Publicado el sábado, 03.09.13
Chavismo sin Chávez
WILLIAM NEUMAN y GINGER THOMPSON
The New York Times
CARACAS -- En las semanas previas a la muerte de su mentor, la imitación
por parte del vicepresidente Nicolás Maduro del presidente Hugo Chávez
se hizo cada vez más obvia.
Él ha asumido muchos de los patrones vocales y ritmos del habla de
Chávez, y ha repetido con entusiasmo el eslogan "Soy Chávez" a
multitudes de sus partidarios. Él ha repetido los temas favoritos del
presidente: menospreciar a la oposición, y advertir de la existencia de
planes misteriosos para desestabilizar el país. Llegó incluso a insinuar
que Estados Unidos estaba detrás del cáncer de Chávez.
Además, él ha adoptado la manera de vestir del presidente, y siguió al
ataúd del mismo en la enorme procesión del miércoles vestido con una
cazadora en los colores nacionales de amarillo, azul y rojo, como Chávez
lo hacía a menudo.
Pero ahora que Chávez ha muerto, la gran interrogante es si Maduro, de
50 años, su sucesor escogido, continuará imitando al presidente y su
estilo poco convencional de gobierno, o si tomará su propia dirección.
"Él no puede parase ahí simplemente y decir: 'Yo soy el Mini-Me de
Chávez y ahora ustedes me tienen que seguir' ", dijo Maxwell A. Cameron,
de la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver.
La perplejidad sobre qué tipo de líder probará ser Maduro se extiende a
Washington, donde los responsables de la política de Estados Unidos
llevan meses e incluso años analizando a Maduro para determinar si él
podrá brindar una apertura para lazos más estrechos entre ambas naciones.
Funcionarios estadounidenses afirman que Chávez, a pesar de sus
denuncias públicas de Washington, se esforzó entre bambalinas para
mantener firmes las relaciones comerciales entre ambos países,
especialmente en el sector petrolero. Ellos recordaron la vez que Chávez
llamó por teléfono a un diplomático estadounidense para hablar de
política, una extraña decisión para un líder que más de una vez desterró
de Caracas a los embajadores estadounidenses y denunciaba constantemente
a Washington y sus líderes, usando a veces epítetos groseros. "Estados
Unidos tiene que arreglar esto", dijo Chávez durante la llamada,
relacionada con la expulsión del presidente de Honduras en el 2009.
"Ustedes son los únicos que pueden".
Debajo de sus fanfarronadas, afirmaron diplomáticos y analistas
estadounidenses, Chávez podía ser pragmático, aunque a veces algo
ampuloso, y esperan que Maduro lo sea también.
"Yo conozco bien a Nicolás Maduro", dijo William D. Delahunt, de
Massachusetts, ex miembro del Congreso. "Yo sé que él es un hombre
pragmático".
Estados Unidos se acercó a Maduro el pasado noviembre para sopesar su
interés en mejorar sus relaciones. Él respondió positivamente, y las dos
naciones celebraron tres reuniones informales en Washington, la última
de las cuales tuvo lugar después de que estuvo claro que el estado de
Chávez era grave, dijeron funcionarios estadounidenses.
Los venezolanos quisieron intercambiar embajadores de nuevo, pero
Washington insistió en pasos más pequeños para ir creando confianza, y
pareció que se había establecido un plan tentativo, dijeron funcionarios
estadounidenses. Pero luego las charlas se estancaron este año y no se
han reanudado, lo cual ha dejado a los funcionarios estadounidenses
preguntándose sobre las verdaderas intenciones de Maduro hacia Estados
Unidos.
"Maduro está apenas empezando a gobernar y crear su propia identidad",
dijo un funcionario del Departamento de Estado. "No creo que hayamos
concluido si él era una influencia moderadora en uno u otro sentido.
Nuestro esfuerzo por acercarnos y crear una relación más productiva no
se basó necesariamente en la creencia de que sería más fácil lidiar con él".
La mayoría de los diplomáticos y analistas políticos están de acuerdo en
que el comienzo del paisaje post-Chávez tenía un aspecto poco
prometedor; Maduro acusó a Estados Unidos de conspirar en contra de su
país y expulsó a dos agregados militares estadounidenses. Pero algunos
observadores consideraron esas medidas como intentos demasiado
calculados — un analista los calificó de "poco elegantes" — por parte de
Maduro para unificar a un país traumatizado que se preparaba para la
muerte de Chávez, atraer a los seguidores del presidente e impulsar sus
propias probabilidades de ganar una elección para sucederle en el poder.
"Maduro tiene que tener cuidado con cada paso que da, y cada palabra que
dice en contra de Estados Unidos", dijo un alto funcionario
estadounidense que estudia de cerca los acontecimientos allí. "Cómo él
va a llevar esa presión es la pregunta más importante. Estamos a punto
de enterarnos".
