Maduro, go home
Para el pueblo bolivariano la crisis es la certificación de que las
cosas van mal
ARGELIA RÍOS | EL UNIVERSAL
viernes 4 de octubre de 2013 12:00 AM
Es una torta con todos sus ingredientes. La está poniendo Maduro, cuyo
logro distintivo es haber reducido el legado de Chávez a una velocidad
trepidante. Las bases revolucionarias están crujiendo. Entre ellas crece
la exasperación y el desafecto. Si el comandante tuvo una relación
"místico-religiosa" con el pueblo, la de su "ungido" está signada por el
desencanto y la vergüenza.
El país bolivariano, junto al resto de la sociedad, se pregunta qué fue
lo que Chávez vio en esa figura errática a quien le encargó el destino
de Venezuela. El "presidente eterno", dicen, ha debido estar muy mal
cuando adoptó la decisión: seguramente se equivocó en su buena fe; o tal
vez lo engañaron con artilugios que no pudo sofocar por causa de la
debilidad que lo afectó en sus últimos días.
Los viejos chavistas -negados con furia a reconocerse como maduristas,
lo que ya es mucho- se ufanaban de contar con un líder como el
comandante: a él le atribuían dones inequiparables. Eran los tiempos en
que el oficialismo se mofaba de la dirigencia opositora porque ninguno
de sus exponentes calzaba la talla del "supremo". A todos se les trataba
con envalentonada socarronería; como a "moscas" minusválidas ante la
majestuosa superioridad del águila reina.
Al "eterno" se le admiraba de un modo frenético; se le consideraba único
y excepcional. Su corte de seguidores hablaba de Chávez con vanidad y
pedantería. Con Maduro, en cambio, todo es diferente: lo que él genera
es exactamente lo contrario: una pena ajena, un trágame tierra de
incredulidad, una adolorida turbación que proyecta seis años largos e
insoportables... Poco a poco el país consigue unirse: lo une el lamento,
la sensación compartida de agonía y la certeza creciente de que "esto no
puede seguir así".
Las bases del chavismo crepitan de descontento y sus ecos amenazan con
reventar al PSUV y al Gran Polo Patriótico, donde -lejos de las cámaras
y de las luces- arde la impotencia y el pasmo. Maduro es el malquerido
del bolero. La representación de una extravagancia insustentable.
No, "el heredero" no está siendo subestimado. La verdad es que no
inspira afecto ni autoridad entre los suyos, que, a diferencia del país
opositor -blanco de una ruda represión continuada-, no le temen al
gobierno ni a sus fuerzas de choque. Para ellos, el "proceso" ha
significado libertad y emancipación, y la violencia con la cual se ha
neutralizado a los adversarios del régimen, no los inhibirá de actuar
cuando se haya agotado su paciencia. Para ese pueblo bolivariano la
crisis no es una bendición, sino la certificación de que las cosas van
mal y van incrementándose los motivos para decir "Maduro, go home". Al
fin y al cabo, también de eso se trata el empoderamiento.
Argelia.rios@gmail.com y @Argeliarios
http://www.eluniversal.com/opinion/131004/maduro-go-home
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