referéndum.
En ese baile de opiniones, no podía faltar la del ideólogo del
"socialismo del siglo XXI", Heinz Dieterich. El veredicto del sociólogo
de origen alemán radicado en México es brutal: "Dada la incapacidad
total [de Maduro] para enfrentar los problemas del país, es poco
probable que pueda evitar su colapso, salvo una reestructuración radical
del modelo económico del presidente Chávez". Sin embargo, en diciembre
pasado, el mismo Dieterich decía lo contrario: "Maduro es el delfín que
con mayor fidelidad tratará de continuar el proyecto político creado
(bolivariano o chavista)".
La ineptitud de Maduro para gobernar ha puesto en evidencia los
disparates del socialismo del siglo XXI a la venezolana. El
intervencionismo del Estado, el voluntarismo de los dirigentes en el
sector económico y las injerencias sistemáticas de Cuba en la gestión
del país han acabado con la producción industrial y agrícola de
Venezuela, que importa ahora el 85% de lo que consume.
Como hizo Fidel Castro durante medio siglo para justificar sus
desaguisados, Maduro acusa al "imperio yanqui" de promover "una guerra
económica y psicológica" para destruir la revolución bolivariana. Ya
nadie se cree ese cuento.
http://www.diariodecuba.com/internacional/1382200509_5566.html
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