Una señal anterior de la disposición de Maduro a escuchar a los críticos
— lo cual no fue uno de los puntos más sobresalientes de Chávez — fue su
presencia en reuniones con miembros de la oposición venezolana que se
llevaron a cabo en Estados Unidos tras un golpe de estado que sacó
brevemente del poder a Chávez en el 2002. Las sesiones fueron
organizadas por Delahunt y tuvieron lugar en Hyannis Port,
Massachusetts, lo cual llevó a los participantes a llamarse a sí mismos
"El Grupo de Boston".
Pero, más recientemente, Maduro se ha mostrado como un político de línea
dura, fustigando a sus enemigos políticos y arremetiendo contra Henrique
Capriles Radonski, el gobernador del estado a quien probablemente
enfrentará en las elecciones, por su reciente viaje a Nueva York.
Entre ejecutivos y analistas petroleros, existía un cauteloso optimismo
en relación con que la muerte de Chávez podría suavizar la hostilidad de
su gobierno contra la inversión extranjera en la exploración y el
refinado de petróleo. "Tiene sentido que Maduro sea más pragmático para
sacar adelante al país", dijo Jorge R. Piñón, ex presidente de Amoco Oil
Latin America. Dijo que él había hablado con varios ejecutivos
petroleros y le había sorprendido el optimismo que mostraban.
"Los ejecutivos de la industria creen que hay altas probabilidades de
que la administración de Maduro sea un poco más realista en cuanto a lo
que se necesita para incrementar la producción petrolera del país",
añadió Piñón, "y cambiar el modelo de inversión para atraer a más
inversionistas extranjeros".
En las calles, la vasta mayoría de los partidarios de Chávez afirman que
votarán por Maduro, muchos por la simple razón de que Chávez les dijo
que lo hicieran antes de sucumbir a su cáncer. En la procesión del
miércoles, algunos cantaron mientras pasaba el ataúd: "Chávez, lo juro,
¡votaré por Maduro!"
Pero algunos partidarios de Chávez dicen estar descontentos de Maduro, a
veces por razones que revelan las desventajas de su mimetismo político.
El miércoles, en la ciudad oriental de Cumaná, algunos ardientes
partidarios de Chávez dijeron que les parecían demasiado irritantes los
ataques constantes de Maduro a la oposición política, una afirmación
sorprendente ya que Maduro usa un lenguaje prácticamente idéntico a las
frases popularizadas por Chávez, repitiendo los mismos insultos y
menosprecios, calificando a sus oponentes de "inútiles" y acusándolos de
vender el país a Estados Unidos.
Pero, viniendo de Maduro, las mismas palabras parecen tener un efecto
diferente.
"No me gusta Maduro porque me parece que hace cosas que incitan al odio,
y eso no es un sentimiento revolucionario", dijo Luis Marcano, de 67
años, cocinero desempleado de Cumaná.
Maduro, cuyo padre estuvo envuelto en política de izquierda, se hizo
activista político en su juventud, uniéndose a un grupo llamado la Liga
Socialista, y en una ocasión viajó a Cuba para recibir entrenamiento
político. De regreso en Caracas, él trabajó como chofer de ómnibus y
luego pasó a actividades sindicales.
Con el tiempo, entró en contacto con Chávez, quien llevó a cabo un
intento fallido de golpe de estado en 1992. Maduro luchó para sacar de
la cárcel a Chávez, y luego trabajó en su primera campaña presidencial
en 1998. Se hizo legislador y luego presidente de la Asamblea Nacional.
Más tarde sirvió seis años como ministro de Relaciones Exteriores de
Chávez antes de ser nombrado vicepresidente tras la reelección del
presidente en octubre.
Durante su larga carrera junto a Chávez, Maduro se ganó una merecida
reputación de ser un ágil sobreviviente del círculo íntimo de Chávez, en
el cual la lealtad absoluta era un requisito previo. Él fue visto por
muchos como un adulador, que conservó su posición por medio de
mantenerse cerca de su jefe y asegurándose de no eclipsarlo o contradecirlo.
"Nicolás Maduro es un soldado que tiene que obedecer ordenes como
cualquier otro", dijo Rommel Salazar, de 40 años, maestro y músico de
Cumaná. "Yo voy a votar por él porque tengo que obedecer las
instrucciones de Chávez".
Pero añadió una advertencia, diciendo que si Maduro no se mantiene en la
línea establecida por Chávez, sus seguidores lo acusarán. "Él se habrá
clavado él mismo en la cruz", dijo Salazar.
William Neuman reportó desde Caracas, y Ginger Thompson desde Nueva
York. También contribuyeron Lizette Álvarez, desde Miami; María Iguarán,
desde Cumaná, Venezuela; Clifford Krauss desde Houston; y Simón Romero
desde Caracas.
http://www.elnuevoherald.com/2013/03/09/v-fullstory/1427199/chavismo-sin-chavez.html
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