Publicado el jueves, 03.07.13
NICOLAS PEREZ DIAZ-ARGÜELLES: La Venezuela del ex chavismo
Sobre las 5 de la tarde del pasado martes me llamó Andrés Hernández
Alende, coordinador de Perspectiva, y me dijo a boca de jarro:
–Imposible publicar tu columna de mañana.
–¿Por qué causa? –le pregunté, sorprendido.
–Está desactualizada, hace media hora murió Hugo Chávez.
Tuve suerte. El artículo se llamaba El arte de dar malas noticias. Si
bien con el coronel golpista vivo hubiera hecho sonreír, con él muerto
era tan cruel y despiadado que no me hubiera sentido satisfecho con su
publicación. Aunque he de confesar que ese cuento de caminos, esa
letanía tanto en Miami como en Venezuela de "Soy católico y no me puedo
alegrar de la muerte de nadie", tanta ortodoxia y amor por cualquier
"tipo" de prójimo, me ha llegado con cierto tufillo de sepulcro
blanqueado. Personalmente recibí la noticia razonando: "Esa muerte
ocurrió por la voluntad de Dios, y no soy nadie para dudar de Su
infinita sabiduría".
Increíble que durante casi tres meses tuvieron el castrismo y el
chavismo al pueblo venezolano en vilo con las más burdas e inconcebibles
mentiras, hasta que un grupo de bravos estudiantes, siempre la juventud
a la vanguardia de la libertad, presionando hasta casi romper la soga,
obligaron al gobierno a dar la noticia.
Desde que Chávez tomó el poder convirtió a Venezuela en un espectáculo a
modo de aquel Circo Miguelín que recorría a Cuba de Oriente a Occidente
deteniéndose en todas los pequeños pueblos con un león hambriento que
solo bostezaba, dos monos y la Mujer Hermafrodita, una de las cosas que
más me impresionó ver en mi niñez. Pero ahora todo va a cambiar allí,
entrará por la puerta grande el Circo Ringling Brothers con las tres
pistas profusamente iluminadas, decenas de enfurecidos animales rugiendo
y cientos de coloridos payasos en la santificación y elevación a los
altares de Hugo Chávez.
Y algo les confieso, en Venezuela hay cosas que entiendo. Es evidente
que los Castro y la cúpula chavista han estirado la vida del dictador
como si fuera un chicle con una falta de respeto absoluta a su familia
porque querían dejar todo como decía Francisco Franco, "atado y bien
atado". Pero lo que no terminan de entender las mentes represivas que
solo están bien atadas las herencias políticas que surgen de elecciones
libres mediante el voto universal y secreto, pero no corren la misma
suerte las dictaduras. Franco murió el 20 de noviembre de 1975, pero o
el nudo estaba medio suelto o la soga floja porque la atadura duró solo
7 meses y medio, en julio de 1976 el rey Juan Carlos llamó al antiguo
ministro Secretario General del Movimiento (franquista) Adolfo Suárez
para que formara gobierno con los barones de la UCD, y ese día la mula
tumbó a Jenaro y comenzó la transición española hacia la democracia.
También entiendo por qué citaron inmediatamente a elecciones como
prescribe la Constitución, primero para dar un viso de legalidad al
disparate, segundo para con un Chávez mártir en la cresta de la ola
ganar las elecciones con el mayor número de votos posibles. La pugna
entre Maduro y Cabello existe, pero no es tan profunda como para que el
castro-chavismo no desee ver al líder de la Asamblea Nacional ni medio
minuto sentado en la silla presidencial en Miraflores, aunque, ¿por qué
Cabello fue el único líder importante que no estuvo presente en el
anuncio de Maduro de la muerte de Chávez?
También es un misterio cómo una nación grande y rica le paga a otra
paupérrima y pequeña como Cuba para que esta la domine, la sojuzgue y la
gobierne.
Menos entiendo como un hombre como Diego Arria y otras figuras de la
oposición venezolana, se pisan la manguera en medio del incendio,
poniendo en duda y atacando a Henrique Capriles, el único venezolano que
podría retar a Nicolás Maduro en las próximas elecciones
¿Qué va a pasar con la desaparición de Chávez? Al principio nada, un
tiempito después millones de cosas. La fundamental es que el traje de un
dictador totalitario latinoamericano deben quedar los pantalones
exactamente sobre el zapato, debe ser ancho de cintura porque el poder
en Latinoamérica engorda, y la corbata debe estar cuidadosamente anudada
al cuello pero no demasiado, porque los dictadores también respiran.
Pero el problema grave es que a Maduro y a Cabello les queda ancho el
traje porque los dos carecen de carisma, ese toque mágico que enloquece
a las masas en América Latina deseosas siempre de un milagro que nunca
termina de llegar.
Mientras, Henrique Capriles sigue llamando a la serenidad y a la
conciliación y el chavismo responde con insultos y violencia. Por tanto,
¿qué nos queda hacer por Venezuela? Rezar, simplemente rezar para que la
transición inevitable no sea sangrienta.
Nicop32000@yahoo.com
http://www.elnuevoherald.com/2013/03/07/1425173/nicolas-perez-diaz-arguelles-la.html
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