El Gobierno va a perder
Martes, 9 de abril de 2013
En las dos grandes fuerzas que dividen a la nación se están produciendo
procesos de opuesta significación
En el mundo opositor se respiran aires de triunfo. Las dos recientes
actividades de Capriles: la marcha nocturna de hace una semana y luego
el descomunal mitin de la avenida Bolívar y sus adyacencias, el domingo
pasado, constituyen testimonio elocuente de ese talante de vencedores.
No porque hayan sido grandes manifestaciones; en Caracas estamos
cansados de ver los llenos de la avenida Bolívar, sino por el espíritu
que animaba a la enorme multitud. El de la confianza en la victoria.
En las dos grandes fuerzas que dividen a la nación se están produciendo
procesos de opuesta significación. En el chavismo es inocultable el
impacto que ha producido la ausencia del líder. Chávez no construyó un
verdadero partido sino una máquina electoral, carente del cemento de
ideas que dan consistencia a una organización política, de allí que
carezca de un equipo de dirección capaz de proporcionar una orientación
al país. Ausente el líder taumatúrgico sus herederos lucen completamente
incapaces de calzar sus botas. Nicolás Maduro, el más sobresaliente y
candidato ahora a la presidencia, no posee ningún rasgo o atributo
personal que le proporcione una personalidad propia. Es más bien opaco.
De allí su agónico empeño en aferrarse a la imagen del líder fallecido.
Sin ella Maduro se siente desamparado. Pero esto no sería tan grave de
no ser porque el desamparo también arropa a una parte considerable del
vasto mundo del chavismo popular. Demasiada gente no ve en Nicolás
Maduro al sucesor, a lo sumo lo consideran un "peor es nada".
En cambio, en el lado opositor no sólo se reafirma la candidatura de
Henrique Capriles, que ha ido adquiriendo un vigor y una envergadura
crecientes, parejas con el incremento de su capacidad de convocatoria.
Más que un candidato, Capriles tiene hoy la estatura de un líder real
para la oposición. Su posibilidad de victoria no es hoy una ilusión sino
una verdadera certidumbre. Capriles no sólo debe ganar sino que puede ganar.
Desde luego, se enfrenta a la máquina inmensa y poderosa del Estado,
cuyos recursos están siendo utilizados inescrupulosa y obscenamente por
el candidato oficialista. Pero no es la primera vez que en este país es
derrotado el ventajismo oficial. Esta vez, además, ese ventajismo cuenta
con el handicap de la pésima gestión de los cien días de Maduro. En tres
meses su gobierno ha clavado dos devaluaciones del bolívar, con la
inevitable consecuencia de que todos los presupuestos familiares han
resultado afectados por la pérdida de valor de la moneda nacional.
Naturalmente, son los más pobres quienes padecen las peores
consecuencias de la depreciación del bolívar.
Esta carga cae pesadamente sobre los hombros del candidato oficialista.
Vamos a ver qué le aconseja el pajarito para hacer frente a esa chupa
que le ha caído encima. Por cierto, también como herencia, porque para
ser justos con Maduro, esa devaluación la diseñó y montó Hugo Chávez, a
Maduro le ha tocado recoger los vidrios rotos. El gobierno va a perder,
pero no gratuitamente. Ese ánimo que se vio el domingo en la avenida
Bolívar se tiene que repetir el próximo domingo.
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/9757808.asp
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