No hay peor ciego que el que no quiere ver
Existen dudas razonables, sustentadas y comprobadas sobre la
transparencia del proceso
ARMANDO BRIQUET | EL UNIVERSAL
domingo 28 de abril de 2013 12:00 AM
Partamos de una realidad. El mapa político de este país cambió el 14 de
abril. Ese importantísimo día para nuestra historia contemporánea debió
significar un tono distinto para entendernos como actores políticos,
como amantes del arte de la política.
Nuestra generación se propuso reivindicar el oficio de la política. A
ello hemos dedicado los últimos 15 años de nuestra vida. En plena década
de los 90, cuando la mayoría del país acusaba como causante de sus
problemas a los políticos, cuando la antipolítica dio paso a una serie
de eventos desafortunados cuyas consecuencias hemos pagado los últimos
14 años, un grupo de jóvenes conocidos decidimos que el mejor camino
para cambiar las cosas en el país era trabajando dentro de la política,
aprendiendo y conviviendo con quienes construyeron la Venezuela del
siglo XX, con sus aciertos y desaciertos.
Y con esa idea emprendimos este proyecto que hoy ha logrado reunir en
torno a la Unidad Venezuela, la tarjeta más votada en las pasadas
elecciones del 14 de abril, una alternativa para el país, una opción y
un programa para el progreso del país. Estamos seguros de que más
temprano que tarde esta oportunidad de no sólo gobernar al país, sino de
recuperarlo y reconciliarnos como sociedad, se materializará.
Hablamos de reconciliación y diálogo porque creemos en un proyecto en el
que incluso quienes piensan distinto a nosotros tienen un espacio, deben
tenerlo. Esa idea del gobernante que llega como un tornado a convertir
polvo lo que se ha hecho para empezar una revolución nos condujo a lo
que vivimos, a lo que padecemos y nos ahoga día a día. La ausencia de
diálogo, de comunicación, de un juego de cooperación, nos hace mucho
daño como sociedad y nos trae consecuencias para el vital desarrollo del
país.
Al equipo político del partido del gobierno vaya este mensaje: para
fortalecer su liderazgo interno, debilitado tal y como está, no es
necesario aplastar a la mitad del país.
Más allá del resultado del 14 de abril, de la proclamación de un
candidato y su efectivo ejercicio del poder existen dudas razonables,
sustentadas y comprobadas respecto a la transparencia del proceso y, por
ende, de la exactitud de sus resultados.
Es nuestro derecho exigir que las dudas sean aclaradas, es nuestro
derecho evitar que las elecciones en nuestro país sigan siendo un nicho
de abusos. No basta cargar con la cruz de: "eso siempre ha sido así en
el continente", como algunos observadores internacionales se han
encargado de decir. Vinimos a hacer las cosas distintas y nuestras
generaciones futuras así nos lo reclamarán.
armando.briquet@gmail.com
http://www.eluniversal.com/opinion/130428/no-hay-peor-ciego-que-el-que-no-quiere-ver
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