Monday, April 22, 2013

Un gobierno para dos pueblos

Un gobierno para dos pueblos
Lunes, Abril 22, 2013 | Por Miriam Celaya

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Las elecciones venezolanas del
pasado 14 de abril confirmaron los pronósticos de muchas encuestas y
opiniones de diversos expertos en temas de política. Que Nicolás Maduro
se "ratificara" en el poder no constituyó exactamente una sorpresa, pero
el estrechísimo margen de ventaja sobre su rival, Henrique Capriles, sí
lo fue… Al menos para él y para los chavistas, que aspiraban a una
victoria más convincente después de haber dilapidado profusamente los
recursos del Estado en una aparatosa campaña electoral en la que hubo
desde un prolongado y dramático sepelio, hasta un pajarito agorero y
parlanchín que tuvo la desgracia de convertirse en la envoltura material
del alma del difunto Hugo Chávez, para fungir como médium ante el
heredero político.

De victoria pírrica para el Partido Socialista Unificado de Venezuela
han calificado algunos los resultados de los comicios. Para la
oposición, al menos hasta el momento en que el Consejo Nacional
Electoral informó de los resultados, fue una enorme victoria si se le
compara con las elecciones generales del pasado octubre, cuando obtuvo
un respetable 44% de los votos. En apenas seis meses de aquellas y a
solo pocas semanas de la muerte del caudillo, Capriles remontó la
popularidad y ha incrementado en un 5% las filas de sus seguidores, lo
que confirma que el chavismo sin Chávez está condenado a la extinción.

La mínima ventaja del candidato chavista ha traído como consecuencia el
no reconocimiento de los resultados por parte de la oposición y los
ulteriores acontecimientos de violencia que se están produciendo,
poniendo en peligro la precaria estabilidad y la seguridad al interior
de Venezuela. Obviamente, Venezuela se ha polarizado dramáticamente, tal
como ocurre en todos los escenarios en que se ha instaurado de forma más
o menos prolongada una dictadura de cualquier color ideológico. En este
caso, la violencia se ve estimulada desde el propio poder, no solo por
la organización de cuerpos de civiles y paramilitares para responder a
la inconformidad de los partidarios de la oposición, sino en el lenguaje
agresivo y amenazador del presidente que no parece comprender que en lo
sucesivo le corresponde la tarea, nada sencilla, de gobernar con el
apoyo de solo la mitad de los venezolanos.

Ciertamente, puede asegurarse que en caso de haber resultado ganador
Capriles, el sector chavista tampoco hubiese aceptado los resultados.
Esto queda demostrado cuando Maduro asegura que "el pueblo votó por él",
lo que sugiere que los más de siete millones que votaron por Capriles
son una especie de "no pueblo" para el señor presidente. Así, como era
previsto, las elecciones de este abril han abierto el escenario a un
país convulso, dividido en dos pueblos: el chavista, a duras penas
ganador y ya desgastado en la retórica de las consignas y del pobre
desempeño económico de más de una década; y el antichavista, una
propuesta nacionalista al menos diferente en tanto propugna el rescate
de la economía con la defensa de los recursos de la nación y marca la
distancia con el gobierno de La Habana.

Por el momento, lamentablemente, solo se están emitiendo señales de
violencia. El gobierno de Maduro, juramentado este 19 de abril, había
antes anunciado que va a aplicar una política de "mano dura" contra la
oposición, a la que califica de "fascista". Apenas con 1,83 puntos
porcentuales de ventaja en las urnas, el mandatario muestra al 100% la
voluntad de reprimir a quienes se le oponen. Una tendencia que bien
pronto aumentará la presión sobre los ya caldeados ánimos venezolanos.

Habrá que seguir con atención el desarrollo de los acontecimientos y los
movimientos políticos de los aliados de Maduro en la región, más
interesados en continuar parasitando sobre el petróleo chavista que en
una solución efectiva de lo que se avizora como un conflicto de
consecuencias impredecibles.

Por el momento, pudiera decirse que La Habana no parece haber sido muy
atinada a la hora de elegir a su nuevo pupilo, ni podrá controlar a
Venezuela a través de Maduro, ni éste con la continuidad del chavismo
podrá superar el sisma que se ha abierto entre los venezolanos.

Hoy los cubanos sabemos que –por fortuna– nunca se cumplirá aquel
sombrío augurio que realizara en sus momentos de gloria el hoy
defenestrado vicepresidente Carlos Lage, acerca de que Cuba tenía "dos
presidentes", el de la Isla y el venezolano Chávez. Por el contrario,
resulta que actualmente Venezuela tiene un solo presidente para tratar
de gobernar sobre dos mitades contrarias en un solo país: los que
votaron por él mismo y los que apostaron por Capriles. Un resultado que
consolida a la oposición y constituye el canto de cisne del socialismo
del siglo XXI, algo que nos recuerda que las naciones no se deben fundar
jamás sobre las veleidades de las ideologías.

http://www.cubanet.org/articulos/un-gobierno-para-dos-pueblos/

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