Sunday, April 28, 2013

Ganó Capriles

Ganó Capriles
FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL
domingo 28 de abril de 2013 12:00 AM

Esta es la verdad. No hay manera de negarla. Si no fuese así, el
Consejo Nacional Electoral ya hubiera iniciado la auditoría
satisfaciendo todas las exigencias de la oposición. Es el camino más
fácil para eliminar la sombra de ilegitimidad que amenaza gravemente la
estabilidad del débil gobierno de Maduro. Si no hay nada que ocultar,
como han dicho repetidamente las rectoras del CNE, qué razones pueden
existir para no conceder un derecho ciudadano claramente establecido en
la ley Orgánica de Procesos Electorales y en los respectivos
reglamentos. Además, negarse a resolver un problema de tanta importancia
al no conceder las exigencias de la oposición conduce a Venezuela a una
crisis política de consecuencias impredecibles.

Este problema político se ha ido agravando. Actualmente, ya no es una
solicitud de los venezolanos que respaldaron a Capriles. Se ha
transformado en un sentimiento nacional que entiende que sería un
absurdo, ante la muy pequeña diferencia de votos existentes entre cada
candidato, no aprovechar la oportunidad para fortalecer la credibilidad
del sistema electoral y resolver de una manera transparente la crisis
nacional. Conceder hasta la más mínima exigencia de lo que solicitan los
técnicos de la oposición democrática sería lo inteligente. No hacerlo,
para que la oposición se vea obligada a decir que no acepta la
auditoría, es un error que fortalece el permanente cuestionamiento que
ha existido en el sistema automatizado y deslegitima en definitiva el
resultado.

El régimen ha establecido una estrategia que está a la vista. Su
objetivo es uno sólo: alcanzar, a cualquier costo, la legitimidad de
Nicolás Maduro. Sus acciones son cada día más radicales: la primera,
utilizar su influencia en el CNE para impedir se conceda la auditoría
solicitada por la oposición sin medir sus delicadas consecuencias; la
segunda, acallar la protesta popular mediante la represión, el
amedrentamiento, el descrédito de Henrique Capriles y de los principales
líderes de la oposición; y la tercera, mantener una muy delicada
campaña de opinión que busca incentivar el odio en sus seguidores para
atemorizar a la población. Esta estrategia difícilmente alcanzará el
objetivo propuesto. La legitimidad no es el ejercicio del gobierno ni el
abuso del poder, sino un sentimiento popular.

Al contrario, la oposición democrática diseñó una estrategia de mucho
mayor alcance y efectividad. Su objetivo fundamental: preservar la
popularidad de Henrique Capriles como el instrumento necesario para
alcanzar el poder político. Sus acciones han sido sometidas a una
rigurosa planificación esgrimiendo tres banderas: la primera, el
resultado electoral es fraudulento; la segunda, agotaremos todas las
instancias legales, nacionales e internacionales, para lograr demostrar
esta verdad; la tercera, nuestras acciones de protesta son populares y
pacíficas. Esta estrategia ha empezado a dar resultados indiscutibles:
Henrique Capriles se ha fortalecido como el líder máximo de la oposición
y el respaldo a la auditoría electoral alcanza, en estos momentos,
cerca del 80 % de los votantes.

Lamentablemente, el jueves 25 de abril se cumplió el plazo para que
el CNE hiciera conocer las normas que regularían la auditoría, según lo
ha solicitado en varias oportunidades por escrito el comando de campaña
"Simón Bolívar". No ha habido respuesta. Eso obligó a Henrique Capriles
a dar un plazo perentorio. Ojalá las rectoras del CNE entiendan el reto
que deben enfrentar y satisfagan las solicitudes de la oposición
democrática. De no hacerlo, o responder de una manera insuficiente,
agravará el enfrentamiento nacional. Ciertamente, que a la oposición le
quedan algunos caminos: la impugnación ante el Tribunal Supremo y las
correspondientes denuncias a la comunidad internacional.

Esas alternativas son poco auspiciosas. Ante esta realidad, la única
solución posible es la lucha popular. Por suerte, el ambiente es muy
favorable. La compleja situación económica que enfrentan todos los
sectores sociales agravará la crisis política. Es imposible que un
gobierno sin legitimidad suficiente pueda enfrentar los embates de las
permanentes protestas que surgirán en toda Venezuela. El régimen
utilizará a la Fuerza Armada para reprimir. Eso tiene un límite. De
prolongarse en el tiempo puede surgir una división interna muy delicada.
Creer que sus integrantes piensan igual que los jefes militares que
irrespetan la Constitución Nacional, al presentarse como activistas
políticos, es sencillamente no conocer nuestra historia. Los cuadros
militares siempre sufren las mismas privaciones de las mayorías nacionales.

fochoaantich@gmail.com

@FOchoaAntich

http://www.eluniversal.com/opinion/130428/gano-capriles

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