Lo de Chávez tiene tela
Martes, Octubre 1, 2013 | Por René Gómez Manzano
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Este fin de semana hemos
conocido un nuevo incidente tragicómico en la política venezolana. Según
denunció con palabras furibundas el presidente actuante Nicolás Maduro
en una reunión de sus parciales, un sector de lo que él llama "la
oposición amarilla", encabezado por Juan José Rendón, ha ideado una
nueva fabulación.
Según las palabras del ex guagüero, el nuevo incidente, en el que se
entremezclan lo fulleresco, lo cómico y lo grotesco, consiste en que,
utilizando los servicios de un hábil imitador, se ha dado a conocer una
grabación en la cual, supuestamente, el teniente coronel Hugo Chávez
expresa que él no ha muerto, y que sólo se encuentra secuestrado por los
mismos que dicen ser sus seguidores.
Esta especie de sainete rocambolesco se suma a los otros que a lo largo
de los meses han caracterizado el mandato de Maduro. Por supuesto que
este nuevo incidente no se acerca siquiera a la ridícula narración que
hizo el entonces candidato a presidente en propiedad cuando afirmó haber
sostenido un diálogo con un pajarito que era nada menos que el alma de
Chávez. En esto, desde luego, nada tuvo que ver la oposición.
Asimismo se diferencia esta nueva situación de las últimas
manifestaciones hechas por el actual inquilino del Palacio de Miraflores
en su afán por agudizar el conflicto con el gobierno de Estados Unidos.
Me refiero, ante todo, a su denuncia al gobierno de ese país por no
haberle autorizado a sobrevolar Puerto Rico. (¿Para qué —se pregunta
uno— hace falta pasar por la Isla del Encanto para viajar a Europa!).
También estoy aludiendo a las denuncias, hechas en lo que parecía ser
una fábrica de automóviles, desde una mesa en la que aparecían pequeños
modelos de esos vehículos, sobre supuestas amenazas (que no definió de
manera concreta en qué consistían) contra su integridad personal. Esto
—afirmó— le impedía viajar a Nueva York para participar en el debate en
la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Estas declaraciones tienen el evidente propósito de exacerbar el
enfrentamiento con Washington, pero, a diferencia de lo que en su tiempo
sucedió con Castro en Cuba, la contraparte norteamericana parece
empeñada en hacer caso omiso de los desplantes de Maduro (al igual que
sucedía antes con los de Chávez), pues el país del norte sigue siendo el
principal socio comercial de Venezuela.
En ese contexto, la nueva gritería del ex guagüero ahora en Miraflores,
se destaca por su carácter interno. Sus amargos reproches a la oposición
y su descripción de Rendón como un "bandido de cuatro suelas" y un "mal
nacido" se suman a otros muchos ataques hechos por él para tratar de
desprestigiar a aquellos que se le enfrentan.
Por supuesto que no es mi propósito ponerme a defender a ultranza las
ocurrencias de los autores de esta nueva maniobra contra el gobierno de
Caracas. Lo que sí deseo destacar es que, en este caso, resulta oportuno
recordar el sabio refrán: Aquellos polvos trajeron estos lodos.
Maduro podrá mostrarse muy indignado por esa nueva ofensiva proveniente
de la oposición. Pero tenemos que recordar que la actuación desplegada
durante los últimos meses de vida del anterior presidente por él mismo,
por los restantes jerarcas chavistas y hasta por parientes del operado
(como su hermano Adán, también involucrado en el actual affaire), dio
pie para ideaciones como ésas.
A partir del momento en que se inició el último viaje de Hugo Chávez a
La Habana, desde múltiples sectores alternativos de la sociedad
venezolana se alzaron numerosas voces críticas. Los inconformes
reclamaban mayor transparencia en el tratamiento de la situación. La
demanda central era que se diese acceso directo al famoso paciente.
Maduro y sus paniaguados se negaron de manera terminante a hacerlo.
Ellos mismos se auto erigieron en las únicas fuentes de información
sobre el estado de salud de su jefe enfermo. Aseguraban que el teniente
coronel impartía sus órdenes o firmaba decretos (como el del
nombramiento de Elías Jaua en calidad de canciller), pero ellos mismos
constituían la única garantía de la hipotética autenticidad de esas
decisiones.
En ese contexto, ¿por qué se quejan ahora de la nueva ideación del señor
Rendón! ¡Que se atengan a las consecuencias de sus propios actos! O para
decirlo en un español más claro: ¡Que se jodan!
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